YeItsin a?ade confusi¨®n al panorama pol¨ªtico con una insinuaci¨®n a su retirada en el 2000
En tiempos de Leonid Br¨¦znev, las presencias y ausencias en la tribuna de la plaza Roja permit¨ªan aventurar a los kremlin¨®logos lo que se coc¨ªa en el poder. La era sovi¨¦tica es ya historia, pero Bor¨ªs Yeltsin, forjado en aquella escuela, no ha olvidado que la confusi¨®n, puede ser un instrumento de poder. El presidente ruso dio ayer a entender que no ser¨¢ candidato a la reelecci¨®n en el a?o 2000 (lo que puede que sea cierto o no) y su matizado apoyo a su ex primer-ministro V¨ªktor Chernomirdin estuvo muy lejos del que habr¨ªa sido l¨®gico si realmente ¨¦ste fuera su delf¨ªn.
El l¨ªder del Kremlin aprovech¨® su comparecencia junto a Kofi Annan, secretario general de la ONU, para contestar a la pregunta que todo el mundo se hace estos d¨ªas en Rusia: ?apoya Yeltsin a su jefe de Gobierno desde diciembre de 1992, al que destituy¨® el d¨ªa 23, como su candidato a sucederle en el a?o 2000? Chernomirdin, al anunciar que entraba de lleno en la carrera, dijo el pasado domingo que ¨¦l hab¨ªa entendido que s¨ª.Sin embargo, Yeltsin, con su habitual desprecio de la gram¨¢tica, dijo m¨¢s o menos esto: "Fui yo quien tom¨® la decisi¨®n [de destituir al Gobierno], teniendo al mismo tiempo en mente que ¨¦l [Chernomirdin] deber¨ªa dirigir la campa?a presidencial. All¨ª necesitamos un l¨ªder fuerte, y dado que, por as¨ª decirlo, yo quedo fuera de las elecciones, hace falta un reforzamiento. Por eso hemos efectuado este fuerte enroque".
Traducci¨®n libre: Yeltsin a¨²n no sabe si ser¨¢ o no candidato a un tercer mandato. El hecho de que lo niegue no tiene mayor importancia. Ya lo ha hecho en otras ocasiones. En la ¨²ltima dijo que pod¨ªa ser anticonstitucional y que hac¨ªa falta savia nueva. Dificilmente podr¨ªa serlo un Chemomirdin que cumplir¨¢ 60 a?os dentro de unos d¨ªas y con m¨¢s conchas que un gal¨¢pago en su caparaz¨®n de veterano aparatchik comunista. Adem¨¢s, ayer se neg¨® a calificarle como sucesor con el argumento de que ¨¦l no es un rey y que, en Rusia, es el pueblo el que elige al presidente.
Pero mientras Yeltsin niega, su corte de aduladores afirma por detr¨¢s que es pronto para decir nada. La decisi¨®n definitiva depender¨¢ muy probablemente del estado de salud del presidente y del dictamen del Tribunal Constitucional, que tiene que pronunciarse sobre si la limitaci¨®n a dos mandatos que fija la ley puede saltarse teniendo en cuenta que Yeltsin fue elegido por vez primera en 199 1, cuando a¨²n exist¨ªa la URSS.
En cuanto a si el cuerpo aguanta, a Yeltsin, de 67 a?os, se le ha dado varias veces por moribundo, tiene cinco puentes en su castigado coraz¨®n desde noviembre de 1996, ha superado una pulmon¨ªa doble, ha puesto varias veces en vilo al pa¨ªs con sus episodios supuestamente gripales y algunas especulaciones apuntan a que sufre demencia senil y arteriosclerosis cerebral.
Superviviente nato
Pero este animal pol¨ªtico tiene un instinto de supervivencia ¨²nico, se resiste como un tigre a convertirse en ex y puede que tema que, si llega ese caso, le pasen factura, incluso penal, por haber ordenado el bombardeo del Parlamento el 3 de octubre de 1993. Todo eso, sin duda, juega en contra de que decida ceder el testigo.Chernomirdin no debe sentirse demasiado c¨®modo en su nuevo pellejo de candidato presidencial, con dos a?os por delante, sin su base de poder en el Gobierno y sin saber qu¨¦ cables se le pueden cruzar cualquier d¨ªa a Yeltsin.
De hecho, otros dos probables aspirantes al Kremlin, el vicejefe de Gobierno Bor¨ªs Nerntsov y el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov, prefieren esconder la .cabeza bajo el ala (por miedo a que se la corten) y negar toda ambici¨®n presidencial hasta que se aclare el panorama.
En el otro frente abierto, el del nuevo Gobierno, la situaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ al rojo vivo. El l¨ªder comunista, Guennadi Ziug¨¢nov, insiste enque su grupo, mayoritano en la, Duma, votar¨¢ contra el candidato de Yeltsin a primer ministro, Sergu¨¦i Kiriyenko, de 35 a?os, que acaba de declarar que no se. considera a s¨ª mismo un pol¨ªtico sino un tecn¨®crata y, sobre todo, "un hombre del presidente".
Ayer mismo, un decreto presidencial nombr¨® ministro del Interior (tan provisional como el propio Ejecutivo) al ex titular de Justicia, Sergu¨¦i Stepashin, que en la guerra de Chechenia, cuando era jefe del Servicio Federal de Seguridad, se mostr¨® tan duro corno el propio Anatoli Kulikov, al que ahora releva en el Gobierno.
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