Las 'termitas', el otro fen¨®meno 'natural'
La poderosa industria maderera se sirve de los marginados para esquilmar la mayor selva del mundo
El pl¨¢cido concierto de sonidos de la selva se interrumpi¨® de repente, con el estruendo del motor de una sierra mec¨¢nica. La herramienta penetr¨® el tronco de una centenaria suma¨²ma, ¨¢rbol de dimensiones gigantescas, debilit¨¢ndolo poco a poco hasta que despu¨¦s de un largo trabajo se desplom¨® estrepitosamente, haciendo temblar la tierra con su peso demoledor.Cumplida la haza?a, el le?ador, un mestizo de baja estatura, dej¨® caer la pesada herramienta y sonri¨® con aire triunfal a un periodista del diario carioca O Globo que documentaba la escena. "Esto s¨®lo ha de terminar cuando Dios mande el fuego eterno", coment¨®.
El le?ador forma parte de un ej¨¦rcito de 300.000 marginados -campesinos sin tierra, ex buscadores de oro, indios aculturados y aventureros de toda laya- que en los ¨²ltimos a?os han convertido la deforestaci¨®n de la selva de la Amazonia en la principal actividad econ¨®mica de esa vasta regi¨®n.
De acuerdo con el extenso reportaje recientemente publicado por el peri¨®dico carioca O Globo, estas termitas -como son llamados los depredadores- no son los verdaderos responsables por la destrucci¨®n de la selva tropical m¨¢s grande del planeta. Viven en forma miserable, explotados por aserraderos, la industria m¨¢s floreciente de la regi¨®n amaz¨®nica, y por empresas madereras extranjeras, principalmente de Malaisia e Indonesia, pa¨ªses donde las grandes florestas son tambi¨¦n pasto de las llamas naturales y la industria maderera.
Jo¨¢o Pereira, un campesino analfabeto, padre de cinco hijos, vive del desmonte desde hace 12 a?os, pero hasta hace muy poco tiempo no sab¨ªa que tal actividad es clandestina. Cuando los inspectores del gobierno confiscaron 23.000 metros c¨²bicos de madera, interrumpiendo la actividad maderera en su regi¨®n, se qued¨® sin medios de vida y tuvo que salir a cazar y pescar para sobrevivir con su familia. Desprovisto de la m¨¢s elemental noci¨®n de medio ambiente, Jo¨¢o no entendi¨® por qu¨¦ hac¨ªan aquello. Apenas coment¨® que "aqu¨ª se viv¨ªa mejor antes, cuando no hab¨ªa fiscalizaci¨®n". Las termitas cobran el equivalente a unas 2.300 pesetas por cada tronco de caoba que cortan, que m¨¢s tarde ser¨¢ vendido por casi 500.000 pesetas en alguna de las grandes ciudades brasile?as o hasta por 900.000 en Europa o Estados Unidos.
A lo largo de esta d¨¦cada, la Amazonia recibi¨® cada a?o unas 20.000 familias de campesinos sin tierra, en su mayor¨ªa expulsados de las provincias del Noreste por el hambre y la miseria, o por el desempleo en la regi¨®n industrial de Manaos. Al ocupar unas pocas hect¨¢reas para sus cultivos de subsistencia, estos labriegos suelen incendiar el bosque virgen para fertilizar la tierra con las cenizas. Los m¨¢s avisados venden antes a precio vil las maderas m¨¢s nobles. Despu¨¦s de una o dos cosechas, la tierra est¨¦ril no rinde m¨¢s y los campesinos tienen que incendiar otro pedazo para seguir sobreviviendo.
"Yo s¨¦ que estoy da?ando la selva", comenta Abd¨®n Far¨ªas, un labrador m¨¢s informado, 11 pero no voy a dejar que mi familia muera de hambre por defender el medio ambiente".
La "fiebre del oro" termin¨® hace ocho a?os en Guarant¨¢, en la selv¨¢tica regi¨®n norte del estado de Mato Grosso, con el agotamiento de los veneros en los que muchos dejaron la vida, otros fueron explotados durante a?os y unos pocos aventureros hicieron fortuna.
Uno de los escasos favorecidos por la suerte es Aparecido Andr¨¦, de 39 a?os, que con la peque?a fortuna amasada con el oro supo adaptarse r¨¢pidamente a la nueva realidad de la econom¨ªa local y hoy posee un aserradero. "No hacemos ning¨²n mal a la Naturaleza; s¨®lo talamos ¨¢rboles viejos que ya no producen m¨¢s ox¨ªgeno", afirma con ingenua picard¨ªa.
?Cu¨¢nto le cuesta al planeta este nuevo modelo econ¨®mico implantado en la selva al margen de la ley? Cada a?o, las motosierras de las termitas talan clandestinamente 50 millones de metros c¨²bicos de madera, cantidad suficiente para llenar 1.250.000 camiones, que, dispuestos en fila, ocupar¨ªan una distancia mayor que el trayecto Madrid-Tokio. S¨®lo el 20% de este volumen es extra¨ªdo de ¨¢reas que poseen planes de reforestaci¨®n y de propiedades que fueron autorizadas a desmontar un ¨¢rea determinada.
En el Instituto de Medio Ambiente de Brasil reconocen que es imposible controlar a las termitas. "En las im¨¢genes de sat¨¦lite no hay forma de distinguir el desmonte clandestino del autorizado", explican.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.