Emilio Lled¨® califica de "anacr¨®nica" la distinci¨®n entre ciencias de la naturaleza y ciencias del esp¨ªritu
La distinci¨®n entre ciencias de la naturaleza y ciencias del esp¨ªritu est¨¢ "envejecida, es anacr¨®nica, resulta funesta y carece de sentido", afirm¨® el fil¨®sofo y acad¨¦mico Emilio Lled¨® anteayer en Terrassa. Lled¨® imparti¨® una charla en la sede catalana de la UNED (Universidad Nacional de Educaci¨®n Distancia) sobre el futuro de las humanidades. Lled¨® explic¨® que la ense?anza de las humanidades es un elemento esencial en el proceso de formaci¨®n del hombre y lament¨® la tendencia a verlas desde la perspectiva de un concepto de utilidad corto de miras. "Do?ana es una muestra de la ceguera human¨ªstica. Sin un perspectiva humanista, progresista, generosa, se acaba actuando contra el hombre y no para el hombre", dijo. Previamente se hab¨ªa preguntado si los fil¨®logos, los arque¨®logos, los historiadores no son cient¨ªficos, al tiempo que se interrogaba sobre si las ciencias naturales no son algo hecho por los hombres y, por consiguiente, admiten tambi¨¦n un componente humanista, al margen de las diferencias metodol¨®gicas que pueda haber entre ambos tipos de saber. La esencia del humanismo, defendi¨® Lled¨®, es la educaci¨®n. El hombre es lenguaje y tiene que se ense?ado a "hablar, a dialogar con los otros y consigo mismo". Record¨® la frase de Nietzsche que define a los hombres como "soledades eternamente separadas" y el car¨¢cter de puente del lenguaje, por encima de la lengua espec¨ªfica que se hable. Frente al humanismo creador, aparece la "miseria intelectual de crear cosas en lugar de valores", aceptando que, en general, en esta dicotom¨ªa las humanidades parecen tener poco que ofrecer. Y, sin embargo, dijo "no nacemos en un mundo de cosas sino de significados, de perspectivas, de ideas". Lled¨® analiz¨® el proceso que propicia la concepci¨®n de la felicidad como posesi¨®n. "En la antig¨¹edad, en ¨¦pocas de escasez, tener era equivalente a mayores grados de felicidad". Una asociaci¨®n que a¨²n se mantiene. Frente a ello, citando a S¨®crates, Lled¨® reivindic¨® la idea de la felicidad como "ser" en lugar de como "tener". Y a continuaci¨®n propuso recuperar algunas nociones que, en apariencia, entorpecen esta posibilidad. En especial, la de utilidad y la de praxis. ?Qu¨¦ es lo ¨²til? se pregunt¨® Lled¨® para responder que es "lo que me viene bien, lo que es necesario, lo que me es conveniente y enriquece". Da la impresi¨®n, explic¨®, que se hable de cosas, pero "lo ¨²til no son las cosas, sino los valores. Lo que crea simpat¨ªa, solidaridad, lo que va contra la discriminaci¨®n". Lo ¨²til, a?adi¨®, es "pensar bien". Lo pr¨¢ctico hace referencia al mundo mental, al proyecto, es una noci¨®n que remite, sobre todo, al mundo intelectual. Lled¨® termin¨® reivindicando un sistema pedag¨®gico que recoja estos principios y que se ajuste a un modelo de humanismo con cuatro conceptos b¨¢sicos: los de bien, belleza, lo justo y la verdad. La justicia, dijo LLed¨®, es la secularizaci¨®n de la idea de amistad. "Los hombres, primero, se quisieron". La verdad que reivindicaba, precis¨®, es la verdad democr¨¢tica, contrastable, el ideal al que tender, lejos del dogma impuesto por una autoridad. Emilio Lled¨® defendi¨® que el modelo deber¨ªa atender a las tres preguntas kantianas: "?Qu¨¦ puedo saber? ?Qu¨¦ debo hacer? ?Qu¨¦ puedo esperar?". En una especie de par¨¦ntesis, Lled¨® reclam¨® "unos derechos humanos para los ojos" que liberen a la gente de la imposici¨®n de la "crueldad satinada", de la "muerte que no huele. Yo ol¨ª la muerte durante la guerra y quien la ha olido no quiere m¨¢s. La de las televisiones no huele, no repele, no educa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.