Un euro amplio
El hecho de que todos los pa¨ªses que quieren estar en el primer momento comprometidos con la moneda ¨²nica, excepto Grecia, hayan conseguido cumplir con los criterios de convergencia de Maastricht no empece el ¨¦xito rotundo de Espa?a en este asunto. Los datos presentados por el vicepresidente econ¨®mico, Rodrigo Rato, sobre crecimiento, inflaci¨®n, d¨¦ficit p¨²blico, tipos de inter¨¦s, tipos de cambio y deuda son, en su conjunto, los mejores de la historia contempor¨¢nea.Estas cifras, las m¨¢s esperadas por cuanto suponen una frontera entre dos ¨¦pocas -antes y despu¨¦s del euro-, no han tenido toda la espectacularidad p¨²blica que merec¨ªan, por varios factores. Primero, por las expectativas; ¨¦stas cotizan a menudo m¨¢s que la realidad, y los datos estaban descontados. No han tenido, por fortuna, elemento alguno de sorpresa (s¨ª lo es el hecho de que el d¨¦ficit se haya reducido otras dos d¨¦cimas respecto al objetivo de Maastricht, hasta el 2,6%). En segundo lugar, ya est¨¢ dicho, la coincidencia de buenos resultados en todos los pa¨ªses de nuestro entorno, aunque un estudio m¨¢s detallado de ellos tendr¨ªa que hacer referencia a los grados de contabilidad creativa utilizados. Es curioso que la prensa alemana haya comparado los datos de Espa?a y de Portugal, que se presentaron el mismo d¨ªa, para concluir que nuestro vecino ha cumplido mejor que nosotros la convergencia ("El David de la Pen¨ªnsula vence al Goliat", dec¨ªa un editorial de Handelsblatt). La tercera causa de esa contenci¨®n del optimismo tiene que ver con los ruidos que contaminan la vida p¨²blica espa?ola: confabulaciones, insultos, sensaci¨®n de limitaci¨®n de las libertades, problemas en la justicia, la sanidad o en la evoluci¨®n de las autonom¨ªas, desempleo, ausencia de un proyecto pol¨ªtico central, etc¨¦tera, hacen que la pol¨ªtica econ¨®mica sea el mayor activo, n¨ªtido, real, del PP cuando est¨¢ a punto de cumplirse -pasado ma?ana- la mitad justa de la legislatura. La sensaci¨®n de algunos responsables del ¨¢rea econ¨®mica del Gobierno de que lo que ellos tejen de d¨ªa otros lo destejen por la noche (ya se ha utilizado esta met¨¢fora en otros momentos) se ampl¨ªa. Contrariamente a lo que se ha vendido, el ¨²ltimo bar¨®metro del CIS no es excelente para el Ejecutivo de Aznar; en otras circunstancias pol¨ªticas, con la coyuntura econ¨®mica existente, cualquier partido hubiera estado cercano a la mayor¨ªa absoluta, y su l¨ªder, por encima de los dem¨¢s. Lo que no es el caso. Demostrando que la oposici¨®n existe pese a los pocos flancos que deja la bondad de la macroeconom¨ªa, el mi¨¦rcoles -pocas horas despu¨¦s de la conferencia de prensa de Rato y sus secretarios de Estado- ten¨ªa lugar un espectacular debate en la Comisi¨®n de Econom¨ªa y Hacienda del Congreso entre el diputado socialista Jos¨¦ Borrell y el vicepresidente del Gobierno acerca de la ejecuci¨®n del Presupuesto de 1997 y de la situaci¨®n de la Seguridad Social. Los medios de comunicaci¨®n, aquejados de exceso de noticias, no dieron apenas informaci¨®n del mismo, pero la descripci¨®n de lo sucedido figura en el Diario de sesiones del Congreso de los Diputados. Borrell puso en cuesti¨®n el comportamiento real de la recaudaci¨®n del IRPF, el desarrollo de las inversiones p¨²blicas, la existencia de cr¨¦ditos extraordinarios, la deuda de la Seguridad Social o los recursos procedentes de las privatizaciones que se han asignado a la cobertura del d¨¦ficit. El socialista acus¨® a Rato de tener "graves fallos en el conocimiento exigible a un ministro en materia de contabilidad p¨²blica" y de esconder el verdadero presupuesto bajo toneladas de maquillaje y botafumeiro. El vicepresidente contest¨® que el PSOE hace siempre el mismo discurso sin tener en cuenta la realidad, lo que le permite mucha comodidad en sus respuestas. Es una pena que un debate de alto nivel dial¨¦ctico haya pasado inadvertido.
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