Aventuras
La aventura de las primarias, al rodar pendiente abajo en ca¨ªda libre, est¨¢ generando un efecto bola de nieve que llena de v¨¦rtigo a los dirigentes socialistas m¨¢s pusil¨¢nimes. ?Por qu¨¦ causa tanto temor al felipista clan de Chamart¨ªn una posible victoria de Borrell? ?Es que conocen demasiado bien al doctrinario arbitrista que anta?o figur¨® entre sus filas, o temen que sus cabezas vayan a rodar tras la de Almunia, cuando su flamante vencedor se tome la revancha en coalici¨®n con los m¨¢s resentidos guerristas? Sin descartar por completo esta malpensada interpretaci¨®n, parece m¨¢s veros¨ªmil otra perspectiva complementaria. Desde la clandestinidad, la cultura pol¨ªtica del PSOE se ha basado en la complicidad colectiva y en la fidelidad al jefe, descansando su cohesi¨®n interna en el cemento de la rec¨ªproca lealtad. Pues bien, Almunia les parece uno de los nuestros porque obedece a ese patr¨®n de identidad colectiva. Y Borrell, en cambio, es un francotirador (un outsider), quiz¨¢ desleal (?un gorr¨®n o free rider?), que no est¨¢ comprometido con ellos: por tanto, les resulta inevitable desconfiar de ¨¦l. Por lo dem¨¢s, descontando estos factores cuasi etnol¨®gicos, lo cierto es que, en principio, el austero liberalismo del modesto Almunia parec¨ªa preferible al ruinoso estatalismo del engre¨ªdo Borrell. Sin embargo, en pol¨ªtica cuentan menos las ideas que la decisi¨®n de aplicarlas. Y a juzgar por las primarias, Borrell est¨¢ demostrando ser mejor hombre de acci¨®n. En su carta a los militantes habla de "asumir riesgos como revulsivo para romper con el fatalismo". En cambio, Almunia s¨®lo ofrece "no meternos en aventuras". ?Cu¨¢l de ambos estilos parece mejor para sacar al PSOE de su marasmo actual? Es verdad que el valor de Borrell est¨¢ por demostrar, y yo desconf¨ªo de quien aparenta estar tan pagado de s¨ª mismo. Pero es que el papel de Almunia como jefe de la oposici¨®n durante los ¨²ltimos meses no puede ser m¨¢s decepcionante, corroborando esa imagen de pasividad, indecisi¨®n y falta de iniciativa. Y para muestra valdr¨¢n dos botones.
Primero, el caso de la reforma del IRPF que ha pactado el equipo de Rato con los nacionalistas catalanes. La respuesta de Almunia no ha podido ser menos inteligente, al proponer un frente com¨²n de toda la izquierda sindical y pol¨ªtica contra la contrarreforma fiscal, pues significa ofrecerle un bal¨®n de ox¨ªgeno a IU en una batalla que de antemano est¨¢ perdida. Las rebajas de impuestos gozan de tal popularidad que resulta quijotesco, y pol¨ªticamente suicida, oponerse frontalmente contra ellas. Hubiera hecho falta mucha m¨¢s cintura o mano izquierda, dejando que Anguita se quemase al luchar contra ese molino de viento y ofreciendo un gesto al electorado que implicase una dura cr¨ªtica de las formas con la aceptaci¨®n t¨¢cita del fondo.
Como ha visto Pujol, se trata de una buena reforma fisical, homologable con los modelos ya experimentados en Europa, como el dise?ado por Gordon Brown (el canciller del Exchequer de Tony Blair) en el Reino Unido. S¨®lo presenta dos grandes problemas. El primero es que no contiene ninguna medida de lucha contra el fraude, ciertamente abrumador entre los ingresos no transparentes. De ah¨ª la conveniencia de sustituir la imposici¨®n directa, cuya progresividad penaliza a los ingresos transparentes, por la indirecta, corrigiendo as¨ª el actual desequilibrio que beneficia a las rentas de capital. El otro problema es que la reforma suprime las desgravaciones en la cuota sustituy¨¦ndolas por deducciones en la base, lo que resulta regresivamente injusto.
Pero a¨²n existe otro error may¨²sculo de Almunia, y es el de no aprovechar el aura de Tony Blair, intentando seguir su afortunada estela. ?C¨®mo no se le ocurri¨® acercarse hasta C¨®rdoba o Do?ana para tocarle y hacerse una foto junto a ¨¦l, a ver si se le contagiaba algo de su olfato, su intuici¨®n y su carisma? La aventura de Tony Blair (con su Libro Verde, su empleabilidad y su tercera v¨ªa) es hoy por hoy la m¨¢s excitante, atractiva y prometedora de Europa. Esperemos que Aznar no se la robe, como la foto de Do?ana, a los socialistas.
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