Explotados a destajo
Un recorido por las obras de la regi¨®n muestra las duras condiciones de trabajo y los abusos que sufren los alba?iles
"Esto es como el Titanic. Nos hundimos y nadie puede evitarlo". Raimundo Mart¨ªnez, pe¨®n de alba?il, tiene s¨®lo 22 a?os y ya se ha dado por vencido. Cree que no puede hacer nada para cambiar su precaria situaci¨®n laboral. El des¨¢nimo ha cundido en los ¨²ltimos a?os entre los obreros de la construcci¨®n en Madrid. Agobiados por el paro, aceptan las abusivas condiciones de los pistolas, como ellos llaman a los contratistas que no respetan sus derechos laborales. Los alba?iles que aparecen en este reportaje aseguran que la firma de hojas en blanco como condici¨®n para ser contratados se ha convertido en una pr¨¢ctica habitual. Los sindicatos lo corroboran. Esto supone firmar su propio despido y renunciar a la liquidaci¨®n, pagas extraordinarias, vacaciones y a veces hasta al subsidio de desempleo.La mayor¨ªa se queja de que no recibe el material de seguridad obligatorio (botas, gafas, guantes, ropa) y de que no le queda m¨¢s remedio que trabajar a destajo, una de las causas, seg¨²n los sindicatos, del incremento de la siniestralidad laboral, que ya se ha cobrado en lo que va de a?o 22 muertos (el doble que el a?o pasado).
Especialmente grave es la situaci¨®n de muchos inmigrantes. Y de los trabajadores de otras provincias, muchos de los cuales tienen que recorrer una media de 250 kil¨®metros diarios para ocupar su puesto de trabajo. El sueldo medio de un oficial de alba?il ronda las 150.000 pesetas; el de un pe¨®n, 120.000. Dicen cobrar unas 25.000 menos que hace una d¨¦cada y trabajan unas diez horas. Los sindicatos advierten que la construcci¨®n, en estos momentos, se ha convertido en una bomba de relojer¨ªa y que s¨®lo hay una forma de desactivarla: acabar con el pistolerismo y respetar la legislaci¨®n laboral y de seguridad en el trabajo. Por eso fueron a la huelga general el pasado 28 de abril.
Raimundo se estren¨® en el tajo a los 14 a?os. Vive en Horcajo de Santiago (Cuenca) y recorre diariamente 200 kil¨®metros. Siempre firma hojas en blanco y nunca cobra los finiquitos. "Si no aceptas que te exploten, no trabajas y no comes. Esto es una porquer¨ªa", afirma malhumorado. ?l y otros 52 alba?iles levantaban un edificio de viviendas cerca de la avenida de Guadalajara, en San Blas. Pero la subcontrata ha quebrado. Se enteraron el lunes cuando llegaron al tajo. El contratista no apareci¨® para darles una explicaci¨®n. Hay unos 300 trabajadores afectados, repartidos por distintas obras de la capital. No saben si cobrar¨¢n. Tienen miedo, no quieren hablar.
-?Pero miedo de qu¨¦?
"A los pistolas no les gustan los obreros que protestan, que exigen sus derechos. Si lo haces te echan. Y hay que comer", aclara Emilio Ant¨®n S¨¢nchez, un alba?il de 64 a?os que ha sufrido dos quiebras seguidas. "No hay solidaridad. Cuando un compa?ero tiene problemas, nadie le apoya. Hemos perdido el esp¨ªritu de lucha. Por eso cada uno va a lo suyo", admite Gabriel Garc¨ªa, un treinta?ero que en 16 a?os s¨®lo ha disfrutado de dos contratos en regla. "Siempre te quitan algo. Si firmas una liquidaci¨®n de 250.000 pesetas, en realidad te llevas 90.000. Lo normal es que la firma que aparece en el contrato est¨¦ falseada y pierdas d¨ªas de cotizaci¨®n".
Muchos han visto morir a gente en las obras. Vitaliano Alonso, un madrile?o de 47 a?os, perdi¨® a un compa?ero durante la construcci¨®n de la c¨¢rcel de Navalcarnero hace ya algunos a?os. Tiene claro que el destajo es peligroso. "Los precios han ca¨ªdo. Antes se pagaba a 1.700 pesetas el metro cuadrado de ladrillos. Ahora lo hacemos por 1.200 pesetas. Hay que hacer muchos metros para sacar un sueldo y no puedes perder el tiempo en comprobar si el andamio est¨¢ bien sujeto, o en ponerte un arn¨¦s que te dificulta la movilidad".
Gabriel Garc¨ªa hace dos d¨¦cadas que no trabaja con un sueldo fijo. "Si a jornal levantas un panel de ladrillos; a destajo, por el mismo precio, tienes que levantar tres. S¨®lo compensa a los especialistas: los encofradores, yesistas, alicatadores. Si son buenos pueden llevarse 300.000 pesetas al mes", explica Garc¨ªa.
Miles de historias como ¨¦sta podr¨ªa contar Antonio Luna, un alba?il de CC OO. Tiene 43 a?os y una familia, pero siempre est¨¢ dispuesto a arriesgar su puesto por un compa?ero. Lo conocen muchos inmigrantes y veteranos a los que ha defendido. "Los obreros estamos vendidos. Cuando firmas un papel en blanco te pueden dar la baja voluntaria y no cobras el desempleo. Es el colmo de la sinvergonzoner¨ªa. Una mala mirada al jefe de obra y te la has cargado", se lamenta.
Unos 20.000 trabajadores llegan todos los d¨ªas a Madrid procedentes de Castilla-La Mancha. Tienen que levantarse antes de las cinco de la ma?ana y regresan a sus pueblos al anochecer. Algunas veces el cansancio les vence y prefieren quedarse a dormir en las obras. "Se te cae el alma a los pies cuando los ves arropados con cartones como si fueran mendigos", manifiesta Alberto Trigo, secretario general de CC OO. Hay contratistas que vienen de los pueblos con furgonetas cargadas de trabajadores que necesitan redondear las peonadas. "Si protestan no salen del pueblo", denuncia Trigo.
Si adem¨¢s de ser obrero, el alba?il es inmigrante, la explotaci¨®n se convierte en simple estafa: se niegan a pagarles. P.S., un b¨²lgaro de 36 a?os que lleg¨® en 1991, sufri¨® todo tipo de enga?os. Actualmente es profesor en la universidad y prefiere no dar su nombre. Sus opiniones son duras. Califica de "conformismo cobarde" la actitud de los obreros por no exigir lo que les corresponde. "Entre los mismos inmigrantes hay mafias que reparten el trabajo", afirma.
"Yo he tenido que pagar una parte de mi salario a la persona que me present¨® al chapucero. Los explotados se convierten en explotadores de los reci¨¦n llegados. Y cuando por fin has conseguido un contrato y vas a pedir tu historial laboral, resulta que el constructor no ha pagado tu Seguridad Social. Es desesperante", cuenta este b¨²lgaro, que ha pasado por situaciones tragic¨®micas: "He tenido hasta que cavar tumbas, en el cementerio de Alcal¨¢ de Henares. Fue surrealista". ?l y Antonio Luna cavaron cuatro mil tumbas en cinco meses. "Gracias a gente como Luna, no llegu¨¦ a tocar fondo", concluye el b¨²lgaro.
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