?D¨®nde est¨¢ el 'Tigre' feroz?
Desde el martes est¨¢n en la sala de prensa del Masters y si ayer domingo no resucitaba, que no resucit¨®, all¨ª seguir¨¢n, acumulando, polvo. Un mont¨®n de folios grapados con la ¨²ltima biografia revisada y aumentada de Tiger Woods deber¨ªa haber sido el primer producto de consumo inmediato, pero las grises prestaciones del ¨²ltimo fen¨®meno del golf en el torneo que le lanz¨® al estrellato hace s¨®lo un a?o les ha hecho impertinentes. A su lado, el mont¨®n d¨¦ revistas que cuentan la vida de la leyenda Jack Nicklaus se multiplic¨® por cero nada m¨¢s ser colocado en la estanter¨ªa. Y eso que ambos, el Tigre y el Oso Dorado, compart¨ªan el mismo resultado (- 1, a cinco golpes del l¨ªder) antes de comenzar la ¨²ltima ronda. Pero uno tiene 22 a?os y es el fen¨®meno del siglo Y-XI, y el otro tiene 58 y, en teor¨ªa, deber¨ªa, estar cuidando a sus nietecitos.?D¨®nde est¨¢ el Tigre feroz que todos anunciban devastador? ?Qu¨¦ le ha pasado? Hace un a?o lleg¨® al domingo con nueve golpes de ventaja sobre el segundo. Se pensaba que hab¨ªa demolido por los restos el campo de Augusta y hasta el valor del Masters como gran torneo de golf. Su valor sigui¨® creciendo cuando bati¨® por un golpe el r¨¦cord del campo, propiedad hasta entonces de Nicklaus. Hasta el mism¨ªsimo oso pronostic¨®: "Este chaval ganar¨¢ 10 Masters". Y, te¨®ricamente, la segunda chaqueta verde es m¨¢s f¨¢cil de conseguir que la primera: se sabe c¨®mo hacerlo y no se tiene la presi¨®n que da la frustraci¨®n de no haberlo conseguido. Pero nadie contaba con que el viento se aliar¨ªa con el Augusta National Golf Club para que el campo se tomara su dulce venganza y susurrara una vez m¨¢s su sentencia: "A quien debe vencer el jugadores al campo, y no a sus rivales". 71-72-72 fueron las tres primeras rondas de Woods. Y hasta daba gracias por ello. "Los 72 golpes del viernes son los mejores 72 que he logrado en mi vida, dadas las circunstancias". Woods, jugando a la defensiva, agarr¨¢ndose al campo para ara?ar golpes, qui¨¦n lo iba a decir hace un a?o.
Woods confes¨® sus debilidades. "Sab¨ªa d¨®nde quer¨ªa poner la bola, pero no supe ponerla all¨ª", dijo. "Jugu¨¦ casi todos los hoyos desde el lugar m¨¢s dificil. Tuve problemas con el sw¨ªng". Augusta es un campo especial: beneficia al que juega bien, con dominio de todos sus medios, inteligencia y prudencia, pero castiga duramente al torpe. Es igual de f¨¢cil de conseguir un birdie que un bogey: eso es justicia. Y Woods jug¨® torpe. Desde el principio: en el hoyo 1 del s¨¢bado se acab¨® en 113 su racha de hoyos jugados sin dar tres putts. Hizo un juego que le tendr¨ªa que haber mandado al pozo, pero su calidad le permiti¨® sobrevivir.
Y pese a todo, pese a que hasta la televisi¨®n dej¨® de dar todos sus golpes, pese a dejar de ser el centro de todas las atenciones y el ¨²nico destinatario de los hurras del p¨²blico, la estatura humana del Tigre creci¨®. No es un tigre de papel, no es un bluff. En la desgracia no se hunde
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