Exorcismo
Cristina:Te escribo para liberarme de un exorcismo, para escaparme de la condici¨®n de ser humano ahogado en la humedad de tus mejillas, para pedir un gesto de compasi¨®n o de justicia que cure tu tristeza y mi amargura.
Recuerdo el primer d¨ªa que nos conocimos. Tu sonrisa y la viva curiosidad de tu mirada compensaban el dolor y la desolaci¨®n de los ojos hundidos de tu padre. La asistente social rellenaba los impresos de tu solicitud de matr¨ªcula; en septiembre comenzar¨ªas tus estudios en el instituto, ibas a realizar un sue?o que hab¨ªas acariciado largamente.
Despu¨¦s supe que cuando todav¨ªa no pod¨ªas comprender por qu¨¦ los hombres se matan entre s¨ª, tu pueblo, en Armenia, se convirti¨® en un lugar amenazante. Fue entonces cuando empezaste a sufrir porque eras diferente. Cristiana por tu padre, musulmana por tu madre, armenio y azerbayana, pronto descubrir¨ªas que tu identidad corresponder¨ªa para ,siempre al grupo de los otros. Y comenz¨® tu ¨¦xodo, un a?o y otro, un pa¨ªs y otro m¨¢s, y se acabaron la escuela y tus amigas, tu casa y tu sonrisa, y comenz¨® la verg¨¹enza de un mundo desquiciado, nuestra propia verg¨¹enza. La llegada a Espa?a de tu familia, en el pasado mes de mayo, te fue descubriendo un mundo sorprendente. En el Centro de Refugiados de Alcobendas encontrasteis comida, dignidad, cama, algunos amigos y la esperanza.
No te lo he dicho nunca, pero he disfrutado en silencio viendo c¨®mo ibas desgranando tu nuevo destino. Tus r¨¢pidos progresos con el espa?ol, tus nuevas amistades en el instituto y tus primeros ex¨¢menes. La primera evaluaci¨®n, a pesar de tus dificultades con el idioma y (le llevar cuatro, a?os sin ir a la escuela, dej¨® patente no s¨®lo una notable inteligencia, sino tu ilusionada voluntad de vivir. Me he sentido feliz cada vez que, al cruzarme contigo por el vest¨ªbulo o por un pasillo del instituto, he visto en tus ojos la alegr¨ªa.
Cuando entraste en mi despacho, tus mejillas sonrojadas delataban el llanto, que in¨²tilmente intentaste contener. Era la primera vez que te ve¨ªa llorar. Me dijiste que hab¨ªas recibido malas noticias sobre vuestra solicitud de asilo y que vuestros d¨ªas en esta tierra amable que ha sido para vosotros Espa?a y Alcobendas pod¨ªan estar contados. Me asalt¨® la rabia y la verg¨¹enza. Si esto se confirma, s¨®lo un permiso de trabajo de tus padres podr¨ªa evitar una nueva partida hacia ninguna parte.
Quiero que sepas que siento en mi garganta una verdad m¨¢s all¨¢ de procesos legales y de macroestad¨ªsticas, el grito silencioso de tus padres clamando por tu vida, por la de tus hermanos, por sus vidas.
Ojal¨¢ que en esta tierra amable la compasi¨®n o la justicia os permitan vivir de vuestro esfuerzo, con dignidad y con esperanza. Ojal¨¢ que sigas regal¨¢ndonos la viva curiosidad de tu mirada y tu sonrisa.- Director del instituto Severo Ochoa.
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