La autopsia confirma la tesis oficial sobre el asesinato en el Vaticano
El cabo de la Guardia Suiza Cedric Tornay se suicid¨® dispar¨¢ndose un tiro en la boca, tras haber alcanzado con dos disparos al comandante del cuerpo, Alois Estermann, y con otro proyectil que le atraves¨® el hombro izquierdo y le interes¨® la columna vertebral, a la esposa de ¨¦ste, Gladys Meza. El Vaticano hizo p¨²blico ayer el resultado de las autopsias de las tres v¨ªctimas de la tragedia del lunes que compartieron capilla ardiente y recibieron en ella el homenaje conmovido del Papa. Por la tarde se celebr¨® en la Bas¨ªlica de San Pedro un funeral de Estado por el matrimonio Estermann.
El portavoz vaticano, Joaqu¨ªn Navarro-Valls, sali¨® al paso de los comentarios de la prensa internacional para negar con vehemencia que la Santa Sede haya ocultado dato alguno sobre el tr¨¢gico incidente, cuya investigaci¨®n, a?adi¨®, sigue adelante. ?Hemos hecho p¨²blica toda la informaci¨®n que ten¨ªamos, excepto la carta de Tornay dirigida a su madre y sus hermanas, por respeto a la familia?. Navarro insisti¨® en que son muchas las pruebas periciales pendientes, y cit¨® la bal¨ªstica, el examen toxicol¨®gico y la prueba de parafina.Por lo dem¨¢s, el portavoz no tuvo reparos en relatar ante los periodistas la escena que vio con sus propios ojos el lunes de mayo, cuando se present¨® alrededor de las 9.30 de la noche en el alojamiento del matrimonio Estermann. El reci¨¦n nombrado comandante yac¨ªa en el suelo, bocaabajo al igual que Tornay, los dos vestidos de paisano. El cad¨¢ver de Gladys Meza, vestida con un traje gris, estaba semiapoyado en la pared, ?como si estuviera sentada en el suelo?. Navarro admiti¨® que el m¨®vil de Tornay, sus quejas de que el reci¨¦n nombrado comandante del cuerpo no le valoraba adecuadamente, hasta el punto de haberle excluido de la lista de los condecorados, pudieran parecer endebles. ?La mente humana es el verdadero misterio?, dijo.
La prensa italiana de ayer aceptaba con reticencias la versi¨®n oficial del suceso ocurrido tras los muros vaticanos, y planteaba tambi¨¦n algunos interrogantes. Cedric Tornay, de 24 a?os, el presunto causante de la masacre, preparaba, al parecer, su despedida de la Guardia Suiza, y estaba en tratos con una empresa de su pa¨ªs para trabajar como guardia de seguridad, ?qu¨¦ pod¨ªan importarle ya las rencillas con Estermann? ?Por qu¨¦ acudi¨® al domicilio de su jefe con el arma reglamentaria cuando lo normal es que las armas se depositen en el cuartel al final de la jornada? Y sobre todo, ?c¨®mo puede hablarse de rapto de locura, cuando hab¨ªa preparado incluso una carta a la familia? Navarro se defendi¨® rebatiendo algunos datos err¨®neos. Los miembros de la Guardia Suiza que protegen las ?fronteras? del Estado de la Ciudad del Vaticano, con la ciudad de Roma, llevan un rev¨®lver por razones de seguridad y los oficiales y suboficiales pueden guardarlo en sus alojamientos.
Otro tema debatido hasta el infinito, el laborioso nombramiento de Estermann como comandante del Ej¨¦rcito vaticano que llev¨® seis meses decidir, se desinfla un tanto a la luz de los datos reales y los reglamentos de la Guardia Suiza. Hace mucho que los comandantes del cuerpo no pertenecen a la nobleza. Roland Buchs, el antecesor del malogrado Estermann, que se ha hecho cargo de nuevo de forma transitoria del mando del Ej¨¦rcito vaticano, no pertenece a la aristocracia y el retraso en sustituirle se habr¨ªa debido a que el propio reglamento del cuerpo recomienda que el nombramiento de comandante recaiga, si es posible, en un hombre de fuera de la Guardia Suiza.
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