Un juez en busca de un fichero: mujer, intimidad, aborto
El ojo escrutador del juez albacete?o andar¨¢ buscando ahora mismo el perfil de las mil rnujeres cuyo anonimato se ha esfumado gracias a la redada intempestiva que (en aras de la Justicia, naturalmente) ha llevado a cabo dicho representante de la judicatura en ejercicio de sus funciones. Mil mujeres que tuvieron la desgracia de engendrar un hijo no deseado y decidieron (dentro o fuera de la ley, que ¨¦sa es otra cuesti¨®n que no debe perderse de vista) interrumpir su embarazo acudiendo a una cl¨ªnica autorizada. Tambi¨¦n hubieran podido recurrir a ese l¨²gubre periplo de las cl¨ªnicas clandestinas (a veces ni cl¨ªnicas siquiera), donde a buen seguro les habr¨ªan cobrado menos dinero, no les habr¨ªan abierto ficha alguna y ¨²nicamente habr¨ªan corrido serio riesgo su salud, cosa que parece poco importante para algunos. En lugar de ello, cayeron en la ingenuidad de identificarse en un centro autorizado y ahora m¨¢s de una se estar¨¢ arrepintiendo, temiendo que quiz¨¢ no fuera muy real el motivo por el que abort¨® (m¨¢s del 90% de las mujeres aborta legalmente por afectaci¨®n de la salud ps¨ªquica) y que a lo peor la justicia se pondr¨¢ a indagar hasta qu¨¦ punto le angustiaba la llegada de un hijo que no quer¨ªa, si procedieron los m¨¦dicos con rigor al elaborar la anamnesis de la paciente, etc¨¦tera. En una triste pesadilla, se les aparecer¨¢ un juez preguntando: "?A ver! ?Cu¨¢nta angustia sent¨ªa usted?... No es suficiente, ten¨ªa que sentir mucha m¨¢s para poder abortar legalmente...". "La verdad, se?or¨ªa, es que siento mucha m¨¢s ahora que entonces, aunque eso me condene ...".Seguramente s¨®lo quienes no hayan vivido de cerca esos momentos en que una mujer sufre calladamente al saber que se ha quedado embarazada sin desearlo podr¨¢n frivolizar sobre la profunda gravedad de la decisi¨®n a la que se enfrenta: su futuro est¨¢ en juego, c¨®mo (y con qui¨¦n) transcurrir¨¢n los pr¨®ximos a?os de su vida (un proyecto siempre imperfecto pero que dibujamos con todo el esmero posible). A algunos les parece un dilema menor; otros apelan a principios religiosos, olvidando esa m¨¢xima ¨¦tica de la democracia que nos obliga a respetar el derecho de los dem¨¢s. Y conviene que se sepa que cuando una mujer interrumpe su embarazo est¨¢ ejerciendo un derecho que la Constituci¨®n le concede, siempre que la continuaci¨®n de la gestaci¨®n le provoque perjuicios tan graves que no sea l¨ªcito impon¨¦rselos. Y conviene que se sepa, tambi¨¦n, que nuestra legislaci¨®n es permisiva hasta cierto punto, no s¨®lo porque existan ¨²nicamente determinados motivos legales para abortar sin culpa: peligro para la salud o la vida de la madre, violaci¨®n o malformaciones en el feto (excluy¨¦ndose hasta ahora otros motivos reconocidos en Europa, como la llamada indicaci¨®n social), sino porque la decisi¨®n ¨²ltima sobre la legalidad de la interrupci¨®n del embarazo est¨¢ en manos de los m¨¦dicos que certifiquen lo aducido por la mujer. Todo ello provoca que m¨¢s del 50% de los abortos que se practican en Espa?a sean ilegales todav¨ªa, lo que permite que se produzcan hechos como la redada de fichas que ha realizado el juez de AIbacete. Los antiabortistas sospechan -con raz¨®n- que no todos los abortos realizados en cl¨ªnicas autorizadas se ajustan completamente a la legalidad y encuentran en ¨¦sta un formidable ariete con el que pretenden conseguir que las cl¨ªnicas privadas dedicadas a estas intervenciones terminen por cerrar, sabiendo muy bien que la sanidad p¨²blica prefiere mantenerse al margen de la cuesti¨®n, apelando a la objeci¨®n de conciencia m¨¦dica (muy respetable cuando es real ... ) y olvidando, sin embargo, que el derecho de las mujeres a abortar legalmente deber¨ªa corresponderse con el de hacerlo en hospitales p¨²blicos (y a cargo de la Seguridad Social), compaginando como es debido el derecho ideol¨®gico de los m¨¦dicos y el derecho a la salud de los ciudadanos. Lo dem¨¢s (es decir, la situaci¨®n actual) es pura hipocres¨ªa pol¨ªtica.
Con motivo de una redada similar llevada a cabo en una cl¨ªnica valenciana hace algunos a?os (all¨ª se incautaron 3.000 fichas de pacientes), la memoria anual de la Fiscal¨ªa General del Estado denunci¨® este tipo de intervenciones indiscriminadas porque supone una incuestionable violaci¨®n de la intimidad, que es un derecho fundamental tan respetable como los dem¨¢s. Lo ocurrido ahora en Albacete debe servir para que de una vez por todas se acabe esta tibieza legal que deja al albur de una decisi¨®n judicial un acto tan ¨ªntimo, tan dif¨ªcil y con tantas repercusiones vitales para la mujer como lo es la interrupci¨®n del embarazo. S¨®lo ella puede decidir. Que el Parlamento deshaga el empate y se apruebe de una vez un sistema de aborto legal que reconozca a cualquier mujer de nuestro pa¨ªs el derecho a decidir libremente (durante las 12 primeras semanas de embarazo) si quiere o no quiere tener un hijo. ?Ah!, y que pueda acudir a un hospital p¨²blico. Creo que somos mayor¨ªa los que abogamos por ello.
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