Los desvelos de un conspirador
Escribo el domingo por la noche. Desde que le¨ª esta ma?ana el peri¨®dico en que se me etiquetaba de conspirador y otras lindezas, me he quedado anonadado. Dudo, que leer o escuchar los medios de comunicaci¨®n con el desayuno sea una buena costumbre. A m¨ª me lo ha atragantado.En el a?o 1993 particip¨¦ dentro de las listas del Partido Socialista, como inpendiente, en las elecciones generales y obtuve un esca?o como diputado por la provincia de Lugo. En febrero de 1995, cuando a¨²n no hab¨ªan transcurrido dos a?os, dimit¨ª y, di por terminada mi vida pol¨ªtica, volviendo de nuevo a la judicatura, de donde proced¨ªa. Hab¨ªa intentado participar en la pol¨ªtica con dignidad y honradez. Me hab¨ªan nombrado portavoz en la Comisi¨®n de Justicia e Interior de mi grupo parlamentario, y algunas posturas que adopt¨¦ no gozaban del consenso necesario de mis compa?eros; despu¨¦s se debati¨® la Ley de Asilo y las diferencias se fueron extendiendo. Con el paso del tiempo los desencuentros eran m¨¢s decisivos que las afinidades y as¨ª, en febrero de 1995, con ocasi¨®n del debate del Estado de la naci¨®n, me separ¨¦, y vot¨¦ en contra de lo que all¨ª manten¨ªa el PSOE en las propuestas sobre los GAL, insumisi¨®n, comisiones de investigaci¨®n (fondos reservados) y aborto. Se hab¨ªa instalado en la vida pol¨ªtica, y en la sociedad, un alto nivel de crispaci¨®n. All¨ª expuse p¨²blicamente, por primera y ¨²ltima vez, que Felipe Gonz¨¢lez deb¨ªa abandonar el poder. Era el 7 de febrero de 1995. Hasta all¨ª respondo.
Desde esa fecha no volv¨ª a participar en pol¨ªtica y me he limitado, como es obligaci¨®n, a mi funci¨®n judicial. Cre¨ªa, no s¨¦ si con ingenuidad, que esa fecha hab¨ªa cerrado una etapa, y que nadie me ten¨ªa que pedir cuentas. De nadie he hablado mal, defend¨ª en su momento mis ideas pol¨ªticas lo mejor que supe y pude. Nunca las volv¨ª a expresar en p¨²blico.
Con posterioridad, de cuando en vez, se me ha tra¨ªdo a colaci¨®n, y se me ha hecho aparecer en variopintas operaciones pol¨ªticas. En ocasiones por mi pasado pol¨ªtico, en otras por m¨ª presente judicial. Se me acusa de pertenecer al PSOE con la misma facilidad que de lo contrario. Siempre, hasta ahora, cre¨ª conveniente que era mejor callar y resignarse. La funci¨®n judicial que desempe?o debe alejarse de los escenarios.
Esta ma?ana (domingo) este peri¨®dico narraba un bis conspirativo, "Felipe Gonz¨¢lez expulsado del poder, la Rep¨²blica de nuevo...". Al final en un aparte, y como mozo de espada de la lidia, aparec¨ªa un juez comunista, conspirador, pro-republicano y, como m¨ªnimo, desleal y traidor, YO.
La paternidad de la especie, fuentes no reveladas, pero conocedoras del contenido de una cena del se?or Anson, con los ex dirigentes del Ministerio del Interior, Vera, Corcuera y Barrionuevo.
Desde que esa noticia se public¨®, me he afanado en desmentirla. Ni conozco, en general, a las fuentes conspiradoras, ni s¨¦ nada de eso, ni he participado nunca en ninguna conspiraci¨®n, ni fui invitado a ning¨²n contubernio semejante, ni he sido ni soy comunista; en fin, que ya no s¨¦ qu¨¦ decir. La verdad es que estoy desolado. Intento conocer y me pregunto por qu¨¦ y qui¨¦n me ha metido en esto y no encuentro respuesta.
He contactado con Anson telef¨®nicamente y niega haberme mencionado en ning¨²n momento. Un amigo me dec¨ªa que hay muchos malvados, pero me siento como el se?or K en los pasillos del laberinto. Me veo obligado a demostrar que no soy, que no he estado, que no particip¨¦, que no participo.
Podr¨ªa contentarme con pensar que peor es para ellos, pero no. Me gustar¨ªa poder mostrar la verdad, y poner en evidencia sus maldades. S¨¦ que la justicia absoluta se acerca mucho a la venganza, por eso me conformar¨ªa con menos.
Nada puedo objetar a la libertad de prensa, ni al derecho a que los periodistas guarden secreto de sus fuentes. Est¨¢ muy bien, pero a mi en este caso me produce una absoluta indefensi¨®n. Las fuentes, los informantes, ?qui¨¦nes son? est¨¢n protegidos celosamente con el velo del anonimato. El calumniado, por contra, con su nombre y apellidos. Se me ocurre pensar que el peri¨®dico podr¨ªa, previamente, haber contrastado la noticia. Eso le¨ª en el Libro de Estilo en su d¨ªa, y as¨ª al menos los tapados (con la veracidad que se le quiera dar) y yo, estar¨ªamos en el mismo plano.
Ma?ana la ola de la noticia habr¨¢ pasado, cuando esto se lea esta cutre historia ser¨¢ historia. He intentado vigorosamente desmentir en los medios de comunicaci¨®n, he peregrinado por los amigos y recibido su solidaridad y consuelo, intento a trav¨¦s de este texto explicar el absurdo, pero aun corisigui¨¦ndolo, nadie me restituye en mi dignidad ni me deja tranquilo. El "calumnia que algo queda" es inevitable.
Todo esto ocurri¨® un domingo en que me planteaba magn¨ªficas perspectivas, las de un domingo familiar y con buen tiempo. La noticia me ha hecho este domingo renegar de la vida p¨²blica, de la pol¨ªtica y de mi participaci¨®n pasada. No s¨¦ si existen o qu¨¦ pretenden esas conspiraciones anteriores o actuales. Lo que s¨ª he comprendido es que hay algunos muy malvados.
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