Un martirio consentido
El m¨¢ximo placer de un gobernante ser¨ªa aplicar una normativa que no perjudique a nadie, que beneficie a todos y que ahorre dinero al Estado. Esta normativa existe, pero, por alg¨²n motivo que ignoro, nadie est¨¢ interesado en aplicarla.Me refiero al insoportable ruido que producen las motocicletas circulando por nuestras ciudades a escape libre. Para m¨ª, como para otros muchos ciudadanos, es insoportable, peor que una bofetada, el paso de uno de estos ruidosos cacharros a nuestro lado, que rompen nuestros o¨ªdos y afectan gravemente a nuestros nervios.
Todos ganar¨ªamos si esto no se permitiera: los "moteros" porque conservar¨¢n el o¨ªdo cuando lleguen a la tercera edad; los dem¨¢s porque no enfermaremos a causa del estr¨¦s que nos provocan, y el Estado porque ahorrar¨ªa mucho dinero a la Seguridad Social, lo que a su vez redundar¨ªa en beneficio de todos.
Cada d¨ªa sufrimos un pu?ado de estas bofetadas. Las autoridades, que como representantes nuestros deber¨ªan sufrir en sus carnes nuestras preocupaciones, parecen aplicar aquello de "ah¨ª me las den todas".-
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