El final del "Club Med"
Espa?a, Portugal e Italia lograron evitar las maniobras para dejarles fuera temporalmente en nombre de un euro fuerte
La verdadera sorpresa del arranque de la moneda ¨²nica ha sido el elevado n¨²mero de pa¨ªses que va a participar en la operaci¨®n desde el primer momento: 11 y, entre ellos, tres de la Europa del Sur, Espa?a, Portugal e Italia. El euro, que algunos quisieron reducir a un n¨²cleo fuerte de pa¨ªses ?del norte?, nace en un espacio vasto y diverso y destroza de un plumazo las tesis de quienes han defendido una Europa de dos velocidades en la que los llamados despectivamente ?pa¨ªses del Club Med? nunca podr¨ªan meter la marcha larga.Ayer, el gran triunfador en la mesa de los ministros de Econom¨ªa y Finanzas era un italiano viejo, elegante, ir¨®nico, y muy duro, Carlo Azeglio Ciampi, el primer responsable de que la Uni¨®n Monetaria sea tan amplia como va a ser.
Hasta el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Santer, ha reconocido que siempre crey¨® que el euro arrancar¨ªa en la fecha prevista, 1999, pero en un ¨¢rea m¨¢s reducida. Durante bastantes meses de 1996 y 1997 fue tomando cuerpo en algunos ambientes la idea de que los pa¨ªses mediterr¨¢neos no ser¨ªan capaces de alcanzar los criterios de Maastricht o que, si lo hac¨ªan, ser¨ªa de forma irregular o poco sostenible.
Para estos sectores, lo primordial era que el euro naciera en una zona m¨¢s peque?a y m¨¢s cohesionada y que se renunciara especialmente a integrar de momento a Italia. Un euro amplio, afirmaban, ser¨ªa un euro d¨¦bil.
Frente a este razonamiento se levantaron otras voces que defendieron un euro amplio: la integraci¨®n desde el primer momento de los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo permitir¨ªa alcanzar una masa cr¨ªtica de habitantes y territorio muy superior y, sobre todo, evitar¨ªa la divisi¨®n artificial de Europa en dos bloques.
La batalla entre los dos sectores alcanz¨® su apogeo en 1997. Nada m¨¢s empezar el a?o, en la famosa reuni¨®n de Davos, menudearon las declaraciones de algunos responsables pol¨ªticos y banqueros alemanes, holandeses y brit¨¢nicos, generalmente del sector m¨¢s liberal, reclamando que se aparcara la entrada de los pa¨ªses del sur porque la moneda ¨²nica se ver¨ªa fuertemente debilitada. Poco despu¨¦s, Financial Times se hizo eco de un plan para conceder un ?estatuto intermedio? a los pa¨ªses mediterr¨¢neos. La idea era dise?ar una especie de sala-limbo en la que Italia, Espa?a y Portugal esperaran uno o dos a?os. El momento cumbre de ese enfrentamiento podr¨ªa simbolizarse el 7 de enero de ese a?o, cuando el ministro de Econom¨ªa holand¨¦s, el liberal Gerrit Zalm, acus¨® a los pa¨ªses mediterr¨¢neos de ?sufrir un ataque de histeria? por empe?arse en entrar desde el primer momento en la moneda ¨²nica. La salida de tono de Zalm fue contestada por el propio primer ministro de su pa¨ªs, el socialista Win Kok (?Se trata s¨®lo de una predicci¨®n personal?), y provoc¨® la irritaci¨®n de otros pol¨ªticos, especialmente del primer ministro luxemburgu¨¦s, el socialcristiano Jean Claude Juncker (que se quej¨® de los ?malos modos? n¨®rdicos), y de los portavoces socialistas franceses.
La ofensiva de los partidarios de un euro ?poco extenso? hizo, sobre todo, que salieran a la palestra representantes de la industria y de la banca alemana y francesa, preocupados ante la idea de que se extendiera el des¨¢nimo en Italia, que estaba haciendo un gran esfuerzo de convergencia. Un portavoz del Dresdner Bank mostr¨® as¨ª su disgusto: ?Creemos que se trata de puro prejuicio?. La poderosa industria de Alemania y de Francia hizo tambi¨¦n oir su voz. Prefer¨ªan un euro amplio, porque dejar fuera monedas como la lira implicar¨ªa su inmediata devaluaci¨®n competitiva, con las consiguientes p¨¦rdidas para ellos.
En mitad de toda esta batalla, los pa¨ªses afectados se esforzaron, adem¨¢s, por romper la imagen del Club Med, defendiendo sus casos por separado y sin formar frente com¨²n. Los gobiernos espa?ol y portugu¨¦s aseguraron siempre que exigir¨ªan el cumplimiento estricto del Tratado. Si alcanzaban las condiciones de convergencia no permitir¨ªan que se les incluyera en ning¨²n limbo ?mediterr¨¢neo?. La estrategia, defendida especialmente por Espa?a y con m¨¢s dudas al principio por Italia, qued¨® clara en la reuni¨®n que mantuvieron Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Romano Prodi en el oto?o de 1996.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.