La segunda muerte de Pol Pot
POL POT no ha vencido, aparentemente, a la muerte. Pero ha conseguido evadir la justicia internacional. Uno de los mayores genocidas de la cargada historia de este siglo ha fallecido en la selva camboyana, cerca de la frontera con Tailandia, de un ataque al coraz¨®n. La muerte -por causas naturales- del hombre que se hizo llamar Hermano N¨²mero Uno por los camboyanos a los que masacr¨®, ha impedido que pudiera ser juzgado por los casi dos millones de muertos -una cuarta parte de la poblaci¨®n- que produjo el r¨¦gimen de los jemeres rojos que encabez¨®. La acumulaci¨®n de calaveras es la imagen repetida de Camboya, duramente castigada primero por los bombardeos secretos americanos, que la hicieron parte de la guerra general en la zona, y luego por este exterminador, que arrebat¨® por la fuerza el poder a una dictadura militar apoyada por Washington para abolir el derecho a la vida, a la libre elecci¨®n, la propiedad privada, el dinero, la familia o la religi¨®n. Fue peor el remedio que la enfermedad, pues entre abril de 1975 y enero de 1979 -en que las tropas vietnamitas invadieron ese pa¨ªs para poner fin al r¨¦gimen de Pol Pot-, Camboya se convirti¨® en un campo de terror y en una inmensa tumba, en la que se acumularon los cad¨¢veres por centenares de miles. La justicia internacional no dispone a¨²n de mecanismos para juzgar a genocidas de este tipo. Pero si finalmente nace el Tribunal Penal Internacional, que est¨¢ en dif¨ªcil gestaci¨®n, uno de sus cometidos centrales tendr¨ªa que ser juzgar a este tipo de criminales. Con su aparente muerte natural, Pol Pot ha escapado al intento de EE UU y otros pa¨ªses de sacarlo del pa¨ªs para conducirlo ante la justicia de Canad¨¢, cuyo ordenamiento s¨ª permite juzgar a genocidas. Pol Pot llevaba ya mucho tiempo pol¨ªticamente muerto, y su muerte f¨ªsica hab¨ªa sido anunciada ya en ocasiones anteriores. La ¨²ltima, la verdadera, fue confirmada ayer, pero las circunstancias siguen oscuras. En sus ¨²ltimos tiempos, envejecido, Pol Pot viv¨ªa controlado, sometido a arresto de por vida tras ser juzgado y condenado por "traici¨®n" por sus antiguos seguidores en un proceso ficticio. De hecho, Pol Pot se hab¨ªa convertido en moneda de cambio para que los pocos jemeres rojos que quedan negociaran su reinserci¨®n en la sociedad camboyana. Ya no les servir¨¢ ni para eso.
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