Aquiles, en Indonesia
Los c¨ªrculos pol¨ªtico-financieros occidentales han pasado las ¨²ltimas semanas haci¨¦ndose cruces y c¨¢balas a prop¨®sito del esperado nuevo Gobierno que el dictador Suharto deb¨ªa nombrar en Indonesia. Previamente se hab¨ªan producido conjeturas sobre si el dictador, de 76 a?os, se autopropiciar¨ªa una vez m¨¢s como presidente del pa¨ªs. La sabidur¨ªa convencional a este respecto -paradigm¨¢ticamente encarnada por The New York Times- aseguraba que "EE UU tiene intereses complejos en Indonesia. Ha de promover una gesti¨®n m¨¢s inteligente, tranquilizar a los inversores, mantener la seguridad regional y minimizar el dolor que sufren los pobres" (17.2.1998). Toda una lecci¨®n de compassion.?Por qu¨¦ acordarse de santa B¨¢rbara s¨®lo cuando truena? ?Por qu¨¦ no estimular las reformas en el momento oportuno, cuando todav¨ªa hay tiempo para evitar una cat¨¢strofe? Hace mucho tiempo que en Indonesia no se lleva a cabo una gesti¨®n econ¨®mica que tienda a disminuir las enormes diferencias sociales, lo que podr¨ªa haber llevado en su momento a que el dolor que sufren los pobres fuera oportunamente remediado. Parece que s¨®lo ahora -cuando la tranquilidad de los inversores extranjeros est¨¢ cuestionada debido a la gigantesca crisis financiera que azota el sureste asi¨¢tico, y muy especialmente a Yakarta- hay que mentar a santa B¨¢rbara.
Indonesia es un pa¨ªs de 200 millones de almas, la mayor¨ªa de ellas, musulmanas (es el m¨¢s grande pa¨ªs isl¨¢mico del planeta), que se encuentra cada d¨ªa m¨¢s cerca del caos. La sabidur¨ªa convencional dir¨ªa que "se encuentra en la encrucijada". Yo prefiero hablar de caos social, econ¨®mico y de identidad nacional y cultural. La transici¨®n a la democracia que, tard¨ªamente, Occidente desea impulsar no ser¨¢ f¨¢cil. De esos 200 millones de personas, ¨²nicamente unos 15 integran la clase media, que adem¨¢s no parece muy inclinada a favorecer un cambio inteligente. Se aferra a la estabilidad, en la esperanza -probablemente vana- de que el Ej¨¦rcito contenga a los otros muchos, muchos m¨¢s millones de pobres, analfabetos y campesinos, que constituyen los desheredados, los condenados de la tierra, a los que compadece The New York Times. A?¨¢dase al c¨®ctel un 4% de la poblaci¨®n de origen chino y que controla en torno al 70% de la riqueza privada del pa¨ªs. Va a hacer falta algo m¨¢s que buena voluntad para evitar enfrentamientos inter¨¦tnicos al estilo de los que peri¨®dicamente ocurren en la India entre la mayor¨ªa hind¨² y la minor¨ªa musulmana. ?Se acuerdan de Zaire y de Mobutu, que parec¨ªa destinado a durar eternamente? Los casos no son id¨¦nticos, pero pertenecen al mismo contexto. Son lamentables modelos-tipo reiteradamente reproducidos en las relaciones internacionales de las ¨²ltimas d¨¦cadas. S¨®lo el fin de la guerra fr¨ªa implic¨® el ocaso del apoyo incondicional de Washington a dictadores, ya innecesarios para reforzar el frente anti-Mosc¨². Parece que ahora se busca un modelo m¨¢s decente, de momento infructuosamente, pues Suharto no s¨®lo se ha hecho reelegir por una Asamblea Consultiva popular designada mayoritariamente por ¨¦l, sino que acaba de formar un Gabinete que es un insulto a la inteligencia. Si ya es bochornoso que en dicha Asamblea cuatro de sus seis hijos sean "consultores", la composici¨®n del nuevo Gobierno constituye un bofet¨®n a las pretensiones occidentales de reforma del sistema. Incluye a su hija mayor como ministra de Asuntos Sociales y a un ¨ªntimo amigo -gran comerciante y propietario de uno de los grupos madereros que el FMI estima que hay que dejar de privilegiar- como ministro... de Comercio.
Los expertos se preguntan si la crisis que ha convertido a los tigres asi¨¢ticos en papel toca a su fin. Para algunos, est¨¢ en v¨ªas de superaci¨®n. Pero todos coinciden en que Indonesia es el tal¨®n de Aquiles de la recuperaci¨®n. La mitolog¨ªa griega presenta a Aquiles como inmortal gracias a la inmersi¨®n en el r¨ªo sagrado que de ¨¦l hizo su madre cuando era ni?o. Un tal¨®n, que en el legendario ba?o qued¨® al descubierto, fue su ruina. Los antiguos griegos considerar¨ªan la Indonesia de Suharto una inmensa chapuza, una estafa colectiva, con demasiados hijos vulnerables y numerosos talones al descubierto.
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