Europa y EE UU celebran el final de su conflicto sobre las inversiones en Cuba, Ir¨¢n y Libia

La Uni¨®n Europea (UE) y EE UU ratificaron ayer en su cumbre bilateral el pacto alcanzado anteanoche para resolver su largo conflicto sobre las inversiones en Cuba, Ir¨¢n y Libia. El presidente Bill Clinton, valor¨® los textos como ?nuevos pasos para fortalecer? el comercio bilateral. La ?soluci¨®n con la que evitamos el enfrentamiento en torno a las sanciones es duradera?, a?adi¨® el presidente de los Quince, Tony Blair.

No hubo mucha m¨¢s solemnidad en la rueda de prensa conjunta, en la que se habl¨® m¨¢s de la partida matutina de golf de ambos amigos que del relevante acuerdo adelantado ayer por este diario. Salvo una referencia de Clinton para tranquilizar a su p¨²blico. Justific¨® las derogaciones otorgadas a la UE sobre las leyes Helms-Burton y Kennedy-D"Amato, que sancionan las inversiones de todo el mundo en los tres pa¨ªses cenicientos, porque ?forman parte de nuestra estrategia global? para combatir el terrorismo internacional.Quien estuvo m¨¢s expl¨ªcito y plet¨®rico fue el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Santer. ?El acuerdo significa que las compa?¨ªas y los empresarios europeos pueden realizar sus negocios sin que la amenaza de las sanciones norteamericanas penda sobre sus cabezas?, resumi¨®. A?adi¨® que el acuerdo ?es bueno? tanto para las empresas europeas, que logran protecci¨®n, como para la Uni¨®n Europea, porque ha ?demostrado que puede actuar unida? en dif¨ªciles cuestiones de pol¨ªtica exterior.

Blair record¨® que tras ?este paso hacia delante queda a¨²n mucho por trabajar?. ?Faltan algunas gestiones antes de aplicar el acuerdo por completo?, apoy¨® Santer. ?Cu¨¢les? Se refer¨ªa a que los quince ministros de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n deben dar el visto bueno o ?tomar nota? del acuerdo el pr¨®ximo lunes.

Y al malestar que produjo en algunas diplomacias el m¨¦todo negociador utilizado en las ¨²ltimas 24 horas. En efecto, pr¨¢cticamente todas las mejoras sugeridas por los representantes permanentes europeos en Bruselas (los embajadores de los Quince) fueron asumidas por el equipo del presidente norteamericano.

Pero fue una arriesgada carerra contra el reloj. Quienes formulaban exigencias m¨¢s contundentes -como Espa?a, reclamando una redacci¨®n menos ambigua sobre las inversiones en Libia; o Francia, exigiendo m¨¢s claridad en la declaraci¨®n de que EE UU y la UE evitar¨¢n las sanciones unilaterales a terceros pa¨ªses- debieron negociar por su cuenta.

Tras las enmiendas formuladas por los embajadores, fue la propia secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, quien tuvo que agarrar el tel¨¦fono y llamar a las capitales. Habl¨® con el ministro espa?ol, Abel Matutes, y con el Gobierno franc¨¦s. Y alcanz¨® compromisos intermedios, que dar¨¢n lugar a pol¨¦mica.

Aunque en Cuba no ha habido a¨²n reacci¨®n oficial al acuerdo entre la UE y EE UU, las autoridades de La Habana no ocultan su preocupaci¨®n. El Ministerio de Exteriores difundi¨® el s¨¢bado entre los corresponsales extranjeros acreditados en La Habana una declaraci¨®n de Fidel Castro desde Ginebra en la que alertaba de las maniobras norteamericanas para tratar de "imponer a la UE la internacionalizaci¨®n de los principios de la ley Helms-Burton"