La brutaliad de la dictadura militar argentina, 'contada' por sus muertos
"La ¨²ltima forma de matamos es el olvido", dici Heb¨¦ de Bonafini, l¨ªder hist¨®rica de Madres de Mayo. Los reportajes Tierra de Avellaneda y Mala junta, y la pel¨ªcula La noche de los l¨¢pices, de H¨¦ctor Oliveira (que componen hoy La noche tem¨¢tica, La 2,22.30), son el mejor arma contra la desmemoria. Historias atroces, vivas, reales, contadas por sus v¨ªctimas. Historias de patria y subversi¨®n contadas por sus verdugos. Miles de argentinos y 266 espa?oles asesinados. Un asunto de actualidad que exige, una pr¨®rroga: la dedicada a Chile.
"Mientras que unos s¨®lo se acuerdan cuando conversan, nosotras lo vivimos cada d¨ªa", asegura Graciela (Tierra de Avellaneda) con los restos de sus padres y de su hermano esparcidos como un puzzle macabro sobre una mesa. Reconstruir esos cad¨¢veres heridos y rotos es reconstruir su muerte, su vida y, a trav¨¦s de sus voces, la historia del horror de la dictadura militar argentina. En Tierra de Avellaneda, un grupo de forenses independientes excavan una fosa com¨²n. Dentro hay 500 cad¨¢veres con los c¨²bitos, radios, peron¨¦s o costillas mezclados por el paso del tiempo. Durante un a?o y siete meses trabajan para darles un nombre. Karina y Graciela Manfil, las hijas supervivientes de Ang¨¦lica, Carlos y Carlitos, quieren saber si sus padres y su hermano de ocho a?os se hallan entre esos restos. "Cuando sepa qu¨¦ fue de mis pap¨¢s, no importa si est¨¢n vivos o muertos, empezar¨¢ mi vida", dice Karina sentada en su casa. Un hogar herrumbroso, pobre, vac¨ªo de muebles y repleto de fantasmas.
Tierra de Avellaneda es la historia de la identificaci¨®n de esos tres cad¨¢veres. A trav¨¦s de la madre Ang¨¦lica (le quitaron su beb¨¦ de seis meses de los brazos antes de tirotearla cuatro veces), de pap¨¢ Carlos (al que le vaciaron el cr¨¢neo cuando yac¨ªa en el suelo con una pierna rota) y del ni?o Carlitos (al que le perdi¨® la curiosidad al abrir la puerta equivocada) surge la espantosa historia reciente de Argentina.
El otro punto de vista
El general Albano Harguindeguy, ministro de Interior en la ¨¦poca m¨¢s dura (marzo del 1976-1981), aparece en el reportaje. Impasible, mascullando impunidad, replicando las palabras del almirante Emilio Massera: "Somos el primer ej¨¦rcito del mundo que es juzgado por una victoria". Para ¨¦l no hubo desaparecidos. Ni violaci¨®n de derechos humanos. S¨®lo excesos... nueve mil excesos oficiales. La mujer del general, arrim¨¢ndole calor en la entrevista, se preocupa m¨¢s por sus vacaciones en la playa que por el curr¨ªculo del marido. Dos estilos. Dos niveles de vida. Las v¨ªctimas y los verdugos. En Malajunta (otro excelente reportaje de esta Noche tem¨¢tica, aunque mucho m¨¢s pol¨ªtico), el actor Miguel Angel Sol¨¢ asegura que cuando cay¨® la dictadura en 1983 sinti¨® la ilusi¨®n de que el pueblo argentino fuera capaz de conducir su historia. La esperanza le dur¨® cuatro meses. "Ahora pienso que los de ahora son los mismos". "Si el pasado no tiene nada que decirle al presente, la historia puede quedarse dormida ..., dice una voz en off en Malajunta. En la imagen, mientras, aparecen los rostros de j¨®venes desaparecidos. J¨®venes muertos. Tirados al mar o a una fosa com¨²n.
Unas ni?as, hijas de desaparecidos, que apenas ten¨ªan unos meses en la mala hora en la que se llevaron a sus padres; reflexionan en grupo. Terapia contra el olvido. Una de ellas repite las palabras de Karina: "Mi vida empieza ahora". Sin cad¨¢ver no hay duelo. Sin muerto no hay homicidio. Alguien dice una frase: "Los hijos de hoy podemos ser los desaparecidos de ma?ana". No es s¨®lo justicia. Saber es protegerse.
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