Medio d¨ªa sin taxis

VIENE DE LA P?GINA 1En la estaci¨®n de Atocha, en la salida de viajeros del AVE, los ejecutivos tiraban por la ma?ana de tel¨¦fono m¨®vil para avisar a sus empresas de que se hab¨ªan quedado en tierra y no hab¨ªa taxis que les sacasen de all¨ª. A la pregunta de por qu¨¦ no cog¨ªan el metro, uno de ellos respondi¨®: "Porque si vienen a buscarnos, es mejor", dijo.

Seg¨²n contaron algunos empleados encargados de transportar las maletas del AVE, ning¨²n taxista acudi¨® a Atocha hasta las doce de la ma?ana de ayer.

A medianoche, ocho j¨®venes alemanes que se encontraban en la Puerta del Sol no pudieron regresar a su alojamiento, el hotel Novotel, en el Campo de las Naciones. Suplicaron a los taxistas que les llevaran hasta el recinto ferial. Los conductores se negaron rotundamente. Al final, la Polic¨ªa Municipal les sugiri¨® que cogieran un autob¨²s nocturno, b¨²ho, desde la plaza de Cibeles, y que luego fueran andando durante unos 15 minutos hasta el hotel. "Cuando vinimos al centro [por la tarde], el taxista no nos dijo nada. Aun con todo, me parece una causa justa", explic¨® uno de los turistas, Bernd Evers. La parada de b¨²hos en Cibeles estaba llena de gente en la madrugada de ayer. La mayor¨ªa eran turistas como Evers, que se encontraron una ciudad sin taxis.

En los aleda?os de la Puerta del Sol se concentraban a esas horas diez taxis. Quer¨ªan impedir que alg¨²n colega recogiese viajeros. Entre ellos se encontraba un coche exclusivo para emergencias. S¨®lo atend¨ªa causas de primera necesidad y sin cobrar nada. "No queremos que exista af¨¢n de lucro, porque si no vendr¨ªan las revanchas y las disputas entre nosotros", coment¨® su conductor.

Dos chicas de unos 18 a?os caminaban en la madrugada del martes Castellana arriba, a la altura de la plaza de Col¨®n, cargadas con varias bolsas de viaje. "Hemos llegado a las doce [de la noche, hora a la que empez¨® la huelga de los taxistas] en autob¨²s desde Salamanca. Como no hemos visto ni un solo taxi, nos hemos tenido que venir andando desde la estaci¨®n [de autobuses de la avenida del Mediterr¨¢neo]. Llevamos una hora y diez minutos caminando", se quejaron.

Un ejecutivo esperaba en la esquina de Castellana con la calle de Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde la llegada de los esperados taxis. "Vengo de cenar", aclar¨®. Tras esperar durante un rato sin ¨¦xito, sac¨® su tel¨¦fono m¨®vil y llam¨® a su casa para que le fueran a recoger. Tuvo que despertar a su compa?era para que acudiera a su rescate.