Una historia muy explosiva
Las numerosas explotaciones mineras, su cercan¨ªa a Francia y el puerto comercial de Bilbao llevaron en 1872 a Alfred Nobel, descubridor de la dinamita, a instalar su primera f¨¢brica espa?ola en Vizcaya. El inventor sueco y un grupo de empresarios franceses y belgas pusieron en marcha la Sociedad An¨®nima Espa?ola de la P¨®lvora Dinam¨ªtica, en el monte Santa Marina, con un capital social de 250.000 francos y la colaboraci¨®n de la casa comercial Viuda de Errazquin e Hijos y la familia Chalbaud. La f¨¢brica, m¨¢s conocida como La Dinamita, es el origen de Uni¨®n Espa?ola de Explosivos (UEE), el tercer grupo del sector en el mundo. A finales del siglo XIX, la sociedad se traslad¨® al barrio de Zuazo, en Galdakao, ampliando su producci¨®n e instalaciones. Cuando se termin¨® la exclusividad de fabricaci¨®n de explosivos para la sociedad vizca¨ªna, surgieron otras empresas dinamiteras, que condujeron en 1896 a una fusi¨®n empresarial que recibi¨® el nombre de Uni¨®n Espa?ola de Explosivos. Constituida en Bilbao con un capital de 25 millones de pesetas, UEE consigui¨® un a?o despu¨¦s el monopolio de fabricaci¨®n en Espa?a. La Dinamita, alma mater del grupo, comercializaba su producci¨®n en la pen¨ªnsula en el barco de vapor Nemrod y a trav¨¦s de la r¨ªa de Gernika. En 1911, UEE comenz¨® a fabricar explosivos militares, produciendo p¨®lvora, trilita, tetralita y cargas moldeadas para el Ministerio de Defensa. La ampliaci¨®n de la producci¨®n se complement¨® con la integraci¨®n de otras f¨¢bricas, como la Franco-Espa?ola de Explosivos y Productos Qu¨ªmicos y la Sociedad Espa?ola de Armas y Municiones de Eibar, en una pol¨ªtica de expansi¨®n que ha caracterizado a la empresa. La clara vocaci¨®n de encabezar el sector llev¨® en 1970 a la absorci¨®n de la Compa?¨ªa Espa?ola de Minas de R¨ªo Tinto. El grupo se convirti¨® en la mayor empresa qu¨ªmica espa?ola, que se rebautiz¨® con el nombre de Uni¨®n Explosivos R¨ªo Tinto (ERT) y naci¨® con un capital de 2.600 millones de pesetas. Una plantilla de 14.000 personas se integraba en el holding industrial, con negocios petroqu¨ªmicos, de abonos, metal¨²rgico, minero, farmac¨¦utico, inmobiliario, pl¨¢sticos y, por supuesto, explosivos. La grandeza del grupo y su pol¨ªtica activa de inversiones pas¨® a ser su tal¨®n de Aquiles en la crisis econ¨®mica industrial de la d¨¦cada de los 70. En 1978, los beneficios de ERT cayeron en picado. El grupo registr¨® 237 millones de pesetas de excedente, frente a los 2.500 millones de pesetas de 1977. El fuerte endeudamiento de la compa?¨ªa comenz¨® a poner en peligro la propia viabilidad de la empresa. La crisis de las materias primas y del petr¨®leo, la devaluaci¨®n de la peseta y el alza de los tipos de inter¨¦s llevaron a ERT en 1982 a una suspensi¨®n de pagos extrajudicial pactada con los bancos. Jos¨¦ Mar¨ªa Escondrillas pas¨® a dirigir el grupo, consiguiendo una renegociaci¨®n de la deuda y comenzando una reestructuraci¨®n que culmin¨® en 1988. Ese a?o, el grupo kuwait¨ª KIO y su representante en Espa?a, Javier de la Rosa, compraron ERT y la fusionaron con CROS y la firma Torras. Nac¨ªa Ercros. La posici¨®n de la sociedad de explosivos no era c¨®moda y su car¨¢cter de negocio de inter¨¦s nacional oblig¨® a la intervenci¨®n del Gobierno. La fabricaci¨®n de de explosivos no pod¨ªa estar en manos de una sociedad controlada por Kuwait, un pa¨ªs no aliado. Se produce la segregaci¨®n de la fabricaci¨®n militar de Ercros, que pronto pasar¨ªa a protagonizar la mayor suspensi¨®n de pagos de la historia econ¨®mica espa?ola en 1991. Actualmente, el grupo ha conseguido salvarse de la quema financiera con Jos¨¦ Fernando S¨¢nchez-Junco al frente y una facturaci¨®n de m¨¢s de 32.000 millones en 1997.
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