24 toros in¨²tiles
Para componer los seis ejemplares de la corrida el equipo de veterinarios hubo de reconocer 24 y result¨® que ninguno val¨ªa un duro. Dieciocho los rechazaron por falta de trap¨ªo y los seis que salieron resultaron inservibles. O sea, in¨²tiles todos.?ste es el panorama ganadero. Llegada la 14? corrida de feria los toros siguen siendo el gran problema. Los toros, a salvo alguna rara excepci¨®n, no tienen trap¨ªo, ni fuerza, ni bravura.
La soluci¨®n tampoco se presenta clara pues mientras la ¨¦lite de ganaderos se monta unas campa?as de imagen fastuosas ninguno parece dispuesto a criar y presentar el toro entero y verdadero. Quiz¨¢ porque s¨®lo el toro falso les es rentable. Uno no es que asista a las contrataciones de las figuras pero se malicia que, aparte dinero, lo que exigen es el toro sin trap¨ªo, sin fuerza y sin bravura. El toro falso con pedigree que garantice su falsedad. Lo cual explicar¨ªa que las figuras toreen siempre toros falsos de las mismas ganader¨ªas y que para la Feria de Abril las contraten cada a?o pese a su comprobada inutilidad.
Varias / Cordob¨¦s, Puerto, Morante
Tres toros de Torrestrella, 1? anovillado, 2? con trap¨ªo, ambos flojos y mansos dificultosos; 6? terciado e inv¨¢lido, manejable. Tres de Gavira, presentables, descastados. Los anunciados de Guadalest no se lidiaron por falta de trap¨ªo de los ocho presentados y tambi¨¦n se rechazaron 10 de Torrestrella y Gavira. El Cordob¨¦s: tres pinchazos y estocada trasera perdiendo la muleta (silencio); estocada ca¨ªda tirando la muleta (silencio). V¨ªctor Puerto: pinchazo bajo a paso banderillas y bajonazo (silencio); pinchazo perdiendo la muleta - aviso - y estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Morante de la Puebla: estocada (aplausos); estocada (oreja). Plaza de la Maestranza, 1 de mayo. 14? corrida de feria. Lleno.
Elementos correctores de semejantes maniobras ser¨ªan la autoridad, que debe vigilar la pureza de la fiesta, y el p¨²blico, que tiene todo el derecho del mundo a exigir que no le estafen; mas no est¨¢n por la labor. La representaci¨®n de la autoridad encargada de presidir las corridas se caracteriza por su incompetencia y el p¨²blico por su conformismo, que suele ser consecuencia no exactamente de la candidez sino del desconocimiento total de la fiesta de los toros.
Con unos matices muy significativos en la Maestranza donde alguien dej¨® correr la especie de que aqu¨ª no se debe protestar nunca. Hay hasta quienes han establecido minuciosas especificaciones t¨¦cnicas: el aficionado debe de llegar a la plaza despacito, sentarse cuidando la raya del pantal¨®n, mirar¨¢ receloso a los forasteros y despreciativo si osan levantar la voz, lo que -afirman- es vicio propio de madrile?os. Si no le agrada lo que sucede en el redondel expresar¨¢ su censura con el silencio.
No es que fuera as¨ª la Maestranza tradicional. La Maestranza era una gran plaza, abundosa en aficionados excelentes que manifestaban sus opiniones a media voz y daba gusto o¨ªr lo bien que entend¨ªan la lidia, o con vehemencia si hab¨ªa por qu¨¦; y no dejaban pasar toro falso, ni ped¨ªan orejas a lo loco. Y si se intu¨ªa un momento cumbre callaban expectantes produciendo aquellos famosos silencios de la Maestranza -unos silencios tan profundos que se llegaban a o¨ªr- y duraban justo el instante, acaso fugaz, que tardaba en producirse lo que provoc¨® la expectaci¨®n.
Nada de esto tiene que ver con el coladero en que est¨¢n convirtiendo la plaza donde ya un impresentable novillejo ni se protesta, tampoco su invalidez, y hacen saludar a los banderilleros que prenden los palos por la paletilla o m¨¢s cerca del rabo que de los cuernos -a uno de estos hasta le tocaron la m¨²sica-, y aplaude igual el toreo elevado a las cumbres del arte que el toreo descendido a la categor¨ªa de ordinariez.
Salieron los toros que salieron y si les faltaba presencia o luc¨ªan trap¨ªo daba lo mismo. Los dos primeros de Torrestrella resultaron harto dificultosos y tanto El Cordob¨¦s como V¨ªctor Puerto los capotearon y los muletearon muy voluntariosos. El tercero de Gavira desarroll¨® peligro y Morante le sorte¨® valent¨ªsimo las coladas y los ga?afones. El cuarto Gavira, descastado total, se desentend¨ªa de la muleta que tesoneramente le presentaba El Cordob¨¦s y escapaba incierto buscando una puerta que le devolviera al muladar.
No mejor¨® el quinto mas se encontr¨® con un V¨ªctor Puerto en vena, que le hizo una faena seria, maciza, valent¨ªsima. Consintiendo y obligando le sac¨® derechazos de enorme m¨¦rito, intent¨® naturales jug¨¢ndose el f¨ªsico, de nuevo por la derecha aguant¨® parones espeluznantes y cuando finalmente consegu¨ªa provocar la embestida, la conduc¨ªa con un mando y una templanza asombrosos. Prolong¨® excesivamente el trasteo y ¨¦se fue su fallo, que le impidi¨® alcanzar un triunfo sonado.
El triunfo se lo gan¨® Morante con el ¨²ltimo Torrestrella, ¨²nico medio potable de la corrida, al que lance¨® bien a la ver¨®nica y le hizo una profusa faena, no siempre templada ni ligada, aunque tir¨® de repertorio e intercal¨® muletazos de inconfundible sabor torero. Mat¨® decidido y no s¨®lo obtuvo la oreja sino que a muchos espectadores les salv¨® la tarde. Lo comentaban complacidos: ?Al menos hemos visto una orejita?. Entre 24 toros in¨²tiles, una orejita peluda. No est¨¢ mal, ?verdad? Al fin y al cabo, y si bien se mira, menos da una piedra.
Babelia
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