Cervantes, mi contempor¨¢neo
'In mem¨®riam' Octavio Paz Hay un juego literario que es, como la literaura, un salto mortal sin red. Consiste en preguntarle al otro: ?con qui¨¦n famoso te gustar¨ªa cenar esta noche? Me propusieron a Petronio, ese ¨¢rbitro de elegancias que dorm¨ªa de d¨ªa y celebraba la noche. Pero yo no s¨¦ lat¨ªn y no creo que pueda aprenderlo para esta tarde. Me nombraron a Shakespeare, pero entre su ingl¨¦s y el m¨ªo media una distancia de olvido. Por ¨²ltimo me susurraron el nombre de Cervantes. ( ... ) Ahora estamos a la mesa en medio del comedor. La misma mesa y todos los muebles son lo que se vendr¨ªa a conocer como Renacimiento espa?ol: muebles macizos, muebles s¨®lidos. ( ... )
-Para m¨ª -le dije-, todos sus libros son un libro: ¨²nico, real y maravilloso y el mejor que se ha escrito en nuestro idioma.
-Si no fuera por mis a?os y el sol de estas Castillas que me han curtido, me sonrojar¨ªa.
-Ya s¨¦ que usted no ha padecido nunca de vanidad ni de envidia literaria. -Nunca -dijo Cervantes. ( ... )
En alg¨²n lugar de la casa alguien ta?¨ªa una vihuela y una voz de mujer cantaba. Reconoc¨ª la melod¨ªa. Era Gu¨¢rdame las vacas, la tonada que origin¨® las variaciones de Cabez¨®n.
-Me parece que le gusta la m¨²sica.
-Mucho.
-A m¨ª tambi¨¦n. Cultivo varias melod¨ªas en mis escritos. Su nombre me es familiar. Uno de mis personajes del Quijote se llamaba as¨ª.
-Fue uno que muri¨® de amor al ver morir a su mujer.
-As¨ª es. ?De d¨®nde viene su nombre?
-Alem¨¢n de origen.
-?Es usted alem¨¢n?
-Oh, no. Vengo de Am¨¦rica.
-All¨¢ quise ir varias veces.
-Si hubiera ido nunca habr¨ªa escrito el Quijote.
-Pero habr¨ªa escrito otras aventuras. Realistas unas, m¨¢gicas las otras. Como hicieron Bernal D¨ªaz y Cabeza de Vaca.
-Pero son memorias, no invenciones. No puedo evitar pensar que si los reaccionarios que ocuparon el lugar de los adelantados le hubieran dado permiso para emigrar a lo que ya se llamaba Am¨¦rica, su gran libro hubiera sido escrito no en Espa?a, sino en la Nueva Espa?a ?Qu¨¦ les parece Don Quijote de las Indias? ?Qu¨¦ tal Sancho Pampa? No habr¨ªa habido molinos, pero habr¨ªa vientos. ?Es una fantas¨ªa americana? Cervantes, en la segunda parte del Quijote, hace elogio y alabanza de Hern¨¢n Cort¨¦s y lo muestra como un caballero ejemplar. Ni m¨¢s ni menos su par impar. ( ... )
-?Es el Quijote una alegor¨ªa de su vida? No lo pens¨® mucho para decir: -Es la parodia de una alegor¨ªa.
-En todo caso es un libro maravilloso.
-Es muy amable con mi libro. ( ... ) Cervantes tendr¨ªa mi edad exactamente ahora, pero era obvio que estaba en el invierno de nuestro contento: Cervantes por su Don Quijote, yo por mi Cervantes.
-Eso es inevitabilidad -dije.
-Es una palabra larga -dijo Cervantes.
-Es una palabra demasiado larga -dije-, pero inevitable. El mobiliario del comedor se hizo contempor¨¢neo, las buj¨ªas se hicieron bombillas, el banquete se vuelve una ¨²ltima cena. Pronto se disolver¨¢ el autor, pero antes de que desaparezca el maestro desaparecer¨¢ el aprendiz de Cervantes.
?Qu¨¦ es morir sino una forma de organizarse? ?Lo dijo Cervantes? ?0 fue mi otro maestro, Mart¨ª m¨¢rtir? ( ... )
Cervantes dejaba de ser un mero mortal para pasar a la inmortalidad. Aqu¨ª debe acabar mi discurso. Pero perm¨ªtanme una palabra o dos antes de irme. Por mi casa de Londres han pasado varias generaciones de escritores espa?oles, algunos biso?os, otros veteranos. Muchos de los j¨®venes escritores han devenido una generaci¨®n que escribe los libros mejores que se escriben en espa?ol. Grande ha sido mi contento de que as¨ª sea.
Quiero destacar a mi agente, la formidable Carmen Balcells, porque fue ella quien me dio la noticia de haber ganado el premio por tel¨¦fono. Su alborozo fue m¨¢s grande que el m¨ªo porque a pesar de las voces de Carmen siempre he sido un tanto esc¨¦ptico. Todav¨ªa lo soy ahora. A todos, empezando por Miguel de Cervantes Saavedra, ?muchas gracias!
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