Una buena historia mal contada

Casi al final de su vida, Charles Dickens publica Grandes esperanzas (1860), una de sus mejores y m¨¢s conocidas novelas. Su inmediato ¨¦xito la hace objeto de alguna adaptaci¨®n teatral y de varias cinematogr¨¢ficas, entre las que destaca la dirigida por David Lean en 1946, que en Espa?a se estrena como Cadenas rotas. Una buena producci¨®n brit¨¢nica, fiel al original y protagonizada por John Mills, Alec Guinness y una joven Jean Simmons. Cuarenta y tantos a?os y varias versiones para cine y televisi¨®n despu¨¦s de esta gran pel¨ªcula, los norteamericanos han realizado una nueva adaptaci¨®n con amplitud de medios y un buen reparto, donde Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow encarnan a la pareja protagonista, arropados por unos cada vez m¨¢s excesivos Anne Bancroft y Robert de Niro. El atractivo de esta ¨²ltima versi¨®n de Grandes esperanzas reside en que varios guionistas -aunque s¨®lo aparece Mitch Glazer, tambi¨¦n ha intervenido el dramaturgo y director David Mamet- han abandonado el siglo XIX, y la han desarrollado en la actualidad en Florida y Nueva York.

Nuevo envoltorio

Lo mejor que puede decirse de esta versi¨®n es que la gran historia narrada por Dickens sigue latiendo bajo este nuevo envoltorio, los guionistas han conseguido conservar muchos de sus valores o encontrar otros equivalentes, para contar una sencilla historia de amor entre una joven rica y un muchacho pobre, pero protegido por un hada madrina de caracter¨ªsticas muy especiales.Esta gran historia, este buen gui¨®n que pod¨ªa haber dado lugar a una interesante pel¨ªcula, ha ido en manos del director Alonso Cuar¨®n, un mexicano que trata de hacerse un sitio dentro de la industria norteamericana, y no ha sabido c¨®mo narrarlo, ha estado a punto de destrozarlo por completo en sus ansias de hacer una producci¨®n lo m¨¢s moderna posible, algo m¨¢s parecido a un spot publicitario que a una aut¨¦ntica pel¨ªcula.

Basten como ejemplo los dos encuentros er¨®ticos entre Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow, la escena en que ¨¦l le acaricia las piernas y aquella otra en que ella posa desnuda. Est¨¢n rodadas con muchos m¨¢s planos de los necesarios, inclinando la c¨¢mara dejando a un lado la buena m¨²sica original de Patrick Doyle para sustituirla por cancioncillas de moda. Alfonso Cuar¨®n logra destrozarlas y que no transmitan el erotismo que destilan.