Aznar alardea de sus ¨¦xitos econ¨®micos mientras Borrell le acusa de arruinar el Estado de bienestar
El primer cara a cara entre Aznar y Borrell deja en los socialistas sabor agridulce a empate
El debate del estado de la Naci¨®n arranc¨® pol¨ªticamente trucado porque la expectaci¨®n no se centraba en las propuestas, sino en el alumbramiento pol¨ªtico del candidato socialista Jos¨¦ Borrell y su enfrentamiento con el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Era un debate que los di- putados y los informadores estaban dispuestos a resumir en t¨¦rminos de ganador y perdedor. Aznar, por la ma?ana, y como siempre en estos casos, hizo un discurso largo y pl¨²mbeo en el que, por supuesto, destac¨® el ¨¦xito del euro, la mejora del empleo y la propuesta de rebajar los impuestos. Por la tarde, Borrell le replic¨®, fundamentalmente, que carece de un proyecto pol¨ªtico para Espa?a y que su actuaci¨®n est¨¢ minando y poniendo en grave riesgo los cimientos del Estado de bienestar. Al final del debate los socialistas m¨¢s templados hablaban de "sabor agridulce" y de "empate". Los m¨¢s optimistas aseguraban, incluso delante de Borrell, que "pens¨¢bamos ganar por 8-0 y s¨®lo ha sido por 2-1". Entre los populares, la sensaci¨®n de que Borrell no hab¨ªa derrotado a Aznar les sirvi¨® para mostrarse m¨¢s que satisfechos e incluso euf¨®ricos.Aznar, en hora y cuarto con su primera intervenci¨®n, desgran¨® lo que sus servicios de prensa resumen como la presentaci¨®n de 19 proyectos de desarrollo para los pr¨®ximos a?os -la mayor¨ªa ya conocidos- y ocho ofertas de pacto o di¨¢logo, tambi¨¦n sabidas, y entre las que destacan el control de las actividades de los servicios secretos, el Cesid.
Lo importante lleg¨® despu¨¦s de comer. Borrell subi¨® a la tribuna y deslumbr¨® al hemiciclo. Fue como una de esas faenas en las que el diestro se abre de capa y embelesa a los tendidos. Pero las cosas no siguieron con la misma brillantez.
En la intervenci¨®n de Borrell hubo menciones a casi todos los temas de la pol¨ªtica nacional, pero decidi¨® tomar como baza fundamental la acusaci¨®n de fraude contable en la Seguridad Social. Tanto que dedic¨® a este asunto, casi en exclusiva, su r¨¦plica y su d¨²plica y qued¨® flotando en el ambiente, quiz¨¢ con una falsa impresi¨®n, que el estado de la Naci¨®n pasaba, casi exclusivamente, por esos artificios contables que se empe?¨® en demostrar.
Apenas alcanz¨® la tribuna el candidato cuando desde los esca?os populares se puso en marcha un concierto de voces, abucheos, gritos, pateos, que Borrell lleg¨® a calificar en un momento de "t¨¢ctica preconcebida para impedir el desarrollo" de su discurso. Preconcebida o no, el hecho cierto es que la actuaci¨®n de los diputados de la derecha dio sus frutos y Borrell en 50 minutos de intervenci¨®n hizo 18 menciones de protesta contra la actitud de los populares. Demasiadas, en opini¨®n de muchos de sus correligionarios, como para evitar la sensaci¨®n de que no pudo sobreponerse a la actuaci¨®n de sus adversarios pol¨ªticos.
Borrell se aferr¨® a los papeles. En uno, un informe interno del Gobierno, pone en duda la viabilidad de la financiaci¨®n de la Seguridad Social si se mantienen los artificios para ocultar el d¨¦ficit, y en otro, la Comisi¨®n Europea hace reproches al plan de empleo del Gobierno espa?ol.
Al segundo contest¨® Aznar con otra frase, de otro informe europeo, en el que se alaba el plan de empleo. Al primero no contest¨®. Borrell insisti¨® hasta desga?itarse en que el presidente deb¨ªa responder si era cierta o falsa la acusaci¨®n de maquillaje del d¨¦ficit, pero s¨®lo consigui¨® que Aznar le acusase de practicar el catastrofismo y, que incluso le llamase "jacobino irredento". Desde los bancos socialistas corearon hasta cuatro veces, mientras Aznar replicaba con un sonoro "contesta, contesta", pero tampoco el coro consigui¨® la respuesta del presidente.
