Sinfon¨ªa en colorado mayor
La cantautora Elisa Serna festeja sus tres d¨¦cadas sobre el escenario con un recital combativo
Elisa Serna festej¨® ayer con un concierto en p¨²blico sus tres d¨¦cadas sobre las tablas. Ella fue la pionera de las cantautoras madrile?as que en los amargos pero esperanzados a?os sesenta acometieron la tarea de intentar cambiar las cosas, tambi¨¦n con guitarras y canciones cargadas de sentido. Nacida en el barrio de Pac¨ªfico, donde a¨²n vi ve, muy cerca de Vallecas, tiene hoy casi 55 a?os, pero conserva el aura de una inocencia adolescente que, al parecer, nunca le ha abandonado. Hija de segoviano y salmantina, se considera disc¨ªpula de Agapito Marazuela, el mejor folclorista y dulzainero que Segovia y Castilla toda han dado. La m¨²sica de Agapito, respingona y alegre, precedi¨® el comienzo de su concierto. Por el sesgo de su recital, las canciones y, sobre todo, los comentarios de Elisa Sema hubieran hecho las delicias de un, ausente ayer, delegado gubernativo. Con certeza, de La cantautora Elisa Serna, en su recital de anoche en la sala Galileo. narrar todo lo que se escuch¨® anoche en la sala Galileo tal funcionario policial, hace treinta a?os hubiera subido tres grados de escalaf¨®n. Como bot¨®n de muestra, una bandera republicana ondeaba desde el atril de la cantautora y, sobre sus hombros, un chal rojo, verdaderamente rojo, dejaba ver sus flecos.
Buena voz, guitarra diestra, palabras de zurda y coraz¨®n inflamado por recuerdos que se le resisten a morir, Elisa congreg¨® junto a ella un buen pu?ado de amigos y amigas a los que invit¨® a cantar. As¨ª, subi¨® al estrado Ismael Serrano, la m¨¢s firme promesa de los cantautores de canciones comprometidas, como el M¨¦xico insurgente que a decir de Mart¨ªn, un delineante entusiasta de su m¨²sica, le ha vetado la entrada al pa¨ªs azteca: Javier Bergia y Clara Serrano tributaron su homenaje a Elisa Serna con una canci¨®n suya bell¨ªsima, que habla de oc¨¦anos y de amor¨ªos serenos sepultados en el mar. Jaime Lafuente evoc¨® a Marazuela, con una canci¨®n a capela sobre la loba que pari¨® cuatro lobitos a todos los cuales daba teta. Y Olga Manzano, voz espl¨¦ndida, que pidi¨® en su cantar que se mueran los enterradores de sue?os, los sepultureros de ilusiones, los enemigos de Elisa.
La ayer treinta?era Serna estaba exultante. Record¨® a los poetas del 27, el nexo de su generaci¨®n y la poes¨ªa rota por una historia que, seg¨²n dijo, tan adversamente se ha desenvuelto. Evoc¨® canciones sefard¨ªes y pidi¨® subir al estrado a su amiga Judith Cohen, una folclorista que recorre el mundo recolectando viejas canciones y romances jud¨ªos, repletos de lirismo, acompa?ada por un pandero de cuatro esquinas. Record¨® los a?os dif¨ªciles, su exilio en Par¨ªs, la ayuda recibida de Paco Ib¨¢?ez, los Pactos de la Moncloa que, a juicio suyo, "hicieron enmudecer a una izquierda luchadora" reivindicada por ella con br¨ªo.
Entre el p¨²blico, no numeroso, Isabel Vilallonga, la batalladora ex parlamentaria comunista por Madrid, que no se cort¨® un ¨¢pice a la hora de entonar, a su aire, canciones como Avanti popo10, Bandera Rossa o el No nos mover¨¢n, con el que Elisa Serna y sus amigos cerraron su concierto.
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