Sagarra
"La capital de Espa?a me parec¨ªa una cosa muy diferente de lo que hab¨ªa visto hasta entonces y adivinaba en ella una elegancia seca y poco fastuosa, pero con un nervio y una personalidad que me dejaban con la boca abierta". Josep Maria de Sagarra, uno de los escritores catalanes m¨¢s importantes del siglo, pas¨® dos a?os de su juventud en Madrid, entre 1916 y 1918. En sus Memorias, que Anagrama acaba de publicar en traducci¨®n castellana de Fernando Guti¨¦rrez, dedica m¨¢s de 200 p¨¢ginas a sus recuerdos madrile?os.Es un relato de elegante madrile?ismo, tan alejado de la madrile?olatr¨ªa, cargante, de algunos escritores locales, como de la madrile?ofobia, igualmente tonta, de algunos catalanes. Sagarra nos da una perfecta pintura de aquel Madrid en el que daba sus ¨²ltimas boqueadas el sistema pol¨ªtico de la Restauraci¨®n. Un Madrid en el que conviv¨ªa la Corte con la aldea, y esto se plasmaba en que las calles estaban llenas de carretas de bueyes que se mezclaban con los coches de los arist¨®cratas.
Aparece el s¨®rdido mundo de las pensiones, como la llamada La Monta?esa, donde la se?ora y la criada se odiaban pero no pod¨ªan vivir la una sin la otra, y mientras la primera llamaba a la segunda "put¨®n desorejado", la criada le pon¨ªa a la se?ora alfileres en el sill¨®n de la siesta. Luego se reconciliaban, pero los parroquianos lo sufr¨ªan porque le echaban a los callos con garbanzos m¨¢s piment¨®n del necesario.
Conoci¨® tambi¨¦n Sagarra el mundo de la aristocracia, porque un t¨ªo suyo hab¨ªa sido amante de la infanta Isabel. Y dedica una buena parte del cap¨ªtulo de Madrid al Ateneo, donde conoci¨® a Ortega, a Aza?a, a P¨¦rez de Ayala, a Valle-Incl¨¢n y a Ram¨®n y Cajal. Fue contertulio de Ram¨®n G¨®mez de la Serna, amigo de Juan Ram¨®n y de Pedro Salinas y vivi¨® las preocupaciones y la est¨¦tica de las tres grandes generaciones literarias espa?olas: la del 98, la del 14 y la del 27. En esta ¨²ltima podr¨ªa perfectamente estar incluido este gran escritor catal¨¢n, magn¨ªfico degustador de Madrid.
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