Eurometamorfosis financiera
De las implicaciones que tendr¨¢ para la econom¨ªa espa?ola la participaci¨®n en el ¨¢rea euro en primera convocatoria, alguna de las m¨¢s favorables ha quedado ya expl¨ªcita, a modo de anticipo remunerador de esa cumplida convergencia. El descenso registrado en los tipos de inter¨¦s en todos sus tramos temporales es el m¨¢s evidente.Al igual que ha ocurrido en otros pa¨ªses inicialmente considerados perif¨¦ricos, ese importante ahorro en costes financieros, adem¨¢s de contribuir de forma significativa a la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, ha posibilitado la recuperaci¨®n de las decisiones de gasto del resto de los agentes no financieros, alimentando ese c¨ªrculo relativamente virtuoso en el que est¨¢n inmersas las econom¨ªas que integrar¨¢n la fase final de la uni¨®n monetaria.
Existen razones para anticipar que en el seno del ¨¢rea euro el precio del dinero no ser¨¢, al menos en los primeros a?os y en ausencia de perturbaciones excepcionales, superior al que hoy disfrutamos en Espa?a. La fundamental radica en que no se prev¨¦n tensiones inflacionistas muy superiores a las actuales, susceptibles de obligar al Banco Central Europeo a r¨¢pidas y pronunciadas elevaciones de su tipo oficial sobre el que se prev¨¦ que rija a partir del inicio de sus funciones, en el entorno del 3,5% al 4%.
Si las condiciones de precio para los demandantes de cr¨¦dito no van a ser m¨¢s adversas que las actuales, las restantes que caracterizar¨¢n la oferta de servicios financieros tambi¨¦n favorecer¨¢n a los usuarios, al estar determinadas por la tendencia a la unificaci¨®n de los principales mercados financieros y a la mayor competencia entre sus operadores.
En t¨¦rminos absolutos y relativos, la introducci¨®n del euro puede llegar a configurar el mercado de servicios financieros m¨¢s amplio del mundo. Con datos del Fondo Monetario Internacional, el valor de mercado de los bonos, acciones y activos bancarios emitidos en el conjunto de los 11 pa¨ªses que formar¨¢n el ¨¢rea euro ser¨¢ pr¨¢cticamente igual al de EE UU.
Esa similitud de la envergadura potencial de ambos sistemas ampara, sin embargo, diferencias notables, respecto al peso espec¨ªfico de cada uno de los mercados y de su eficiencia global. Contrastes especialmente relevantes si asumimos que la direcci¨®n en la que aquel sistema financiero viene evolucionando en los ¨²ltimos a?os es, en gran medida, anticipadora de la que preside el cambio en Europa.
La direcci¨®n m¨¢s previsible que seguir¨¢ caracterizando esa metamorfosis financiera en Europa no ser¨¢ otra que el predominio del acceso directo a los mercados de capitales frente a la intermediaci¨®n bancaria tradicional. En el agregado de pa¨ªses que conformar¨¢n el ¨¢rea euro, los activos bancarios representaban en 1995 el 54% de todos los activos financieros pendientes de vencimiento, frente al 22% en EE UU; la financiaci¨®n empresarial en este ¨²ltimo pa¨ªs sigue nutri¨¦ndose mayoritariamente de la emisi¨®n de t¨ªtulos en los mercados, mientras que en el conjunto de Europa, adem¨¢s de representar una m¨ªnima parte de los pasivos empresariales, se encuentran concentrados en un reducido n¨²mero de empresas.
Una tendencia tal se ver¨¢ tanto m¨¢s reforzada cuanto mayor sea la atracci¨®n de las modalidades de inversi¨®n colectiva -fondos de inversi¨®n y de pensiones, fundamentalmente- como destino preferente del ahorro de las familias. En la ampliaci¨®n del espectro de activos en que esos fondos puedan materializar sus inversiones, adem¨¢s de la esperada mayor profundidad del mercado interbancario en euros, cabe confiar para que esa metamorfosis no amenace con estrangular las posibilidades de financiaci¨®n de aquellos prestatarios que por su dimensi¨®n o riesgo relativo tendr¨¢n limitado su acceso a los mercados de capitales.
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