Un deslumbrante toreo a caballo
Pablo Hermoso de Mendoza y el caballo Cagancho armaron un alboroto con su toreo deslumbrante. Pablo Hermoso y Cagancho, si bien se mira, trajeron la revoluci¨®n. Aquello era torear, s¨ª se?or. Torear era ir templando las embestidas del toro, llevarlo embebido en el estribo, recortarlo a la manera de la media ver¨®nica, salir guapamente de la suerte volviendo grupas y, tomado el terreno justo, emprenderla de nuevo sin soluci¨®n de continuidad, en corto y de frente, para colocar la banderilla en lo alto.Eso es el toreo ecuestre, s¨ª se?or; lo dem¨¢s, pegar caballazos.
El tercio de banderillas que ejecutaron de consuno Pablo Hermoso de Mendoza y su caballo Cagancho -uno arriba y otro abajo, naturalmente- puede decirse que fue memorable. Ambos marcaron un hito en la plaza de Las Ventas. Y no es el primer hito. Otro hito lo dejaron en la Maestranza de Sevilla, con ocasi¨®n de la reciente Feria de Abril. Y ah¨ª siguen, temporada adelante: de hito en hito. Si no les falta salud, van a llenar de hitos los cosos de la taurina Iberia.
Tassara / Cuatro rejoneadores Toros exageradamente despuntados, para rejoneo, de Flores Tassara, dieron juego
Jo?ao Moura: pinchazo baj¨ªsimo a la media vuelta, rej¨®n contrario y, pie a tierra, cinco descabellos - primer aviso -, siete descabellos barrenando - segundo aviso - y otros 12 descabellos iguales; se le perdon¨® el tercer aviso (pitos) . Ferm¨ªn Boh¨®rquez: rej¨®n trasero contrario bajo (oreja); Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo trasero bajo, rej¨®n ca¨ªdo y, pie a tierra, descabello (oreja). Andy Cartagena: metisaca bajo y rej¨®n contrario (oreja). Por colleras.- Moura - Cartagena: rej¨®n descaradamente bajo (oreja). Boh¨®rquez - Hermoso: pinchazo, rej¨®n trasero contrario muy bajo, otro pinchazo y rej¨®n bajo (oreja). Hermoso de Mendoza sali¨® por la puerta grande. La Duquesa de Lugo presenci¨® la corrida desde el palco real. Plaza de Las Ventas, 16 de mayo. 11? corrida de abono. Lleno.
El sentido lidiador de Pablo Hermoso de Mendoza ya se hab¨ªa manifestado antes, sin la colaboraci¨®n de su caballo Cagancho. Montaba otro sobre el que cabalg¨® medido para encelar al toro reserv¨®n, sacarlo de sus querencias, clavarle los rejones de castigo acudiendo desde muy largo y logrando con esta t¨¦cnica convertir en embestida franca lo que hab¨ªan sido resabios defensivos propios de la mansedumbre. Menudo torero se ha hecho el rejoneador navarro. Menudo torero, sin necesidad de pegar sombrerazos.
El arte de torear no es ciencia infusa. En la maravillosa interpretaci¨®n del arte de torear de Pablo Hermoso de Mendoza seguramente ha influido el ejemplo de Jo?ao Moura, torero a caballo de pura escuela; la que trajo d¨¦cadas atr¨¢s Jos¨¦ Samuel Lupi y cambi¨® los conceptos del rejoneo.
De ser ?el n¨²mero del caballito? -como lo bautiz¨® Clarito-, o aquel circo que montaban cuatro jinetes pegando caballazos y levantando espesa polvareda, pas¨® a tener consideraci¨®n de toreo, con sus suertes concebidas desde el dominio y la templanza. Manuel Vidri¨¦ fue otro de sus ep¨ªgonos. De manera que la trayectoria del toreo ecuestre verdadero pasar¨ªa por Lupi, Moura y Vidri¨¦, a quienes ahora se une con todos los pronunciamientos favorables Pablo Hermoso de Mendoza.
Moura despleg¨® en la memorable funci¨®n ferial esa t¨¦cnica que ya ven¨ªa practicando hace a?os de templar al toro, correrlo cabalgando de costado, reunir al estribo, y la repiti¨® cuantas veces quiso, hasta el alarde, lo mismo en su turno que en collera. Sin embargo ech¨® un borr¨®n dif¨ªcil de entender y de olvidar con las desastrosas formas que emple¨® para matar al primer toro. Tirando descabellos sin tino ni mesura, descompuesto y atropellado, transcurri¨® sobradamente el tiempo de los tres avisos. No le devolvieron el toro al corral porque el presidente debi¨® de creer que el palco era su oficina particular de relaciones p¨²blicas y se dedic¨® a repartir regalos. El presidente iba de orejista. Y a partir del siguiente toro le dio la oreja a todo el mundo -cinco en total-, con merecimientos o sin ellos; premiando por igual el toreo puro y las cabalgadas para la galer¨ªa, la suerte de matar m¨¢s o menos decorosa y la intolerable escabechina.
Oreja recibieron, por tanto, Ferm¨ªn Boh¨®rquez y Andy Cartajena, cuyas habilidades no se van a negar pero que no pasaron de espectaculares y cumplidores; oreja la collera Moura-Cartagena, que mat¨® con brevedad, y la formada por Boh¨®rquez y Hermoso, que mataron a la ¨²ltima. Los giros brillantes de Hermoso al salir de las suertes durante la collera reavivaron el triunfalismo que ya ven¨ªa desbocado por la frivolidad del presidente. Y cay¨® la oreja. Y Madrid parec¨ªa una plaza de talanqueras. Poco import¨® que Pablo Hermoso de Mendoza y su caballo Cagancho hubieran marcado un hito en este hist¨®rico coso con la deslumbrante interpretaci¨®n del arte de torear. Hecho balance, s¨®lo tuvieron con los dem¨¢s empate a uno.
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