Tony Blair, un presidente en ausencia
?Fue la ?la falta de liderazgo? la culpable de que el euro tuviera un parto con dolor? Es una cr¨ªtica justificada, que suele dirigirse a los dos grandes , Francia y Alemania. Pero el liderazgo corresponde formalmente al presidente de la cumbre.Y Tony Blair s¨®lo pasaba por all¨ª. Las semanas previas transcurrieron sin que lanzara ninguna iniciativa para resolver el ¨²nico obst¨¢culo que se avizoraba desde que el 6 de noviembre de 1997 Francia propuso su candidato y hubo oficialmente dos en liza. La autoexclusi¨®n brit¨¢nica del euro no es atenuante: le confer¨ªa el car¨¢cter de ¨¢rbitro imparcial.
Hasta tal punto la presidencia fue inane, que la responsabilidad de evitar el fracaso recay¨® en el canciller alem¨¢n, Helmut Kohl, quien el jueves se afan¨® para que Jacques Chirac endosara una soluci¨®n de compromiso, la ideada por su gran mu?idor, el luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker. Blair no supo traducir la propuesta en un texto velozmente consensuable y jur¨ªdicamente inatacable. Actu¨® como convidado de piedra en los contactos bilaterales paralelos. Y administr¨® la agenda seg¨²n la t¨¦cnica de las calendas graecas .
Mientras, el gran patr¨®n alem¨¢n se vio desbordado por sus lugartenientes, que exig¨ªan omitir fechas en la renuncia de Duisenberg para no violar el tratado. Exhibi¨® su voluntad europe¨ªsta de siempre, pero limitada por sus coligados y por su calendario electoral.
Y Chirac, que acert¨® inicialmente rebel¨¢ndose contra el prop¨®sito de que el zar del BCE fuese cooptado s¨®lo por sus iguales y no por el poder democr¨¢tico, estir¨® tanto la cuerda, con tanto aventurerismo, que estuvo a punto de romperla.
El coraz¨®n de Europa es doble: un espl¨¦ndido monstruo que, sin embargo, amenaza con convertirse en dinosaurio y un audaz intuitivo con s¨ªndrome aventurero. El tercer hombre no existe.
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