?No se cayeron!
Los toros de la octava corrida de la Feria de las Fallas, no se cayeron. Repitamos a coro: ?No-se-ca-ye-ron!
Por qu¨¦ no se cayeron los toros de la octava corrida fallera es un misterio. Se exigen explicaciones.
Los toros de las siete funciones anteriores, incluidos sobreros, se cayeron todos salvo uno. El excepcional acontecimiento lo protagoniz¨® el Guardiola bravo lidiado en cuarto lugar el d¨ªa 14, ser¨ªan las 18.24 horas, ven¨ªa un gris que cortaba el cutis, el conseller Cartagena acababa de dimitir.
La raz¨®n por la cual los Torrestrella no se cayeron despu¨¦s de que se cayera medio centenar de toros, es motivo de inquietud para la afici¨®n sensible. Si medio centenar de toros se caen y los taurinos dicen que esto es normal, se debe deducir que los toros de Torrestrella son anormales.
Torrestrella / Ortega, Mu?oz, Liria
Toros de Torrestrella, bien presentados en general, alguno sospechoso de pitones, encastados, dieron juego.Ortega Cano: estocada traser¨ªsima (silencio); tres pinchazos -aviso-, estocada y cinco descabellos (silencio). Emilio Mu?oz: pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ca¨ªda (petici¨®n, aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Pep¨ªn Liria: pinchazo, otro hondo atravesado tendido, dos descabellos -aviso- y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo, estocada ca¨ªda -aviso- y dobla el toro (petici¨®n y ovaci¨®n). Plaza de Valencia, 18 de marzo. 8? corrida de feria. Cerca del lleno.
El ganadero, ?lvaro Domecq y D¨ªez, presente en el callej¨®n, deber¨ªa justificar lo sucedido. Procede que ?lvaro Domecq comparezca ante la autoridad en calidad de imputado.
No se puede ir propalando por ah¨ª soflamas y sofismas, argumentaciones demag¨®gicas, insistir en ellas hasta levantar dolor de cabeza, corromper o por lo menos intentarlo, extorsionar, amenazar e insultar, cual suelen determinados taurinos, para convencer a la afici¨®n conspicua y al vulgo inocente de que la invalidez de los toros es la normalidad propia de los albores del tercer milenio, y que de s¨²bito un ganadero suelte en la feria de Valencia unos toros enteros y verdaderos. No se puede, salvo que el ganadero tenga ganas de revolver,como si fuera un ni?o. Y don Alvaro Domecq no es un ni?o. Tiene sus a?itos.
Saltaban a la arena los toros de don ?lvaro, y no estaban mal. Unos m¨¢s que otros, daban la talla en cuanto a trap¨ªo se refiere, y en lo concerniente a comportamiento, ten¨ªan su aqu¨¦l. Todos sacaron bravura en diversa medida, desarrollaron nobleza a lo largo de los tercios, mor¨ªan haciendo manifestaci¨®n de su casta brava. Y sin necesidad de caerse, ni nada.
Quienes se ca¨ªan eran los toreros, lo que es la vida. Capoteaba Emilio Mu?oz a su primer toro, y se cay¨®. El toro hizo por ¨¦l, afortunadamente se le reboz¨® por la inercia de la galopada, y en ¨¦stas que acudi¨® Pep¨ªn Liria al quite, con tanto apresuramiento que se cay¨® tambi¨¦n. Al verlo en el suelo, el toro se le arranc¨® presto; menos mal que salv¨® el trance un pe¨®n a cambio de perder el capote, flamearon otros, el ruedo se llen¨® de cuadrillas alborotadas, hubo regates y carreras, ayes y suspiros. Parec¨ªa la batalla de las Term¨®pilas.
No hubo mayores sobresaltos en la tarde salvo cuando Pep¨ªn Liria recibi¨® al tercero con largas cambiadas, o le daba pa ses de rodillas, y se empleaba en un toreo corajudo y alborot¨®n. Pep¨ªn Liria ven¨ªa a por todas. Y aunque no despleg¨® exquisiteces toreras, dej¨® en cambio patentes muestras de su honestidad profesional, de su pundonor y de su ambici¨®n de triunfo.
Ortega Cano y Emilio Mu?oz eran otra cuesti¨®n. Ortega Cano y Emilio Mu?oz, dos veteranos ya de vuelta de muchas cosas, poseen distinto concepto del arte de torear. Y se les agradece en el alma. Ambos desperdiciaron sendos lotes con sobrada boyant¨ªa para cuajarlos faenas inspiradas, es cierto, mas no dejaron, por ello, de interpretar el toreo seg¨²n los c¨¢nones. Y hubo en Emilio Mu?oz alg¨²n natural de impecable factura; en Ortega Cano varias series de redondos -principalmente al cuarto- de hermosa ejecuci¨®n. Estar¨ªan bien o mal, pero tanto en la brega laboriosa como en el toreo afiligranado, tanto en los arrebatos de marchoser¨ªa como en las desesperanzadas inhibiciones, era evidente que hab¨ªa all¨ª dos toreros aut¨¦nticos.
El torero aut¨¦ntico y el toro aut¨¦ntico. Vengan matadores, buenos o malos, imbuidos de torer¨ªa. Vengan toros, bravos o no con casta y fortaleza. Y la fiesta estar¨¢ salvada.
Babelia
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