Estudiantes no falla
La victoria de los colegiales deja al Madrid fuera de la competici¨®n
Estudiantes s¨ª hizo bien sus deberes. Lo ten¨ªa m¨¢s f¨¢cil a priori (jugaba en casa y su rival no contaba con opci¨®n alguna), pero luego la previsiones de una tarde festiva no se cumplieron y hubo de sufrir para lograr su objetivo. Una zona se le atragant¨® y le puso en serios apuros, pero cont¨® con la paciencia suficiente para superar el machaque psicol¨®gico que supone ese tipo de defensa cuando no es superada. Fue un encuentro vibrante que no bueno, donde ambos conjuntos no renunciaron al riesgo, comprensible en el Limoges, destacable los colegiales, habida cuenta de lo que estaba en juego.El partido transit¨® siempre por los terrenos de la incertidumbre. El Limoges no vino de turismo y durante todo el primer tiempo sembr¨® la duda en el Palacio. Lo hizo a trav¨¦s de un juego r¨¢pido (no siempre preciso) y poco especulativo, lo que no deja de ser sorprendente trant¨¢ndose el origen del c¨¢ncer (alguno le llaman estilo) que asola la europa baloncest¨ªstica. Mientras el Limoges estaba suelto, sin ninguna tensi¨®n y explotando nervios ajenos, el Estudiantes quer¨ªa pero no pod¨ªa. Iba para delante con decisi¨®n, sus jugadores no dudaban en intentar hacer cosas, pero el acierto era ¨ªnfimo y los errores constantes. Sobre todo cuando en una comunicaci¨®n telep¨¢tica, los dos entrenadores decidieron ponerse en zona a la vez (20-21, minuto 13). El Limoges no lo acus¨®, todo lo contrario que Estudiantes, que se bloque¨® hasta el extremo de pasarse cuatro minutos sin anotar. Cuatro minutos donde empezaba a tomar cuerpo la posibilidad del gran batacazo. Este es el primer objetivo a evitar en un encuentro decisivo: no pensar en la derrota.
Chocando una y otra vez contra la zona (?que pocas veces entr¨® el bal¨®n a posiciones interiores!) Estudiantes empez¨® a sufrir. Las rotaciones de bal¨®n eran cada vez m¨¢s complicadas, los tiros m¨¢s tensos, los rebotes m¨¢s dif¨ªciles de capturar. Menos mal que Thompson acert¨® dos veces consecutivas y alivi¨® una situaci¨®n preocupante. A Pepu Hern¨¢ndez no le qued¨® otro remedio que colocar a toda su artiller¨ªa en la segunda parte. Ya no hab¨ªa tiempo para lamentarse por la gripe o dosificar jugadores. Estaban los mejores y se vaciaron. Pero si bien consiguieron enjugar la diferencia, faltaba dar el paso de ponerse en ventaja en el marcador. Hasta cinco oportunidades tuvo Estudiantes a mitad de periodo, todas desaprovechadas. Los minutos transcurr¨ªan.
Lo que nadie sab¨ªa es que Estudiantes dejaba lo mejor para el final, como en las grandes novelas de suspense. Llegaba el partido vivito y coleando a los minutos de definici¨®n (51-50, minuto 34) circunstancia nada deseable cuando se enfrentan uno que se juega su supervivencia con otro al que le da igual carros que carretas. El Limoges alcanzaba la resoluci¨®n con un gran tirador, Markovic, y su pareja de pivots (el angelito Weis de 2,17m. y Con?eicao, el del d¨ªa de Angola) haciendo estragos. Buenos mimbres para un asalto final. El Estudiantes en cambio, respiraba con dificultad. Y no s¨®lo por la gripe que aquejaba a gente fundamental como Whisby o Jim¨¦nez, sino por su debilidad reboteadora, m¨¢s acusada cuando De Miguel cometi¨® una innecesaria falta que puso un borr¨®n en una gran actuaci¨®n. Eran los instantes que definen a un equipo, cuando se encuentra al borde del precipicio.
En medio de una tensi¨®n que se mascaba, todos dieron un paso al frente. Thompson, Whisby, Jim¨¦nez, Escudero, y sobre todo, el general. Nacho Azofra. El base estudiantil se ha hecho mayor. Ha madurado sin perder imaginaci¨®n. Sigue buscando la diversi¨®n, pero le ha a?adido su necesaria dosis de responsabilidad. Azofra fue sumamente inteligente y vio la jugada. Thompson estaba encerrado en una zona 1-4. Whisby es garant¨ªa de muchas cosas, pero no precisamente son las mejores manos para jugarse un partido. Esas manos eran las suyas, ninguna otra.
Azofra clav¨® un triple desde la esquina que liber¨® a su equipo de la necesidad de meter en cada ataque para no verse superado (58-54) y respondi¨® con otra canasta un triple de Markovic que hel¨® la sangre del pabell¨®n. Pero fue mucho m¨¢s que todo eso. Llev¨® el bal¨®n y lo gestion¨® como deb¨ªa. El mando fue suyo, y con ¨¦l, el partido y la fiesta.
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