Buenos Aires
En Martin (Hache), la pel¨ªcula de Aristarain que triunfa en nuestros cines, los personajes se mueven entre Madrid y Buenos Aires como entre dos barrios de la misma ciudad, lo que constituye uno de los aciertos de la cinta. Si usted va por Bravo Murillo y cierra los ojos al andar, apretando mucho los p¨¢rpados, podr¨ªa, al abrirlos, aparecer en Corrientes tres cuatro ocho, segundo piso ascensor. No es broma. La gente se mueve en avi¨®n porque no conoce otro sistema, pero Lucrecia, la cantante cubana con la cabeza llena de ra¨ªces y puntas, dec¨ªa hace poco en estas mismas p¨¢ginas que cuando baja por Huertas le parece que va hacia el mar. Y es que en Madrid hay de todo: un poco de Caribe, un pedazo de Buenos Aires, hebras de M¨¦xico...El caso es que debemos un homenaje a los argentinos que llegaron al lado de ac¨¢ en plan nasciturus, o de beb¨¦s, y que ahora tienen la edad de Juan Diego Boto. Aquellos ni?os que fueron los compa?eros de nuestros hijos en guarder¨ªas e institutos est¨¢n ya en la universidad, c¨®mo pasa el tiempo. Y son de nuestro barrio, aunque no hayan perdido una especie de cicatriz en la expresi¨®n que nos permite vemos en su boca sin confundimos con su lengua. Podr¨ªamos decir que les falta el canto de un duro para ser nosotros como a nosotros nos faltan dos minutos para convertimos en ellos. Y es en ese grado de semejanza y diferencia donde hemos intercambiado productos existenciales y afectivos. De hecho, nuestras dentistas y psicoanalistas, logopedas y editoras, amigas y enemigas, han sido en gran parte argentinas, y hablo en femenino porque me sale de los ovarios, que no tengo. Es lo que le pasa al hombre respecto a la mujer: que est¨¢ tambi¨¦n a punto de ser ella: le falta esa queja llamada ¨²tero como a Madrid le sobra un poco de complejo de inferioridad para ser Buenos Aires.
Lo mejor de la pel¨ªcula de Aristarain es que nos ha devuelto un Madrid bonaerense al tiempo de hacernos entrever un Buenos madrile?o. Sus personajes han triunfado entre nosotros hablando en ch¨¦ porque si al espa?ol le a?ades un poco de nostalgia, o de desgarramiento, se queda en eso, en ch¨¦. La pena es que no nos hayamos dado cuenta hasta Mart¨ªn (Hache). De eso, y de que el muchacho melenudo que viene a merendar a casa con nuestro hijo mayor es la segunda generaci¨®n de argentinos en Madrid, lo mismo que nuestros chicos son la segunda generaci¨®n de madrile?os en Buenos Aires, al menos del Buenos Aires que durante todos estos a?os ha ido brotando por las comunidades de vecinos, los centros culturales o las consultas m¨¦dicas
Falta por hacer el gran reportaje del Buenos Aires que a modo de caja china hay dentro del Madrid madrile?o. La dificultad estriba en que no se encuentra resumido en una zona, sino que est¨¢ por todas partes, desde Moratalaz a Vallecas y desde Prosperidad a Tres Cantos. Pero existe. De ah¨ª que no sea necesario tomar el avi¨®n. Basta con coger el metro en cualquier parte y cerrar los ojos para apearse en Buenos Aires. Desde Cort¨¢zar, nunca. hab¨ªamos sido tan argentinos como ahora, ni tan madrile?os por tanto. Nos ha faltado la gratitud de reconocernos en ese espejo que nos devuelve una imagen m¨¢s grande, tambi¨¦n m¨¢s vulnerable. Martin (Hache) nos ha dado la oportunidad de hacerlo, y al asomamos a esa balsa de azogue hemos visto a nuestros hijos mayores en ese chico de la pel¨ªcula que se mueve entre Madrid y Buenos Aires como entre los c¨®nyuges de una pareja divorciada. La propia Cecilia Roth vino a la entrega de los Goya con el sentimiento de volver a casa y para comprobar, la o¨ª decir en Canal + que no hab¨ªa sido un sue?o su anterior estancia en Madrid, cuando sus primeros papeles con el Almod¨®var de Luci, Pepi, etc¨¦tera. Y no lo fue, no fue un sue?o, a menos que aceptemos que nos hemos so?ado unos a otros como sus calles y las nuestras se han so?ado entre s¨ª para construir un Madrid argentino y un Buenos Aires espa?ol. No nos entenderemos mientras no nos hagamos cargo de este portentoso intercambio de materiales on¨ªricos y narrativos. Por eso ser¨ªa bueno un homenaje a la segunda generaci¨®n, ya que no fuimos capaces de d¨¢rselo a la primera. Ser¨ªa tambi¨¦n un reconocimiento a nuestros hijos y a su costado bonaerense. A ver si se le ocurre algo al alcalde, que no creo.
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