Ucrania, bloqueada
UCRANIA, SEGUNDO pa¨ªs en poblaci¨®n (m¨¢s de cincuenta millones de habitantes) del este de Europa, est¨¢ bloqueada, y las ¨²ltimas elecciones han agravado esta condici¨®n. La tragedia provocada por un escape de gris¨² en la mina de Skochinsky, en la cuenca carbon¨ªfera de Dombass, en la que han perdido la vida m¨¢s de sesenta trabajadores, ilustra el dram¨¢tico retraso que llevan las reformas econ¨®micas y sus consecuencias en forma de una postraci¨®n del pa¨ªs que muchos ciudadanos perciben como mayor que la sufrida en tiempos del comunismo. Es lo que ha ocurrido con la miner¨ªa, sector cuya peligrosidad ha aumentado, con pocos beneficios para los empleados: los mineros de Sckochinsky llevan cuatro meses sin cobrar sus salarios.Esta quiebra de las responsabilidades estatales ha alimentado los resultados de las recientes elecciones legislativas, en las que el primer partido, con una cuarta parte de los votos, ha sido precisamente el comunista. Los ucranios han castigado as¨ª al presidente Leonid Kuchma, elegido en 1994, cuando prometi¨® llevar a cabo profundas reformas econ¨®micas, paralizadas luego por las resistencias de la burocracia y los intereses industriales. Ucrania, que tanto promet¨ªa, se ha quedado rezagada respecto al resto de Europa del Este y de la ex URSS, Serbia excluida. Su econom¨ªa sigue contray¨¦ndose, cuando la rusa parece haber tocado ya fondo.
Los resultados electorales no juegan a favor de la reforma. El Parlamento (Rada) surgido de las urnas resulta ingobernable, pues nadie cuenta con una mayor¨ªa suficiente. Ni los comunistas y sus aliados que pretend¨ªan destituir al presidente, ni los ref¨®rmistas -el partido del presidente s¨®lo ha logrado un 5%-, ni tan siquiera los verdes, una extra?a amalgama de ecologistas y empresarios. El centro-derecha, que podr¨ªa llevar a cabo las reformas necesarias, est¨¢ totalmente atomizado. La novedad est¨¢ en los 114 esca?os logrados directamente por candidatos independientes, que son los que decantar¨¢n las posibles mayor¨ªas. Kuchma parece tranquilo, pero, aunque sus poderes presidenciales resultan considerables, necesitar¨¢ al Parlamento para aprobar el presupuesto y avanzar, tras un comienzo escandaloso, en las ineludibles privatizaciones del sector p¨²blico, un proceso que tendr¨ªa que evitar el camino ruso del robo institucionalizado por unos pocos. La perspectiva de las elecciones presidenciales en 1999 habr¨ªa de incitar a Kuchma a reactivar las reformas para hacer de Ucrania una econom¨ªa mixta de mercado; y el FMI deber¨ªa apoyarle si sigue este camino, a pesar de la indignaci¨®n que causo que un pr¨¦stamo de 500 millones de d¨®lares se fundiera en enero pasado en pagar sueldos atrasados de funcionarios. Pero como las reformas ser¨¢n necesariamente una medicina amarga, Kuchma puede verse llevado a quedarse a mitad de camino.
El voto comunista se ha nutrido de los 16 millones de pensionistas que no cobran o reciben mensualidades rid¨ªculas, as¨ª como de los empleados p¨²blicos, en parecida situaci¨®n. Tambi¨¦n se apoya en los 12 millones de rusos ¨¦tnicos que viven en Ucrania. El comunista es el partido ucranio que abiertamente se declara a favor de la uni¨®n con Rusia, y no por casualidad ha obtenido el 70% de los votos de los habitantes de Crimea, que se sienten rusos. A la vez, el segundo partido (Ruj, con el 9% de los votos) es de corte nacionalista ucranio.
Hasta ahora, Ucrania y Rusia han evitado todo enfrentamiento. Se han repartido la flota del mar Negro, y Ucrania permite a Rusia el uso de las bases all¨ª localizadas. El a?o pasado Rusia, reconoci¨® las fronteras exteriores de Ucrania, y ¨¦sta, ha aplazado impl¨ªcitamente por 10 a?os toda idea de pedir el ingreso en la OTAN, aunque haya estrechado sus v¨ªnculos con la organizaci¨®n occidental de defensa. Pero, para sobrevivir y ser viable como Estado, Ucrania requerir¨¢ ser fuerte por dentro. Las ¨²ltimas elecciones no contribuyen a ello, en el mismo momento en que Ucrania pretende hacer de puente entre el mundo ex sovi¨¦tico y la nueva Uni¨®n Europea en proceso ampliaci¨®n.
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