Despedida y venganza

?D¨®nde ir¨¢ Roland Petit? ?l se lleva consigo sus coreograf¨ªas. En el Ballet de Marsella queda solamente por un a?o este nuevo Lago de los cisnes. Petit ha establecido su residencia f¨ªsica y fiscal en Ginebra, y se rumorea que est¨¢ en negociaciones para fundar all¨ª una compa?¨ªa propia o hacerse cargo de la ¨®pera de esa ciudad helv¨¦tica. Es un destino de los grandes core¨®grafos. A Maurice B¨¦jart le pas¨® lo mismo en Bruselas hace m¨¢s de 10 a?os y recal¨® en Lausana. A ambos, los ¨²ltimos emperadores del arte coreogr¨¢fico franc¨¦s, se les ha negado inveteradamente atravesar el arco del triunfo de la ¨®pera de Par¨ªs para acceder a su silla de director. Petit est¨¢ rabioso y ha puesto pleitos diversos a las instituciones que han hecho prevalecer la burocracia sobre el talento. Anteayer hubo l¨¢grimas sobre el escenario, y los primeros bailarines dieron una cena de despedida a su maestro. Dos, d¨ªas antes, una magna convocatoria de la instituci¨®n present¨® a la sustituta: la etoile de la ¨®pera de Par¨ªs Marie-Claude Pietragalla. Roland no se ha callado, y muchos coinciden con ¨¦l en que suceder¨¢n desgracias y lo que pasa hoy es una locura que abarca muchos teatros y compa?¨ªas francesas de las que habr¨¢ que arrepentirse.