Hermanos de pasi¨®n
Un renovado fervor religioso devuelve el lustre a las cofrad¨ªas madrile?as, aseguran vivir su edad de oro
"Prefiero ser tonto de capirote a tonto de nacimiento". Lo dice Miguel ?ngel Toledo, un joven de 17 a?os, para quien el d¨ªa m¨¢s feliz del a?o es Jueves Santo. Es entonces cuando la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofrad¨ªa de Nazarenos de Nuestro Padre Jes¨²s del Gran Poder y Mar¨ªa Sant¨ªsima de la Esperanza Macarena acompa?a la imagen del Cristo y la Virgen en un recorrido m¨ªstico de seis horas por las calles del viejo Madrid. Los penitentes, camuflados bajo imponentes capirotes y antifaces, logran convertir la castiza Cava Baja en una r¨¦plica de Sevilla, arropados por m¨¢s de 200.000 personas con las que dicen vivir una aut¨¦ntica comuni¨®n espiritual.El capirote, impuesto por la Inquisici¨®n para humillar a sus reos, fue adoptado por las hermandades como un gesto de humildad que, desconocido por la mayor¨ªa de los mortales, les ha impuesto la penitencia del sarcasmo. "M¨¢s de un turista americano nos ha confundido con miembros del Ku-Klux-Klan", admite Javier Amarillas, un empleado de banca de 49 a?os, soltero y mayordomo (tesorero) de esta hermandad, fundada en 1940 por un grupo de sevillanos, entre los que se encontraba Joaqu¨ªn Turina. Otros cofrades de renombre fueron los Bienvenida, familia taurina que organiz¨® algunas corridas en beneficio de esta entidad.
Tras subir la empinada escalera de su sede, en la sacramental de San Isidro en la calle de Toledo, sorprende el bullicio de j¨®venes, m¨¢s propio de la sede de los boy scouts que de un local de devotos. Hay ni?os, como Lorena, que a sus 10 a?os no suelta el capirote negro con el que este a?o desfilar¨¢ por primera vez, o los miembros del cuerpo de ac¨®litos (encargados de escoltar los pasos), cuyas edades oscilan entre los cuatro o cinco a?os y los 25. "Las hermandades somos las grandes desconocidas. Estamos ah¨ª, pero nadie sabe muy bien qu¨¦ hacemos y c¨®mo funcionamos", se queja Amarillas, quien ha cumplido ya siete lustros de cofrade y todav¨ªa recuerda que su primera t¨²nica le cost¨® el 80% de su sueldo. Hoy, el precio medio del atuendo ronda las 65.000 pesetas.
Su identificaci¨®n con el franquismo, con el ala m¨¢s reaccionaria de la Iglesia o con el propio Klan ha contribuido, aseguran, a distorsionar la imagen de las hermandades y a acentuar el aire t¨¦trico y l¨²gubre que tienen para muchos. Tambi¨¦n provocaron su estancamiento. "Hubo una especie de boom, tras la guerra" explica Amarillas, "que acab¨® en la d¨¦cada de los sesenta. Ahora hay un renacer y muchos aseguran que estamos viviendo la edad de oro". El tiempo, dice ¨¦l, parece haber puesto las cosas en su lugar, y las cofrad¨ªas, al igual que la copla o los toros, empiezan a vivir sin etiquetas. Quiz¨¢ haya tenido algo que ver en la renovaci¨®n del fervor popular, la pasi¨®n de algunos cargos p¨²blicos por las procesiones.
Cuentan que entre los 1.240 hermanos hay gente de todas clases e ideolog¨ªas. Mary Paz, una estudiante de Filolog¨ªa, se reconoce de izquierdas. Para ella, el compromiso pol¨ªtico no est¨¢ re?ido con la espiritualidad." Sin embargo, dice que en la universidad le han dado "mucha ca?a por ser de la hermandad. Creen que es una secta".
El compromiso religioso es territorio privado. La mayor¨ªa cumple escrupulosamente con preceptos como el de no comer carne los viernes de Cuaresma : "Pero no nos metemos en si otros hermanos lo hacen o no", asegura Jos¨¦ Pastor, un veintea?ero relacionado con el mundo de la moda que s¨®lo se quita el pendiente de su oreja izquierda durante la procesi¨®n. Lo mismo ocurre con otros temas como la abstinencia sexual. "Yo", a?ade, "soy fiel a mis hermanos, a mis im¨¢genes. Pero disiento en muchas cosas con la forma de actuar de la Iglesia. Hay gente que no pisa un templo por no o¨ªr al cura, y sin embargo es muy religiosa".
No obstante, para ingresar en la hermandad, el futuro cofrade ha de someterse al examen del fiscal, quien le pregunta sobre sus sentimientos religiosos. "No se pide el certificado de penales ni se somete a nadie al tercer grado", dice Jos¨¦. "Como hay gente de todo, la cofrad¨ªa no tiene mentalidad de nada", a?ade Javier. "S¨®lo somos muy tradicionales con las costumbres de la cofrad¨ªa y con la puesta en escena de nuestra liturgia". Una escenograf¨ªa de est¨¦tica claramente andaluza, que la distingue del resto de las hermandades madrile?as, inspiradas en la tradici¨®n castellana.
A Carlos Malarria, de 27 a?os, el fervor le viene de su origen cordob¨¦s. Cuando lleg¨® a M¨¢drid, cada Jueves Santo su madre le tra¨ªa a la calle de Toledo para ver a la Macarena. Hoy considera que la Unesco deber¨ªa declarar a las procesiones patrimonio cultural de la humanidad, por ser "la mayor expresi¨®n de la religiosidad popular, ?a religi¨®n hecha arte".
El Mi¨¦rcoles Santo se vive con la excitaci¨®n y los nervios propios de la v¨ªspera de una boda. Todos se afanan en pinchar y colocar las flores, en repasar la limpieza de las reliquias, en estirar estandartes y, sobre todo, en rezar para que la lluvia no les chafe el mejor d¨ªa del a?o. Ser¨ªa un drama. "He visto llorar a la gente cuando no ha podido salir", asegura Javier. La austeridad y la penitencia tienen un l¨ªmite. "Lo m¨¢ximo que permitimos es ir descalzos o portar una cruz". Nada de flagelaciones. "Bastante penitencia es portar un paso o llevar la cara tapada", concluye.
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