Siete d¨ªas con piedad
Menos mal que, por fin, la climatolog¨ªa les ha dado la raz¨®n a los meteor¨®logos, que ya estaba viendo venir otro apasionante debate de disenso, a la par que se formaba un nuevo grupo de riesgo, el de los hombres del tiempo, sobre el que practicar la afici¨®n nacional a la caza de brujas, que ya se sabe c¨®mo somos los humanos: s¨®lo nos acordamos de santa Exuperancia cuando llueve. As¨ª pues, respiremos y loemos los aconteceres, empezando por ese nombramiento otorgado a Margarita Mariscal de Gante, que la han hecho legionario de honor (?o era legionella?): no puedo entender porqu¨¦, b¨¢sicamente. Ser¨¢ por firmeza de car¨¢cter.La S. S. (Semana Santa) no ha estado, pese al fragor de fragatas de la devoci¨®n popular (ac¨¢ y allende nuestras fronteras: rica es la herencia de aquellos heroicos conquistadores, etc¨¦tera), exenta de vileza. Ah¨ª tienen al gran defensor de la cristiandad en el Cono Sur, Augusto Pinochet, exculpado de sus desmanes antidemocr¨¢ticos durante la transici¨®n chilena: y c¨®mo no, pensando que fue exonerado de haber practicado la dictadura, antes, con ardor de cruzado cristiano. Francamente, esta S. S. ha dado menos de s¨ª de lo que yo esperaba. Como soy de educaci¨®n antigua y creo que el Se?or a¨²n resucita en domingo (as¨ª como que Giordano Bruno y Galileo Galilei, eran pecadores y que bendecir los tanques nazis fue un puntazo por parte de la Santa Sede), durante los tres primeros d¨ªas de la S. S. me abstuve de darle a la penitencia con excesiva dureza, y aprovech¨¦ para entregarme a la frivolidad.
Suerte que me di un respiro, porque as¨ª pude descubrir la causa profunda de que los meteor¨®logos anden disgust¨¢ndonos. Y es que, queridos, ya nada es lo que era. Por ejemplo, hace 24 a?os, en la entonces virginal localidad mexicana de Puerto Vallarta, Ava Gardner se sumerg¨ªa en el mar (ver La noche de la iguana, de John Huston), flanqueada por dos bellezos locales que, entre otras cosas, le tocaban las maracas. Pues bien, hace s¨®lo unos d¨ªas, el mismo oc¨¦ano (at¨®nito, I suposse) vio desplazarse entre sus olas a Karina, seguida por ese novio que tiene que fue locutor al servicio de La Cosa en la televisi¨®n marbell¨ª. Dado esto, y que las grandes noticias de la prensa sin coraz¨®n de esta semana han sido las fotos exclusivas de Ch¨¢beli revent¨¢ndose un barrillo en plena calle (asqueroso); que Rosario se ha hecho con un nuevo ligue de la l¨ªnea de dise?o Pocahontas (macizo), y que a Estefan¨ªa se le ha perdido entre dos compras el guardaespaldas de quien qued¨®se embarazada, ?podemos extra?arnos de que nieve en Semana Santa y de que Roma, o la democracia cristiana chilena, pague a los traidores? Obviamente, no.
Obviamente no, tambi¨¦n, a la famosa creencia popular de que Eva Per¨®n repart¨ªa sus joyas entre los pobres. A menos que se le olvidara, en el fondo de un caj¨®n, el broche de diamantes y zafiros que subastaron la otra noche en Nueva York, y que la estrella de la televisi¨®n argentina Susana Gim¨¦nez (prueba viviente, junto con Leni Riefenstahl, de la inconsistencia del lema popular No hay mal que cien a?os dure ) no pudo adquirir porque se puso en casi un mill¨®n de d¨®lares, y una tiene que hacer hucha para cirug¨ªas. Mucho m¨¢s baratas (socializadas, como quien dice) son las nuevas Joyas de la Madre (no es una met¨¢fora: hablamos de la madre consangu¨ªnea, la Propia Madre) que promociona Roci-Hito, en su ¨²ltima perversi¨®n de Armas de Mujer. Pero, como dec¨ªa, siendo yo tan cl¨¢sica, no falt¨¦ a la cita de Trillo gritando vivas a la Virgen de la Piedad (de haberlo dado la CNN, ahora ser¨ªamos la envidia del mundo), ni a la del ministro portavoz de las Siete Palabras poni¨¦ndose el kukurucho en Valladolid, como de costumbre. Y ote¨¦, decepcionada, todos los balcones, hall¨¢ndolos menos exuperantes que anta?o, aunque tambi¨¦n puede ser que la Cherie de Blair (que tuvo el buen gusto de no cantar y bailar Macarena desde su enclave junto a Bot-Ella, en la madrug¨¢ sevillana) no me dejara ver el bosque de hom¨ªnodos y otras plantas trepadoras. Pese al mal tiempo, todo fue maravilloso, aunque, por desgracia, este a?o han coincidido nuestros fastos con los de La Meca. Al¨¢ tambi¨¦n es de traca: ciento y pico peregrinos, cepillados de una tac¨¢.
Por cierto, que el pr¨®ximo domingo les escribir¨¦ desde L¨ªbano, desde un Beirut que, por primera vez, encontrar¨¦ en paz.
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