Salvemos el Bernab¨¦u
Desde hace varias semanas gran cantidad de personas me abordan para mostrarme su creciente inquietud por lo que consideran una barbaridad: la demolici¨®n del actual estadio Santiago Bernab¨¦u y la construcci¨®n de un nuevo coliseo a las afueras de Madrid.La preocupaci¨®n es un¨¢nime: personas de relieve social, socios de a pie o simples simpatizantes del Real Madrid.
Lo cierto es que la sola menci¨®n de demoler el estadio Santiago Bernab¨¦u produce escalofr¨ªos. Verdaderamente, ser¨ªa un hecho de tan grave trascendencia que atenta no s¨®lo contra el futuro de nuestro club, sino que afecta a la propia historia e identidad de los madridistas. Por eso no es de extra?ar que miles de socios se nieguen a permanecer impasibles y aceptar resignadamente algo que puede causar un da?o irreparable al Real Madrid.
El argumento fundamental que alegan los defensores de la demolici¨®n del Bernab¨¦u y su traslado a las afueras de Madrid es que el cumplimiento de la normativa que obliga a que todas las localidades sean de asiento producir¨¢ una reducci¨®n de los ingresos, con lo que el club se debilitar¨ªa econ¨®micamente. Este argumento es ciertamente endeble.
En primer lugar, nuestro actual Bernab¨¦u, despu¨¦s de la remodelaci¨®n llevada a cabo recientemente y en la que los socios invertimos m¨¢s de 7.000 millones de pesetas, se ha convertido en uno de los estadios m¨¢s modernos del mundo. Esta misma valoraci¨®n la hemos podido leer en el folleto conmemorativo del 50? aniversario del estadio, que el propio club ha repartido al efecto. Habla de un estadio "sin¨®nimo de innovaci¨®n y modernidad" y lo califica como "un proyecto del siglo XXI". S¨®lo queda por terminar la reforma en el frente de la calle de Padre Dami¨¢n, con lo que la capacidad total de localidades alcanzar¨ªa la cifra de 85.000 plazas, todas de asiento. Y la inversi¨®n ser¨ªa de 3.500 millones de pesetas, aproximadamente. De esta forma rentabilizar¨ªamos y no despilfarrar¨ªamos la fuerte inversi¨®n realizada recientemente por los socios, cuando, adem¨¢s, ya se conoc¨ªa la normativa que obligaba a que todas las localidades deb¨ªan ser de asiento para la temporada 1998-99.
Por tanto, con 85.000 localidades de asiento, el estadio Santiago Bernab¨¦u seguir¨ªa siendo unos de los estadios m¨¢s grandes del mundo, cubriendo suficientemente las necesidades de los socios y seguidores del Real Madrid. Pero ser¨ªa el ¨²nico que tendr¨ªa un elemento diferente de todos los otros grandes estadios del mundo: su ubicaci¨®n en el centro de una gran ciudad, en el coraz¨®n de Madrid. Ninguno de los clubes que han ganado en los ¨²ltimos a?os la tan ansiada Liga de Campeones, el Borussia Dortmund, Juventus, Ajax, Milan o Marsella, pasan este aforo.
Pero, adem¨¢s, desde el punto de vista econ¨®mico, su inigualable situaci¨®n es la causa determinante de la gran asistencia de p¨²blico a todos los partidos de f¨²tbol, con independencia del equipo que nos visite. Estoy seguro que los ingresos del Bernab¨¦u con 85.000 plazas sentadas ser¨ªan superiores a los que se pudieran obtener con un aforo de 100.000 o m¨¢s espectadores en un estadio construido en las afueras de Madrid. Podr¨ªamos afirmar que el Bernab¨¦u es una mina de oro por su actual ubicaci¨®n. ?Cu¨¢ntos ejemplos podr¨ªamos poner de estadios nuevos m¨¢s grandes, construidos en las afueras de la ciudad, que en vez de aficionados s¨®lo muestran cemento? La Juventus es uno de los ilustres que est¨¢ viviendo este problema en Delle Alpi.
El nuevo y maravilloso estadio construido en Par¨ªs para los Mundiales de f¨²tbol de este a?o, no quiere ser utilizado por el Par¨ªs Saint Germain. El PSG prefiere seguir jugando en el Parque de los Pr¨ªncipes a pesar de ser m¨¢s peque?o. Piensan que al estadio de St. Denis, ubicado a s¨®lo 10 kil¨®metros de Par¨ªs, ir¨ªan muchos menos seguidores. Adem¨¢s, seg¨²n los expertos en coliseos, aforos por encima de 70.000 plazas no tienen sentido, pues la calidad de percepci¨®n del espectador es muy deficiente.
Pero si todas estas razones son importantes desde el punto de vista econ¨®mico, existen otras que para los madridistas son definitivas. Y es que el estadio Santiago Bernab¨¦u es una parte inseparable del Real Madrid. Ha contribuido a la grandeza del club y ha sido decisivo en la denominaci¨®n del Real Madrid como el mejor club de la historia del f¨²tbol, seg¨²n la FIFA. Es, adem¨¢s, el s¨ªmbolo de todos los madridistas, de sus socios y de los millones de simpatizantes que existen tanto en Espa?a como en el extranjero. Si se demoliera el Bernab¨¦u, perder¨ªamos nuestra identidad, ya nada volver¨ªa a ser igual en el Real Madrid. Ser¨ªa parecemos a otros clubes de Europa, importantes -algunos, pero no ¨²nicos, como lo somos ahora a los ojos de todo el mundo por la singularidad de nuestro estadio. Los jugadores, los entrenadores, los socios, todos somos pasajeros en nuestro club, pero el estadio ha perdurado, lo hemos modernizado y es el elemento de uni¨®n del pasado con el futuro, haciendo de ¨¦l un s¨ªmbolo que ya ha cumplido medio siglo.
Pero tambi¨¦n quisiera apuntar que el Bernab¨¦u ha traspasado lo meramente deportivo para convertirse en un monumento, orgullo para la ciudad de Madrid, ocupando un lugar privilegiado en la capital, en la que ha arraigado con sus 50 a?os de gloriosa historia, siendo un s¨ªmbolo inseparable no s¨®lo de los madridistas, sino tambi¨¦n de los madrile?os. ?Cu¨¢ntas personas en el mundo conocen Madrid por el Bernab¨¦u? Las instituciones madrile?as no deber¨ªan ser dudosas a la hora de salvar un monumento que ha trascendido m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
Es dif¨ªcil resumir en un art¨ªculo todo lo que se podr¨ªa decir sobre el Bernab¨¦u. Por eso pienso que su demolici¨®n y su traslado a las afueras parecen tal disparate que me sumo a quien lo ha definido p¨²blicamente, el profesor Peces Barba, al calificarlo como "el crimen del Bernab¨¦u".
Estas l¨ªneas que he escrito no tienen m¨¢s objetivo que servir de reflexi¨®n para todos. No tengo dudas que tanto unos como otros quieren lo mejor para nuestro club. Me consta que en esta reflexi¨®n est¨¢ el presidente del Real Madrid y tengo el convencimiento que entre todos llegaremos a la conclusi¨®n de que lo m¨¢s acertado es dejar el Bernab¨¦u en su sitio.
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