Semana Santa
No tardar¨¦ en estar en La Habana nuevamente, en pos de los esp¨ªritus del castrismo, mezclados ahora con los del catolicismo y los que convocan los sacerdotes del culto afrocubano. La Habana, La ciudad de los esp¨ªritus. Hace dos semanas apareci¨® en las pantallas de la televisi¨®n espa?ola uno de los cubanos m¨¢s inteligentes, monse?or C¨¦spedes, vicario general de La Habana y consultor literario de buena parte de la mejor literatura cubana. Hasta Armas Marcelo le consulta sus novelas a lo cubano, que no a lo divino. C¨¦spedes desciende de todos los patriciados criollos y no es el cardenal de Cuba porque en el pasado el Vaticano a¨²n estaba en plena guerra fr¨ªa y C¨¦spedes era demasiado templado. Monse?or C¨¦spedes dio todo un curso de c¨®mo se responde en una entrevista a la brava, en la que el entrevistador, en este caso entrevistadora, quer¨ªa que monse?or le contestara lo que -ella quer¨ªa o¨ªr. C¨¦spedes describi¨®- suficientemente las expectativas de una Iglesia que aspira a vertebrar una sociedad civil cuando sea inevitable y pueda contribuir incluso a la transubstanciaci¨®n revolucionaria, problema metaf¨ªsico o prodigio teol¨®gico, de armas tomar.
De momento ya hay Semana Santa por las calles de La Habana, y que nadie se sorprenda si los mejores salseros de la ciudad consiguen una s¨ªntesis de cha-cha-ch¨¢ y saeta. Si levantaran la cabeza aquellos anarquistas que hace un siglo profetizaron una tierra sin tribunos, reyes, ni dioses, o aquellos profesores de ate¨ªsmo cient¨ªfico que en la Cuba de los a?os setenta se tomaron -en serio que Dios hab¨ªa muerto, o bien creer¨ªan. asistir a un carnaval meramente nost¨¢lgico o a una fiesta folcl¨®rica de moros y cristianos. Pero no. El v¨ªa crucis de La Habana ha sido, de momento, una s¨ªntesis entre lo revolucionario y lo espiritualmente correcto.
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