No en vano, al inicio de su contestaci¨®n a Borrell, Aznar trat¨® de ningunearle discretamente d¨¢ndole la "bienvenida" a estas lides del debate de la Naci¨®n y record¨¢ndole abiertamente: "Yo ya soy veterano en este debate".
La sensaci¨®n de conjunto para diputados e informadores es que sobr¨® contabilidad y falt¨® pol¨ªtica. Entre socialistas y populares, aunque con muy distinto objetivo, se hac¨ªan en los pasillos bromas hirientes con adivinar en qu¨¦ consisten "los criterios de caja y de devengo".
Bromas aparte, lo cierto es que de pol¨ªtica no se habl¨® mucho. Algunos diputados populares confesaron abiertamente que esperaban muy serias dentelladas sobre los agujeros negros del Gobierno: la justicia, la actitud del vicepresidente primero, Francisco ?lvarez Cascos, la actuaci¨®n del portavoz gubernamental Miguel ?ngel Rodr¨ªguez... Nada de eso sali¨® a relucir.
Tampoco, y eso habr¨ªa que anotarlo entre los logros del debate, hubo referencias a lo que gen¨¦ricamente se ha llamado durante demasiados a?os "la crispaci¨®n". Ni los GAL ni Filesa ni cualquiera de los elementos arrojadizos de la pol¨ªtica espa?ola estuvieron en el debate.
Quiz¨¢ la apelaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s seria surgi¨® de una menci¨®n de Aznar al asegurar que tras la ca¨ªda del muro "se acab¨® el hablar de dos modelos de sociedad". Borrell enganch¨® ese clavo con fuerza y argument¨® que en Europa y en Occidente siguen existiendo dos modelos porque "debajo de los cascotes del muro de Berl¨ªn no est¨¢ enterrado el socialismo democr¨¢tico", y le espet¨® a Aznar que es heredero de Thatcher y de Reagan, mientras ¨¦l se reclama socialdem¨®crata, en consonancia con una buena parte de los gobiernos europeos.
En el debate no hubo mucha pol¨ªtica entre los dos contendientes principales, pero Julio Anguita quiso que la C¨¢mara, y quiz¨¢ los ciudadanos a trav¨¦s de la televisi¨®n, contemplasen una oferta de di¨¢logo entre la izquierda. Borrell, al acabar su intervenci¨®n, sugiri¨® la importancia de que la izquierda sea capaz "de conseguir esa unidad de la derecha" identificando "las causas comunes, que est¨¢n muy claras". Matiz¨® que se refer¨ªa a la "mayor¨ªa de centro izquierda que comparte los valores de la libertad, la tolerancia y el respeto a la diversidad de Espa?a" ya que con eso "podr¨ªa volver a gobernar este pa¨ªs".
Justo en el momento en que Anguita sub¨ªa a la tribuna, la portavoz de su grupo, Rosa Aguilar, entregaba a Joaqu¨ªn Almunia, secretario general socialista, y a Borrell una carta con id¨¦ntico texto en la que se resumen los 11 puntos que el l¨ªder de IU desgranar¨ªa luego en la tribuna. Izquierda Unida y Anguita trataban de hacer patente su voluntad de di¨¢logo con el PSOE y su nuevo candidato. La mec¨¢nica del debate no hizo posible que, al menos ayer, hubiera respuesta.
Las intervenciones de CiU y PNV, los grupos nacionalistas fundamentales en el apoyo al Gobierno, se produjeron muy tarde y no plantearon demasiados reproches al Ejecutivo.
Joaquim Molins, portavoz de los nacionalistas catalanes, reclam¨® con vehemencia la parte al¨ªcuota que le corresponde en los ¨¦xitos econ¨®micos y sociales del Gobierno. Pero, sobre todo y en cuanto al fondo pol¨ªtico de su intervenci¨®n, justific¨® la trayectoria de la coalici¨®n durante todos los a?os de transici¨®n democr¨¢tica para concluir que la presencia pol¨ªtica de su grupo resulta imprescindible en la gobernabilidad del Estado.
I?aki Anasagasti, en nombre del PNV, afront¨® en directo el terrorismo, pero decidi¨® no formular los reproches que habitualmente lanzan al Gobierno y al PP sino que se limit¨® a recalcar sus posiciones. Anasagasti mantuvo que en el PNV "est¨¢n obligados" a buscar la paz para el Pa¨ªs Vasco lo antes posible, es decir, a buscar las v¨ªas de di¨¢logo que tanto le reprochan populares y socialistas al enjuiciar su estrategia frente a ETA.
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