El rey del KO
El Bar?a consigue su 24¡ã t¨ªtulo de campe¨®n ante un Mallorca que cay¨® de pie con dos hombres menos
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En un partido que termin¨® de forma delirante —el Mallorca con nueve jugadores, la pr¨®rroga, la rueda interminable de penaltis—, el Bar?a consigui¨® la Copa y el c¨¦lebre doblete que tanto prestigia a los equipos campeones. Gan¨® en los penaltis, hasta donde hab¨ªa llegado el Mallorca despu¨¦s de una noche heroica: un equipo fiel a s¨ª mismo hasta las ¨²ltimas consecuencias. Apur¨® al Bar?a hasta lo insospechado, incluso cuando se vio sometido a un espectacular acoso. El Mallorca muri¨® de pie, expuesto al terrible designio de una suerte que nada tiene que ver con los m¨¦ritos de cada cual. Pero hubo algo en la progresiva erosi¨®n del Mallorca —el empate, las expulsiones y la incapacidad para aprovechar los errores de los jugadores del Bar?a en la tanda de penaltis — que anticip¨® su definitiva desgracia, concretada en el error final de Eskurza.
C¨²per quer¨ªa la clase de partido que tuvo hasta bien entrado el segundo tiempo. El gol de Stankovic reafirm¨® el prop¨®sito del entrenador del Mallorca, un equipo que rara vez comete pecados de ingenuidad. No s¨®lo es una cuesti¨®n de orden, es tambi¨¦n un asunto de atenci¨®n a los peque?os de talles, un poco a la manera de los equipos italianos, que no dejan nada al azar. Esta cualidad se multiplica con las situaciones favorables, y no hay ninguna mejor que la administraci¨®n de la ventaja que procura un gol. Tras el gol de Stankovic, el Mallorca acentu¨® todos sus perfiles: el orden defensivo, el equilibrio entre las l¨ªneas, la querencia por el contragolpe. S¨®lo el ingreso de Roger gir¨® el encuentro hacia el lado azulgrana.
Para el Bar?a, la concesi¨®n del gol fue definitiva. Amato se aprovech¨® de la ausencia de recursos defensivos de Giovanni para protagonizar una jugada sorprendente. Primero de espaldas, luego acorralado, contra la raya de fondo, Amato se escap¨® de Giovanni, incapaz de realizar un gesto de defensor. Ni tan siquiera hizo falta, la elecci¨®n m¨¢s simple cuando la jugada se pone fea; Ante la sorpresa general, Amato prosigui¨® por la l¨ªnea de fondo, super¨® definitivamente a Giovanni y luego a Nadal. Por el segundo palo apareci¨® Stankovic, que recibi¨® el centro y marc¨®. ?D¨®nde estaban los marcadores del Bar?a? Por el orden no es una cualidad distintiva suya.
Frente al car¨¢cter herm¨¦tico del Mallorca, el Bar?a no consigui¨® encontrar f¨®rmulas. Su utilizaci¨®n de la pelota fue improductiva. En ning¨²n momento consigui¨® desbaratar el tejido defensivo del Mallorca, donde nadie se borr¨®. Todos participaron en el trabajo, en plan profesional, aspecto menos visible en algunos jugadores del Bar?a. Gente como Giovanni pas¨® de puntillas en la primera parte; Bogarde result¨® un lastre en la banda izquierda, una concesi¨®n inexplicable de Van Gaal a la buena fortuna del Mallorca. El ingreso de Roger confirm¨® esa impresi¨®n. .
Roger fue decisivo en la recuperaci¨®n del Bar?a. Un partido que iba para plano —en la l¨ªnea que pretend¨ªan C¨²per y sus jugadores— se desequilibr¨® definitivamente a favor del equipo azulgrana. Roger a?adi¨® las dosis necesarias de dinamismo y recorrido por el ala izquierda. El Mallorca no encontr¨® ant¨ªdoto para detenerle. El efecto Roger se apreci¨® tanto en lo futbol¨ªstico como en lo an¨ªmico. Giovanni se enganch¨® al partido y Rivaldo —en posiciones interiores— hizo valer su habilidad y su condici¨®n de goleador. Entre los dos cocinaron el empate. El Mallorca comenz¨® a desarmarse.
El Bar?a fue hegem¨®nico en el segundo tiempo, que termin¨® entre conflictos. El Mallorca jug¨® en una situaci¨®n l¨ªmite y lo pag¨® con dos expulsiones. S¨®lo le quedaba la heroica, tan adecuada en una final de Copa. Ocho defensores resistieron el estruendoso asedio del Bar?a en la pr¨®rroga, con Amato de partisano en la delantera. Cada acci¨®n del Barcelona anunci¨® el gol —Pizzi remat¨® contra el palo, un tiro de Giovanni pas¨® a una cuarta del poste, Pizzi cabece¨® alto frente a la porter¨ªa libre, dos remates de Rivaldo, el tiro de Giovanni, el desv¨ªo de Roa, el palo otra voz. El ¨¦mbolo apretaba m¨¢s y m¨¢s.—, pero el Mallorca apur¨® su suerte con todo el coraje del mundo, y nadie destac¨® tanto en ese aspecto como Iv¨¢n Campo, que contuvo a Figo en varias incursiones del extremo azulgrana.
Al Bar?a le cost¨® entender que deb¨ªa abrir el campo al m¨¢ximo para impedir el atasco frente a la barricada defensiva. Incluso se vivi¨® un momento imprevisto en el frentazo de Amato, que cruz¨® la pelota junto al palo ante la par¨¢lisis de los defensas del Barcelona. Preso de un punto de desesperaci¨®n, de la falta de punter¨ªa y de errores de interpretaci¨®n, el Bar?a desaprovech¨® la pr¨®rroga. El Mallorca hab¨ªa llegado m¨¢s all¨¢ de lo previsto, pero ten¨ªa el destino cruzado. Su heroico ejercicio s¨®lo sirvi¨® para aumentar la tremenda desesperaci¨®n que le produjo la derrota en la rueda de la fortuna.
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