Europa despega

(. . .) El nacimiento del euro es por s¨ª mismo un triunfo de la imaginaci¨®n y la pasi¨®n, y ser¨ªa un error creer que afectar¨¢ ¨²nicamente a la vida econ¨®mica de los europeos o de quienes comercian con ellos. El euro es, por encima de todo, una empresa pol¨ªtica. (...)

El cambio pol¨ªtico no est¨¢ necesariamente vinculado a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. A menudo, varios pa¨ªses han compartido su moneda (. . .) sin tener instituciones pol¨ªticas comunes. Los 11 pa¨ªses que reciben este fin de semana la bendici¨®n de Bruselas como participantes en el nuevo euro podr¨ªan optar, al menos en teor¨ªa, por mantener sin cambios sus estructuras pol¨ªticas. Ello no les conducir¨ªa a nada; pronto surgir¨ªan, desde dentro y desde fuera, presiones para una respuesta pol¨ªtica que ser¨ªan dif¨ªciles de aguantar. (...)

Cualquier integraci¨®n pol¨ªtica ulterior deber¨ªa tener como condici¨®n una mayor legitimidad y responsabilidad del sistema democr¨¢tico. Adem¨¢s, deber¨ªa someterse a la prueba de un refer¨¦ndum, aunque s¨®lo fuera para que los pol¨ªticos se vieran obligados a convencer a sus votantes de los beneficios de unos compromisos suscritos en nombre de los ciudadanos. Si a partir de todo ello Europa puede despegar y un d¨ªa emerger como gran potencia, muy bien. Pero la rampa de lanzamiento tendr¨¢ que descansar sobre las aspiraciones m¨¢s s¨®lidas de sus pueblos, no sobre una divisa com¨²n impuesta desde arriba.

, 2 de mayo