En la Profundidad del mar
"?Qui¨¦n puede cosechar el presente si persigue el infinito?". Esta invocaci¨®n del coro de Bacantes, de Eur¨ªpides, resulta adecuada para despedir a quien escribi¨®, hace ya algunas d¨¦cadas, que uno de los rasgos m¨¢s decisivos de la historia de Occidente, en sus distintas ¨¦pocas, ha sido el de tomar conciencia de s¨ª enfrent¨¢ndose -y midi¨¦ndose- con la antig¨¹edad; invocaci¨®n oportuna, adem¨¢s, por cuanto Luis D¨ªez del Corral, con esp¨ªritu vigoroso, no ha desmayado, durante toda su larga madurez creadora, en el intento de cosechar el presente, el presente hist¨®rico, persiguiendo a la vez ese horizonte de lo infinito que es la libertad. Hasta el punto de que no es sencillo disociar la obra toda y el estilo intelectual de don Luis de la idea de libertad.
Tiempo habr¨¢ para volver sobre ella. Ahora s¨®lo pretendo destacar dos aspectos de una trayectoria por muchos motivos admirable. El primero es el ejemplo de su exigente sentido de la autocr¨ªtica y de la b¨²squeda de la perfecci¨®n; el ejemplo de su mantenida pasi¨®n por conocer, con esa siempre fresca y a la vez devoradora curiosidad intelectual de los cautivos del saber; el ejemplo asimismo de su distinci¨®n personal, que es a un tiempo elegancia f¨ªsica y calidad moral. La orientadora estela de un estilo intelectual mod¨¦lico por su ambici¨®n, por su independencia y por el admirable acabado de cada uno de sus logros: "el ejemplo de un maestro", repitiendo ahora las l¨ªneas que en su d¨ªa publicara Gonz¨¢lez Seara, "que ha cifrado siempre sus preocupaciones docentes y literarias, y sus esperanzas de intelectual comprometido con su tiempo, en la difusi¨®n de la libertad y el rigor del pensamiento, el cosmopolitismo cient¨ªfico y cultural, la dimensi¨®n ¨¦tica y est¨¦tica de la vida social y, en definitiva, en una idea de la dignidad del hombre donde lo racional, lo bello y lo justo se combinan para alumbrar una sociedad libre". Revelando tambi¨¦n en este caso, puede a?adirse, c¨®mo "Ias potestades inspiradoras, de grado acompa?an al hombre esforzado".
Un segundo punto que me interesa subrayar es la proyecci¨®n que la labor de estudio de Luis Diez del Corral y su actitud meditativa -como ¨¦l mismo sol¨ªa decir- tienen sobre las tareas que aguardan a nuestro pa¨ªs en este tiempo finisecular. Pues su constante preocupaci¨®n por insertar el proceso espa?ol en el ¨¢mbito europeo, su insistencia en conocer la "larga cola del pasado" sin la que el futuro pierde sus virtualidades; su ambici¨®n de integrar los diversos componentes -art¨ªsticos, pol¨ªticos, est¨¦ticos, sociales, filos¨®f¨ªcos- de la totalidad que cada realidad hist¨®rica es; su reiterada convicci¨®n, en fin, de que s¨®lo valores morales compartidos aportan duradera y firme cohesi¨®n a una sociedad, son otros tantos mensajes medulares para la Espa?a de hoy, lejos ya de aquella naci¨®n "sin pulso" de hace un siglo y ya bien atr¨¢s aquel "viejo pa¨ªs ineficiente (...) entre dos guerras civiles" al que aluden unos versos memorables. Son mensajes alentadores para la Espa?a que hoy, repito, afronta la redefinici¨®n de su proyecto nacional y de su lugar en el marco de una Europa vieja y nueva a un tiempo, con lo que ello exige de tensi¨®n -dici¨¦ndolo al modo orteguiano- de las capacidades creativas y de la sensibilidad ¨¦tica de todos; con lo que ello exige tambi¨¦n de afirmaci¨®n de la propia identidad nacional en el compartido dominio pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural continental.
Terminar¨¦ con los versos de H?lderlin que el propio don Luis puso en un bell¨ªsimo castellano hace ya m¨¢s de medio siglo; palabras tambi¨¦n po¨¦ticas para expresarle de nuevo gratitud y reconocimiento hondos, muy sentidos: por habernos ense?ado con el vuelo de su pensamiento a so?ar lejan¨ªas sin negar la realidad; por toda una obra pose¨ªda a veces de los destellos de la criatura de Oriente, el sol del d¨ªa, el que todo lo transfigura, y que siempre, retornando ahora tambi¨¦n el comienzo de mis palabras, es una incitante evocaci¨®n de lo infinito, ese silencio sin fin que el alma mortal del poeta imploraba poder recordar, cuando el tiempo se tornara impetuoso, en las profundidades del mar.
Babelia
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