Un grito de esperanza
Dos de los directores de orquesta m¨¢s emblem¨¢ticos de nuestros d¨ªas, Daniel Barenboim y Carlo Maria Giulini, han puesto el dedo en la llaga en las ¨²ltimas semanas sobre el trascendental tema de la educaci¨®n musical al alcance de todos. Los mensajes han sido en gran medida coincidentes y profundamete pesimistas. Barenboim, en una entrevista concedida a EL PA?S, y Giulini, en una carta abierta al presidente Scalfaro, reproducida el pasado viernes en ABC Cultural , manifestaban el aislamiento cada vez mayor de la m¨²sica en la sociedad actual y lanzaban una desesperada llamada a los gobiernos para que tomasen conciencia de que la educaci¨®n musical debe situarse a nivel de igualdad con otras manifestaciones art¨ªsticas y cient¨ªficas desde la m¨¢s tierna infancia.En octubre de 1995, en una columna de opini¨®n en las p¨¢ginas de educaci¨®n de este peri¨®dico, me atrev¨ªa a manifestar que la implantaci¨®n de las escuelas de m¨²sica era el proyecto m¨¢s decisivo y hasta revolucionario que hab¨ªa surgido en Espa?a en mucho tiempo alrededor de la m¨²sica. Desde el pr¨®ximo d¨ªa 25 hasta el 31 de mayo se celebra en Barcelona (en realidad, en toda Catalu?a) el V Festival de M¨²sica de los J¨®venes Europeos, auspiciado por la Uni¨®n Europea de Escuelas de M¨²sica (EMU), una organizaci¨®n que agrupa en 21 pa¨ªses a 6.000 escuelas de m¨²sica con unos 3,6 millones de estudiantes y 120.000 profesores, cifras verdaderamente espectaculares frente a los datos estad¨ªsticos de 1975 -12 pa¨ªses, 1.839 escuelas, 1.171.500 estudiantes, 28.240 profesores- y a los estimados no oficialmente de 1950 con un m¨¢ximo de 1.200 escuelas de m¨²sica p¨²blicas.
El festival de m¨²sica que ahora propone Barcelona, a trav¨¦s de la Asociaci¨®n Catalana de Escuelas de M¨²sica, tiene precedentes en varias ciudades europeas. En M¨²nich se concentraron 9.000 j¨®venes procedentes de escuelas de m¨²sica en 1975; en Estrasburgo, 3.000 en 1989; en Eindhoven, 2.500 en 1992 y en Budapest, 11.000 en 1995. Barcelona acoger¨¢ a 5.500 j¨®venes europeos (incluyendo unos 600 del resto de Espa?a) que convivir¨¢n con 4.000 catalanes, en una gran fiesta, ilusi¨®n e intercambio (3.500 de los de fuera est¨¢n alojados en casas particulares de los anfitriones) que moviliza 200 escenarios y un total de 1.200 conciertos. Entre los asistentes figuran desde un conjunto de rock de Noruega, con edad media de 13 a?os, hasta una orquesta juvenil del mismo pa¨ªs que interpreta la Quinta de Shostakovich. Hay un grupo alem¨¢n que toca m¨²sica hebrea y otro austriaco con una actuaci¨®n a base de m¨²sica celta. Una orquesta de tamburas de Croacia contrasta con un homenaje a Pau Casals preparado por una escuela h¨²ngara en Tarragona.
Se ha formado adem¨¢s la Orquesta de las Escuelas de M¨²sica de Catalu?a, 80 instrumentistas entre 12 y 20 a?os, que se presentar¨¢ con la cantaora Ginesa Ortega y el director Ernesto Mart¨ªnez Izquierdo en el Teatro Nacional de Catalu?a el d¨ªa 25 con obras de Falla, Beethoven y Ravel, estrenando una Eurofanfarria compuesta para esta excepcional ocasi¨®n por Xavier Montsalvatge. Els Comedians llevar¨¢ las riendas de la ceremonia de inauguraci¨®n en el Palau San Jordi el d¨ªa 27, donde se concentrar¨¢n 15.000 j¨®venes m¨²sicos, en un programa lleno de sorpresas que no me parece oportuno desvelar.
Barcelona se convierte as¨ª durante una semana en la capital europea de m¨²sica , denominaci¨®n que se suele aplicar frecuentemente con mucha ligereza en aquellas ciudades donde coinciden durante un d¨ªa una orquesta de campanillas con un par de divos de ¨®pera. La magnitud del acontecimiento y el car¨¢cter festivo que posee no deben desviar la atenci¨®n de lo verdaderamente significativo e importante. Por encima de lo emotivo y entra?able que supone ver actuar a unos cuantos miles de adolescentes en las calles y teatros de Barcelona, este festival es un aut¨¦ntico grito de esperanza por la incorporaci¨®n m¨¢s efectiva de la m¨²sica en la sociedad. ?La educaci¨®n no es sino la puesta en pr¨¢ctica de una singular armon¨ªa que consuma todas las armon¨ªas del mundo? -ha escrito con su deslumbrante lucidez el fil¨®sofo Emilio Lled¨®-. ?Y la M¨²sica, al despertarnos a ese universo total de consonancias, forma en el alma el territorio donde la persona irradia, en el gozo del o¨ªdo, el otro gozo en el que se acompasa la tensi¨®n y el deseo de una misteriosa excelencia, de una humanidad superior?.
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