Puertollano
DE PASADAPor extra?o que parezca, hay gente se iba de Sevilla. Una pareja se bajaba en Puertollano, ¨¦l vestido de corto; ella, traje de gitana. Hab¨ªan pasado la noche en el real. En Puertollano se vive un extra?o cacao andalucista: limita con la provincia de C¨®rdoba, reciben la avalancha informativa de la Feria de Abril y cuando Canal Sur realiza las desconexiones provinciales, les llega en la sobremesa la actualidad de la provincia de Ja¨¦n. Es una poblaci¨®n industrial, no s¨¦ si ajena a nuevos gritos de la maquinaria: la m¨¢quina de hacer catalanes que seg¨²n Borrell maneja en exclusiva Jordi Pujol; la m¨¢quina de pegar pases en la Maestranza que han patentado Enrique Ponce y Joselito a juzgar por las cr¨®nicas del maestro Joaqu¨ªn Vidal. El AVE que lleva hasta Sevilla a Borrell y Almunia se cruza con el de los feriantes de pitimin¨ª. All¨ª empez¨® la batalla, donde se dieron el primero y el ¨²ltimo abrazo de las primarias. Llegan puntuales a la estaci¨®n. Por algo se llama de Santa Justa. Y entre uno y otro aparece Pascual Gonz¨¢lez, que tambi¨¦n propici¨® una reunificaci¨®n similar tras la escisi¨®n de Cantores de H¨ªspalis. Puertollano es el Faro Industrial de la Mancha, las sevillanas son de electricidad con una torre en las afueras que impone. Todos los que llegan han hecho antes un entrenamiento con p¨²blico en Sevilla: Dover, las hermanas Llano en Puertollano, el Barbero de Sevilla, el Pr¨ªncipe de Asturias, hasta Pep¨ªn Liria, que intentar¨¢ resarcirse de su frustrante mano a mano con El Tato en la plaza port¨¢til. En los televisores de los escaparates se certifica esta especie de colonialismo: Cristina Hoyos, Mario Maya, Mar¨ªa del Monte, Javier P¨¦rez Royo. Y la eclosi¨®n de coros rocieros con el retrato robot de la corista, a mitad de camino entre Rebeca de Mornay y la Pantojita. No es extra?o que Puertollano se haya sumado al carro del pellizco y aparezcan carteles del autodenominado Grupo Maravillas del Flamenco, que dirige la autora local Graci G¨®mez. La ciudad la preside el monumento al minero. Preludio del destino monumental de un oficio marcado por la crisis. De las minas de Aznalc¨®llar se hablaba como si fueran las del rey Salom¨®n con Stewart Granger cortejando a Deborah Kerr. Han tenido que fundirse el para¨ªso de Do?ana con el infierno del cadmio, potasio y fosfatos para saber que all¨ª hay mineros. Que la mina no es s¨®lo un festival de cante. El informativo de Ja¨¦n informa a los manchegos del sur sobre el m¨¦todo que utiliza la soprano Ainhoa Arteta para conservar cristalina la voz: un pa?uelo prensado en aceite de oliva. A Franz Fischler lo van a declarar persona non grata en el Covent Garden.
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