El Madrid arrollado en Sevilla
El Caja San Fernando teji¨® anoche una victoria espl¨¦ndida ante un Real Madrid temeroso. Al margen de la amplia diferencia (93-69), el triunfo rompe la p¨¢gina m¨¢s reciente de los dos equipos. Los locales, por fin, empiezan a ver una luz de esperanza despu¨¦s de naufragar durante toda la temporada en medio de la oscuridad mientras que los visitantes se alejan peligrosamente de los puestos de cabeza.Faltaban diez minutos para terminar el partido y la imagen que ofrec¨ªan los dos banquillos era suficiente para pronosticar un marcador. Tirso Lorente estaba de pie, petrificado, en la soledad de la derrota. Atr¨¢s, sus jugadores ten¨ªan los codos sobre las rodillas, como si con ellos no fuera la historia. Entre ellos, estaba el base argentino Lucas Victoriano que frustr¨® su sueno de debutar.
En el otro extremo, Jos¨¦ Alberto Pesquera gritando sin cesar, dirigiendo al quinteto con sus instrucciones y a la tribuna con sus gestos, rodeado por todos los jugadores suplentes que, toalla en mano, no paraban un segundo. Era la euforia de la victoria que acariciaron con convicci¨®n porque desde los tres minutos rompieron el empate y siempre estuvieron por encima del marcador.
La victoria para el Caja era cuesti¨®n de vida o muerte. El equipo est¨¢ al borde descenso y necesita sumar puntos a toda consta. Hace dos jornadas que Pesquera tom¨® sus riendas y lanz¨® un mensaje: "Atr¨¢s quiero una defensa s¨®lida y adelante un ataque precipitado". Los jugadores aprendieron el libreto de memoria. Aquella sentencia de arriesgar siempre a¨²n a riesgo de perder balones se hizo realidad. Lo importante, es retornar r¨¢pido. As¨ª fue. En el contragolpe, los jugadores del Caja aparec¨ªan como rel¨¢mpagos para defenderse. Cada bal¨®n lo peleaba a muerte. El Caja no s¨®lo jug¨® bien sino que adem¨¢s tuvo suerte. Un elemento casi olvidado en el Palacio Municipal de los Deportes.
El Madrid no lo cre¨ªa. Mikhailov y Santos comprendieron que se estaban equivocando e hicieron un llamado a la serenidad. Ambos, empezaron a lanzar balones en profundidad en busca de Herreros que marcaba a cuenta gotas. La estrategia dur¨® demasiado poco.
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