Un pol¨ªtico norteamericano capaz de retorcer el brazo a los negociadores
George Mitchell, el hombre que durante 21 meses ha presidido las conversaciones de paz en el Ulster, es de origen irland¨¦s y nacionalidad norteamericana, pero fue criado y educado en Estados Unidos por inmigrantes libaneses, concretamente cristianos maronitas. Quiz¨¢ esa conjunci¨®n, con su correspondiente sensibilidad para los problemas de pa¨ªses con varias comunidades diferentes, le ha hecho particularmente capaz de mediar en el avispero de Irlanda del Norte.Mitchell, de 64 a?os, es un hombre de amplia experiencia pol¨ªtica y diplom¨¢tica. Desde 1988 a 1995, dirigi¨® la entonces mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, y hace poco m¨¢s de un a?o figuraba en la lista final de candidatos para el puesto de secretario de Estado.
Pero nada le hab¨ªa preparado para afrontar los obst¨¢culos presentados por el trabajo de mediar en las negociaciones de paz en el Ulster. "Este trabajo es mucho m¨¢s dif¨ªcil que el de ser senador", afirm¨® esta semana al diario The Washington Post. En el Senado, Mitchell ten¨ªa autoridad sobre sus colegas, y tambi¨¦n pod¨ªa persuadirles para que cooperasen con promesas de compensarles en el futuro con alg¨²n tipo de favor. En el Ulster Mitchell no dispone de estas herramientas, pero s¨ª ha empleado una importante lecci¨®n que aprendi¨® en el Senado: a veces la mejor manera de animar negociaciones estancadas es torcer un poco el brazo a las partes implicadas.
Despu¨¦s de meses de escasos avances significativos, Mitchell fij¨® el Jueves Santo como fecha l¨ªmite: hay acuerdo o se acaban las negociaciones, dijo Mitchell, que reconoci¨® estar "hecho polvo" despues de tanto viajar y trabajar. "Todos tenemos la impresi¨®n de que para resolver esto, hay que hacerlo antes de Semana Santa", precis¨®.
Mitchell acept¨® en junio de 1996 la invitaci¨®n del Reino Unido e Irlanda de encabezar un grupo de tres personas para mediar en las negociaciones de paz en el Ulster. A pesar de sus ra¨ªces irlandesas, hab¨ªa pasado s¨®lo dos d¨ªas en el pa¨ªs antes de involucrarse en el proceso, y durante su carrera en el Senado ese tema nunca constituy¨® una de sus grandes prioridades.
Pero despu¨¦s de casi dos a?os trabajando se siente ¨ªntimamente conectado con el pueblo irland¨¦s y con el futuro del proceso de paz. Mitchell reconoce que ha obtenido ense?anzas de todas las partes que han participado en las negociaciones. Le consideran justo y objetivo, y nadie le acusa de partidismo, cualidades imprescindibles para resolver un conflicto que ha costado la vida a m¨¢s de 3.200 personas desde 1969.
Desempe?ar el papel de mediador ha supuesto un sacrificio enorme para Mitchell. Durante los ¨²ltimos 21 meses ha tenido que viajar, semana tras semana, desde Nueva York a Londres, para luego trasladarse al Ulster. Escuchaba, dialogaba y ofrec¨ªa sugerencias durante unos cuantos d¨ªas, y luego regresaba con su familia en Nueva York, donde tambi¨¦n trabaja para un firma de abogados, asesora a empresas como American Express, Walt Disney, y Xerox, y preside una organizaci¨®n dedicada a resolver crisis internacionales. Ha seguido con su trabajo a pesar de la muerte de su hermano y el nacimiento de su hijo. Nunca perdi¨® la paciencia, y siempre escuchaba, incluso durante discursos de seis o siete horas de duraci¨®n, seg¨²n los l¨ªderes que han trabajado con ¨¦l.
Los antepasados del que fuera senador por Maine son miembros de la familia Kilroy, emigrantes en EE UU, pero ¨¦l fue adoptado por inmigrantes libaneses y educado en la tradici¨®n cultural y religiosa de los cat¨®licos maronitas. Antes de hacerse cargo de las conversaciones de paz, hab¨ªa participado en una comisi¨®n para el desarme en el Ulster y hab¨ªa trabajado como asesor especial sobre el Ulster para el presidente Bill Clinton.
La resoluci¨®n pac¨ªfica del conflicto en el Ulster es casi un asunto de pol¨ªtica interna norteamericana. Y no s¨®lo porque el mediador sea Mitchell, sino porque, seg¨²n el ¨²ltimo censo (1990) 38,7 millones de norteamericanos -el 15,6% de la poblaci¨®n- se declaran de origen irland¨¦s.
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