La antinatural muerte del monopolio natural
El antiguo concepto econ¨®mico de monopolio natural hace referencia a un sector en el que las ventajas tecnol¨®gicas de la producci¨®n a gran escala impiden una competencia eficaz entre empresas m¨¢s peque?as. La supuesta superioridad de unas grandes dimensiones ha sido utilizada en muchos pa¨ªses, si no en la mayor parte de ellos, para justificar la propiedad estatal de muchos sectores porque los monopolios del Gobierno supuestamente protegen mejor el inter¨¦s p¨²blico que los monopolios privados.El aumento de la competencia global implica que, aunque la producci¨®n a gran escala sea muy eficaz, las empresas de las naciones peque?as ya no est¨¢n limitadas a la peque?a e ineficaz escala de su limitado mercado nacional. Pueden aumentar la producci¨®n enormemente ejerciendo su actividad en varias naciones, como en el caso de las centrales el¨¦ctricas chilenas, que han aumentado sus beneficios y ampliado su producci¨®n m¨¢s all¨¢ de su peque?o mercado nacional funcionando en otros pa¨ªses latinoamericanos.
Un defecto m¨¢s importante del argumento del monopolio natural es que no reconoce que, a menudo, con el tiempo, surgen nuevas tecnolog¨ªas que son eficaces a unos niveles de producci¨®n mucho m¨¢s bajos que los viejos m¨¦todos de producci¨®n. Por ejemplo, en la actualidad, peque?as instalaciones que funcionan con turbinas de gas natural pueden generar electricidad a un coste inferior al de las instalaciones de carb¨®n m¨¢s tradicionales y considerablemente m¨¢s grandes. Los tel¨¦fonos celulares sin el estorbo de la red de cable compiten satisfactoriamente con los sistemas telef¨®nicos al¨¢mbricos tradicionales, sobre todo en lugares donde las empresas estatales son considerablemente ineficaces, como ocurre en la mayor parte del inundo poscomunista.
Un defecto crucial de las empresas, estatales es que, por lo general, frenan la introducci¨®n de estas tecnolog¨ªas mejores. Como esas empresas estatales carecen de incentivos para obtener beneficios, est¨¢n aisladas de la competencia. Adem¨¢s, est¨¢n expuestas a las presiones pol¨ªticas para prestar sus servicios a sindicatos, clientes de preferencia y otros grupos. A pesar de su obligaci¨®n de servir al inter¨¦s p¨²blico, a menudo han proporcionado un servicio p¨¦simo al cliente medio; en algunos pa¨ªses, la instalaci¨®n de un tel¨¦fono es muy cara y, sin embargo, puede llevar mieses y, a veces, a?os. Estos problemas con las empresas p¨²blicas es lo que estimul¨® el movimiento revolucionario de privatizaci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Una naci¨®n detr¨¢s de otra han ido privatizando al menos parcialmente las telecomunicaciones, los bancos, los seguros, la transmisi¨®n por televisi¨®n, el gas natural, las l¨ªneas a¨¦reas y la producci¨®n de acero y petr¨®leo, as¨ª corno otras industrias que en el pasado se consideraban monopolios naturales.
Las empresas recientemente privatizadas y los nuevos participantes en sectores antes cerrados a menudo han mejorado considerablemente las tecnolog¨ªas y los servicios, al mismo tiempo que han obtenido grandes beneficios, mientras que los monopolios estatales a los que sustituyeron frecuentemente supon¨ªan una grave sangr¨ªa para las arcas p¨²blicas.
Sin embargo, falta mucho por hacer para permitir una mayor competencia, en sectores como el de las telecomunicaciones y la producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica, que han sido universalmente estatales o han estado estrictamente regulados en todo el mundo. El servicio telef¨®nico de larga distancia ha sido abierto a una fuerte competencia en muchas naciones y esto ha mejorado, enormemente la calidad de la telefon¨ªa de larga distancia. Tuve ocasi¨®n de comprobar un ejemplo de esta mejor¨ªa en un reciente viaje a Ciudad de M¨¦xico. Sin embargo, por lo general, las telef¨®nicas locales siguen estando protegidas de una competencia abierta.
Aunque la red telef¨®nica por cable que ofrece el servicio a hogares y empresas est¨¢ considerada como un monopolio natural, deber¨ªa permitir que los competidores obtuviesen un acceso seguro a esta red mediante el pago deuna licencia de uso, que es el sistema que ya practican las empresasde larga distancia. As¨ª podr¨ªanofrecer servicios telef¨®nicos locales a precios competitivos y no regulados. Adem¨¢s, incluso sin licencia obligatoria, la red telef¨®nica no impedir¨ªa durante muchotiempo que los precios fueran fijados por la competencia en lugar de por el Gobierno. Las empresas de cable transformar¨ªan sus cables para ofrecer un servicio telef¨®nico de doble direcci¨®n, as¨ª como programaci¨®n de televisi¨®n si pudieran obtener beneficios delservicio telef¨®nico local.
Las empresas que ofrecen servicios telef¨®nicos celulares y servicios telef¨®nicos digitales inal¨¢mbricos m¨¢s avanzados crecer¨ªan m¨¢s r¨¢pidamente para ofrecer una fuerte competencia a los monopolios telef¨®nicos locales. Algunos expertos calculan que, en los pr¨®ximos cinco a 10 a?os; las empresas de telefon¨ªa inal¨¢mbrica digital podr¨ªan abarcar perfectamente m¨¢s de la mitad del mercado telef¨®nico en muchos pa¨ªses (efectivamente, en los pa¨ªses poscomunistas, la telefon¨ªa inal¨¢mbrica digital crece exponencialmente, probablemente debido al p¨¦simo servicio que prestan los monopolios telef¨®nicos estatales) y que podr¨ªan ofrecer unos servicios de fax, correo electr¨®nico e Internet adecuados y servicios inform¨¢ticos.
La producci¨®n y transmisi¨®n de electricidad sigue estando gestionada pr¨¢cticamente en todos los pa¨ªses por Gobiernos nacionales locales. Sin embargo, el desarrollo de eficaces l¨ªneas de transmisi¨®n de alto voltaje significa que el mercado para la generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica podr¨ªa traspasar las fronteras locales e incluso nacionales mediante un acceso libre y unos precios liberalizados. Un mercado de la electricidad m¨¢s abierto pondr¨ªa fin a las enormes desigualdades regionales en el coste de la electricidad que se observan en EE UU y en casi todas las dem¨¢s naciones, y podr¨ªa rebajar considerablemente el coste tanto para la industria como para los consumidores.
Los viejos conceptos econ¨®micos mueren lentamente, pero el concepto de monopolio natural ya no tiene demasiada relevancia para la pol¨ªtica econ¨®mica. Cuanto antes acabemos con la idea y con el hecho, mejor les ir¨¢ econ¨®micamente al consumidor medio y al productor.
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