Un amante de la vida

Creo que lo que mejor defin¨ªa a Ricardo Franco, lo que caracteriz¨® su vida de una manera permanente, fue el apasionamiento. Todo lo que vivi¨®, lo que hizo, incluso lo que nunca consigui¨® hacer, lo afrontaba con una total entrega, apasionadamente.Quiz¨¢s la columna vertebral de su vida fue el cine y, en todo caso, fue una de sus grandes pasiones y su oficio. Y, naturalmente, el cine, el propio y el ajeno, lo viv¨ªa como s¨®lo puede vivirse lo que se ama. Pero Ricardo Franco amaba muchas otras cosas: amaba con igual intensidad la m¨²sica, por ejemplo. Tocaba muy bien la guitarra, frecuentaba los conciertos y le encantaba colaborar con los profesionales. En el ¨²ltimo disco de Nacho Campillo, grabado ya sin su grupo Tam Tam Go, hay tres o cuatro canciones con unas estupendas letras suyas.

Amaba tambi¨¦n la literatura, muy especialmente esa amplia gama de novelistas que, desde Stevenson y Conrad a Chandler y Flannery O'Connor, consideraban la aventura del ser humano como una de las bellas artes. Y, por supuesto, amaba a las mujeres. Todo con un espl¨¦ndido gusto y con la elegancia de los que han padecido la mezquindad de los mediocres en carne propia sin estimular la autoconmiseraci¨®n. Fue un excelente amante de la vida.