El hombre de "Ferro"
Claves para comprender a H¨¦ctor C¨²per, el t¨¦cnico que ha llevado al Mallorca a la final
?Pertenezco a una generaci¨®n de jugadores que se recibi¨® cuando la pol¨¦mica entre bilardistas y menottistas ya hab¨ªa finalizado; mi escuela fueron diez a?os con Carlos Timoteo Griguol en el Ferrocarril Oeste ( Ferro en la jerga local)?. La voz met¨¢lica, el pelo que blanquea, y el perfil sigiloso dan al entrenador del Mallorca, H¨¦ctor C¨²per, la apariencia de un lobo gris. Lleg¨® a Palma en el verano pasado procedente de la Liga argentina, en la que dirigi¨® al Lan¨²s y al Hurac¨¢n durante tres a?os. Desconocido en Espa?a, este t¨¦cnico de 41 a?os y nombre extra?o -su bisabuelo fue un inmigrante ingl¨¦s apellidado Cooper- tampoco fue una celebridad de los banquillos de su pa¨ªs. Siempre desapercibido, y a tres jornadas para el final de la Liga, ha llevado al Mallorca a la lucha por el segundo puesto en la clasificaci¨®n, y ma?ana jugar¨¢ la final de la Copa del Rey contra el Barcelona. C¨²per es un exponente de la llamada Tercera Via del f¨²tbol argentino . No se nutre del ideario preciosista de Menotti ni comparte la filosof¨ªa resultadista de Bilardo. Ni apuseta fuerte por el f¨²tbol ofensivo ni cree en las defensas cerradas que especulan maltratando el bal¨®n a pelotazos -su sistema t¨¢ctico es el cl¨¢sico 4-4-2 con rombo en el mediocentro-. Sus equipos no destacan por su espectacularidad pero cumplen. Infunde profesionalismo y limpieza en el juego. Proviene de un f¨²tbol prol¨ªfico en personajes barrocos, pero ¨¦l es austero.
Carlos Timoteo Griguol, apodado El Viejo , fue su maestro. El actual entrenador de Gimnasia y Esgrima de La Plata es, a sus 62 a?os, el t¨¦cnico m¨¢s veterano del f¨²tbol argentino. Dirigi¨® a C¨²per en el Ferrocarril Oeste, Ferro , un modesto equipo del barrio porte?o de Caballito con el que gan¨® dos campeonatos en 1981 y 1984. Aquella etapa marc¨® al joven defensa central C¨²per, fascinado con los m¨¦todos de un entrenador que dec¨ªa que ?con trabajo se puede aprender a regatear como Maradona?.
?Griguol es ante todo un gran educador, un amante del juego limpio?, recuerda C¨²per, ?si discut¨ªamos con el ¨¢rbitro nos sacaba del partido, dejaba al equipo con diez y nos hac¨ªa dar una vuelta a la cancha para concienciarnos de que a un equipo chico el mal comportamiento no lo beneficia?. Limpieza y versatilidad caracterizaban a los hombres de Ferro. Griguol mov¨ªa a los jugadroes como piezas intercambiables de una maquinaria; M¨¢rcico, el virtuoso, lo mismo jugaba de enganche que, a un silbido de su t¨¦cnico, bajaba a robar pelotas al mediocentro.
?En una ¨¦poca dijeron que en Ferro ¨¦ramos aburridos?, reconoce C¨²per. Y se pone firme con el logro m¨¢s llamativo de la escuela de Griguol, la eficacia para obtener buenos resultados: ?Y a los que dicen que el Mallorca aburre les digo que no creo que un equipo eficaz pueda aburrir?.
?Mi teor¨ªa sirve para ganar partidos y ganar es lo m¨¢s importante?, remacha C¨²per, ?es lo que te piden los aficionados cuando entras al campo?. Y matiza: ?Y para ganar hay que jugar bien?. ?Pero qu¨¦ es jugar bien? ?Jugar bien no es tocar la pelota 70.000 veces sin sentido. Juega bien el equipo que es efectivo en ataque y que logra un equilibrio, donde todos los jugadores defienden y atacan?. Esta filosof¨ªa de ?trabajo?, seg¨²n Griguol, se logra, dice C¨²per, con ?solidaridad?. ?Si un equipo tiene jugadores solidarios autom¨¢ticamente se llega al equilibrio?, explica el entrenador del Mallorca.
El marco de ?solidaridad? entra?a una apuesta por las soluciones colectivas m¨¢s all¨¢ de cualquier individuo. ?No creo en individuos que salvan a su equipo, creo en equipos que rescatan a las individualidades, y eso es lo que ocurre en el Mallorca (jugadores como Valer¨®n, Amato, Ezquerro, o Iv¨¢n Campo culminan la mejor temporada de su vida)?, analiza el t¨¦cnico, ?y si alguna individualidad se resiste queda en evidencia, el grupo la absorbe?.
H¨¦ctor C¨²per se desvive en elogios hacia futbolistas como Luis Enrique, hacia t¨¦cnicos como Camacho o Rainieri. Gusta de la precici¨®n del contragolpe como arma fundamental. Su honestidad no ofrece fisuras y su seriedad estremece.
Como dice un ex jugador suyo: ??l a veces se re¨ªa?. En esto no se parece a Griguol. Su maestro, El Viejo , es por contra m¨¢s pasional, de vez en cuando se permite alg¨²n desplante, y cada lunes, en su barrio de Buenos Aires, Caballito, se afloja la corbata y descarga tensiones entre los platillos y redobles de su vieja bater¨ªa de jazz.
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