El mundo de MVA
El cr¨ªtico John Wilcox ya apostill¨® el ep¨ªteto de "seren¨ªsima" que le puso Jorge Guill¨¦n con un "ma non troppo". Esa marea interior devolvi¨® a Mar¨ªa Victoria Atencia a la poes¨ªa en 1976, cuando tras 15 a?os de silencio apareci¨® con un libro que masticaba rabia y belleza: Marta y Mar¨ªa. El ¨²ltimo n¨²mero de Litoral dedicado a su poes¨ªa, El vuelo, es un buen bar¨®metro de la inmejorable recepci¨®n de obra y personaje. Tras MVA, como excepci¨®n del axioma de grandes mujeres en la sombra, un hombre mueve los hilos, filtra, sopesa, piensa, decide: su marido, el abogado malague?o Rafael Le¨®n. Renunciando como poeta en favor de Mar¨ªa Victoria Atencia, con quien comparti¨® en los a?os cincuenta militancia en el mismo grupo, el de la revista Caracola, dirigida por el fundamental Bernab¨¦ Fern¨¢ndez Canivell, Rafael Le¨®n se convirti¨® en editor, impresor, corrector, impulsor de hagiograf¨ªas y traducciones.
Ella misma utiliza muchas veces el plural para hablar de s¨ª. Y no s¨®lo su marido o los cientos de poetas amigos que componen la factor¨ªa, que hasta sus hijas Eugenia y Victoria, fil¨®logas ambas, han vertido al ingl¨¦s o han hecho tesis doctorales sobre la poes¨ªa de su madre, cuyo n¨²mero de traducciones es m¨¢s propio de un consagrado Nobel que de una poetisa de minor¨ªas. La casa Atencia-Le¨®n es un templo de quietud, un lugar de amabilidad donde todo el que entra queda atrapado. Ella, en el centro de todo, se sabe elegida por su destino po¨¦tico. Y dice: "Un poema carece de prop¨®sito, ni yo misma a veces entiendo lo que escribo, ni s¨¦ siquiera si lo que digo es o no es as¨ª".
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