C de calamidad
UNA COMUNICACI?N de una cl¨ªnica privada de Valencia, en la que anunciaba su decisi¨®n de negar el acceso a sus instalaciones a un m¨¦dico anestesista por considerarlo un posible foco de contagio, y la denuncia de dos empresas que constataron una anormal incidencia de la hepatitis C entre sus trabajadores han destapado la existencia de un elevado n¨²mero de usuarios de la sanidad p¨²blica y privada aquejados por esta enfermedad. El consejero de Sanidad de la Comunidad Valenciana reconoc¨ªa hace pocos d¨ªas la existencia de al menos 75 personas aquejadas por la hepatitis C, d¨¢ndose la circunstancia de que 47 de ellas hab¨ªan sido sometidas en dos centros cl¨ªnicos a intervenciones quir¨²rgicas en las que particip¨® el m¨¦dico anestesista sobre el que, en palabras del consejero, "recaen las sospechas" de ser el transmisor del virus. El reconocimiento p¨²blico por parte del anestesista de ser consumidor de opi¨¢ceos fundamenta a¨²n m¨¢s los presagios del responsable de la salud p¨²blica valenciana.El secretismo con el que ha actuado la Consejer¨ªa de Sanidad de la Generalitat valenciana, lejos de calmar los ¨¢nimos, ha generado una mayor inquietud entre las personas que han sido atendidas en los ¨²ltimos a?os en los dos centros en que trabajaba el anestesista. ?ste es el momento en que se desconoce cu¨¢ntas personas han pasado por las manos de ese m¨¦dico y cu¨¢ntas de ellas est¨¢n infectadas por el virus.
La lentitud de la consejer¨ªa en reaccionar -no empez¨® a actuar hasta que se produjo la comunicaci¨®n de la cl¨ªnica privada- ha revelado la indefensi¨®n en que se encuentran los usuarios de la sanidad p¨²blica. La decisi¨®n de prohibir el ejercicio profesional al anestesista se tom¨® despu¨¦s de, que los medios denunciaran durante varios d¨ªas la existencia de numerosas personas afectadas por el virus. Ha sido la ¨²nica medida tomada, adem¨¢s de remitir -con notable retraso- al fiscal y al juez que investigan el caso la informaci¨®n recabada por, la inspecci¨®n. Las responsabilidades de la Consejer¨ªa de Sanidad de la Generalitat valenciana en este caso son notables. Un corporativismo malentendido- parece que no pocos compa?eros de trabajo del anestesista conoc¨ªan su adicci¨®n a los opi¨¢ceos- impidi¨® que se tomaran medidas profil¨¢cticas hace tiempo. Pero, una vez establecida la probable relaci¨®n causal entre afectados por la hepatitis C y operaciones en las que ha intervenido el anestesista, se ha hecho muy poco por averiguar hasta d¨®nde llegan las consecuencias.
No existe constancia de que el Servicio Valenciano de Salud haya realizado an¨¢lisis a todos los pacientes que han sido atendidos por dicho facultativo, lo que impide conocer el alcance real del problema. Los ciudadanos se encuentran desorientados ante la t¨¢ctica del avestruz seguida por la consejer¨ªa, m¨¢s preocupada por dar la imagen de que todo va bien que en averiguar qu¨¦ ha sucedido realmente con este brote de hepatitis C: con C de calamidad.
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