Preston afirma que Aza?a simboliz¨® la Espa?a de "la paz y el perd¨®n"
El historiador publica un libro con nueve biograf¨ªas de personajes de la guerra
El t¨ªtulo del ¨²ltimo libro de Paul Preston encierra un simbolismo y una reivindicaci¨®n. Las tres Espa?as del 36 (Plaza y Jan¨¦s) pretende descubrir a una serie de personalidades que trataron de defender la raz¨®n y la tolerancia en contra de los extremismos fan¨¢ticos, de la dial¨¦ctica de los pu?os y las pistolas. A partir de nueve biograf¨ªas significativas el historiador brit¨¢nico retrata las dos Espa?as que helaron el coraz¨®n, pero reclama un lugar de honor para figuras como Juli¨¢n Besteiro, Salvador de Madariaga o el propio Manuel Aza?a que opuso "paz, piedad y perd¨®n" frente a la sangre como redenci¨®n que propon¨ªa el general Franco.
Manuel Carrasco i Formiguera fue obligado por los anarquistas a huir de Barcelona por sus ideas cat¨®licas, pese a haber trabajado para la Generalitat republicana durante los primeros meses de la guerra. Se traslad¨® al Pa¨ªs Vasco y all¨ª fue fusilado por las tropas franquistas acusado de catalanista. La escalofriante peripecia de aquel dirigente democristiano no fue el ¨²nico ejemplo de la barbarie de una guerra que no dej¨® opci¨®n a los moderados, a los que preconizaron una tercera v¨ªa de concordia. Espa?a tuvo que esperar hasta el final de la dictadura, hasta la Constituci¨®n de 1978, para que la reconciliaci¨®n arrinconara a los extremistas. A trav¨¦s de nueve biograf¨ªas el historiador brit¨¢nico, uno de los mayores, especialistas en la Rep¨²blica y la guerra civil, refleja Las tres Espa?as del 36, libro que obtuvo el premio As¨ª Fue. La historia rescatada, concedido por la editorial Plaza y Jan¨¦s.Preston reconoce que la selecci¨®n de los nueve biografiados (Francisco Franco, Jos¨¦ Mill¨¢n Astray, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, Pilar Primo de Rivera, Manuel Aza?a, Salvador de Madariaga, Juli¨¢n Besteiro, Indalecio Prieto y Dolores Ib¨¢rruri) ha sido arbitraria, pero el profesor brit¨¢nico consider¨® que estos personajes representaban las tres Espa?as. "La trayectoria de algunas de esas personas y pienso en Madariaga o Besteiro pone de relieve que algunos intentaron el entendimiento en medio del fragor de la guerra", se?ala. No obstante, la figura de Aza?a se alza, seg¨²n Preston, como el palad¨ªn de "la paz, la piedad y el perd¨®n" desde su posici¨®n de presidente de la Rep¨²blica.
"Terribles sufrimientos"
El historiador recuerda en el pr¨®logo de su libro un discurso de Aza?a pronunciado en Valencia en enero de 1937 que ilustra el drama de uno de los "espa?oles m¨¢s l¨²cidos y brillantes", en palabras del ensayista. "Hacemos una guerra horrible, guerra sobre el cuerpo de nuestra propia patria; pero nosotros hacemos la guerra porque nos la hacen. Vendr¨¢ la paz y espero que la alegr¨ªa os colme a todos vosotros. A m¨ª, no. Permitidme decir esta terrible confesi¨®n porque desde este sitio no se cosechan, en circunstancias como ¨¦sta, m¨¢s que terribles sufrimientos, torturas del ¨¢nimo de espa?ol y de mis sentimientos de republicano".Subraya Preston que ya se ha reconocido que en realidad existi¨® una tercera Espa?a entre los dos bandos antag¨®nicos: desde los que "se abstuvieron de la guerra como Ortega y Gasset o Madariaga" hasta pol¨ªticos centristas como Niceto Alcal¨¢ Zamora, el ya citado Carrasco i Formiguera, Manuel Portela Valladares o Luis Lucia pasando por militares como Domingo Batet o arzobispos como Francesc Vidal i Barraquer o Mateo M¨²gica. "Pero m¨¢s all¨¢ de los casos conocidos, una mayor¨ªa de espa?oles fue v¨ªctima del enfrentamiento. Todos hemos estado un tanto cegados por la idea de que la guerra fue una cruel disputa entre los franquistas, de un lado, y la Rep¨²blica, de otro. Es cierto que estas dos Espa?as estuvieron en la primera l¨ªnea, pero junto a ellas se dieron ¨¢mbitos de coincidencia en la moderaci¨®n donde se encontraban muchos ciudadanos republicanos y bastantes de la zona nacional. Hubo tres Espa?as, pero las dos extremistas ahogaron la tercera v¨ªa".
Preston rompe una lanza por los moderados, por aquella conjunci¨®n republicano-socialista que conquist¨® el poder en 1931 en medio del entusiasmo popular. "Aquellos sectores", comenta, "tuvieron que enfrentarse a una derecha cerril que pretend¨ªa derribar la Rep¨²blica, al tiempo que deb¨ªan contener a los anarquistas que consideraban al r¨¦gimen como burgu¨¦s".
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